Viento y Lluvia

6 0 0
                                    

La Lluvia canta en cada tormenta, y su amiga el Viento baila sus estrofas. Amigas de vida, amigas de almas. E incluso a veces fieles compañeras y consejeras. Una no es nada sin la otra, pues del viento avecinan las tormentas, y de sus lluvias el fresco invierno da vela.

¿Alguna vez te has puesto a ver a los humanos? – Lluvia, quién miraba tan anhelante las estrellas, extendió su mano en busca de poder tocar en sus dedos una de ellas.

- Los eh visto ¿Por qué se preocupan por cosas tan extrañas?.

Viento, quién tomaba en sus manos el primer brote primaveral, miró enternecida como una cálida oleada besaba el capullo en sus manos. Si había algo que más amaba en el mundo, era poder ver como la belleza de los colores inundaba sus rincones. Tantas formas, tantos colores, cálidos y fríos. No había algo más hermoso en el mundo que ver a los arboles invernar en los fríos inviernos, y renacer en cada inicio de primavera, verlos dar sus frutos en los veranos, y en otoño desnudarse ante el tiempo.

¿Crees que son extraños? – Preguntó la Lluvia, esta vez anhelando a la luna.

- Sí. Por supuesto ¿tú no? – La extrañeza de las preguntas de Lluvia inquietaba a su fiel amiga el Viento.

- ¿No crees que capaz sus preocupaciones viene por algo?

- ¿Por algo? Lluvia. Tú los has visto, no cuidan lo que madre tierra les da, y aùn así lo imploran, como si no tuvieran la culpa de tal desgracia.

- Viento. Es que no lo comprendes. Míralos, Son diferentes a nosotros. Aman con locura, dan sin pensar, lloran cuando alguien muere ¡pero también lloran de la felicidad! Sienten tan a flor de piel que…

- Tienes razón lluvia. No lo había visto así, es que son tan extraños. Si aman a tal intensidad ¿Por qué odian por igual? A veces no tienen motivos para odiar. Pero míralos, ahí andan mirándose a los ojos y maldiciendo con las flechas más fuertes que les dio madre tierra. La palabra.

- Tal vez… Tal vez no todos los humanos son iguales ¿te has puesto a pensarlo alguna vez? Hay tantas variedades de humanos. Que capaz algunos no nacieron con ello.

- ¿Con què? Empiezas con tus preguntar raras, a veces no puedo seguirte el juego Lluvia. Das tantas incógnitas que cuesta atarlas entre ellas.

- Es que no debes atarlas Viento. A veces las preguntas no tienen que tener sentido entre sí. Por más parecidas que sean. A veces solo hay que dejarlas ir al…

- Dejarlas ir al viento, que irónica tu respuesta.

Lluvia simplemente la miro. Si tan solo el Viento pudiera verlos con los ojos con los que ella los ve ¿sería ella capaz de sentir esa necesidad de saber más? A veces, Viento era muy recta y sensata. Otras, cambiante y cortante. Ella solía escuchar como Viento contaba sus anécdotas. Como su trabajo no solo constaba de dar la brisa de cada temporada. Si no que incluso, era la que se llevaba consigo cada mensaje que los humanos decían a su nombre. Pero algo pasò. Hace años que no escucha a los humanos nombrarla.

Lluvia, en cambio. Cada que sus gotas comenzaban a caer del cielo, inundando las calles alimentando a la tierra, ella podía verlos débiles, frágiles e incluso rotos. No podía describirlo, no podía entenderlo. Pero cada que ella traía las lluvias, ellos traían las lluvias en sus mejillas .

¿Qué les sucedía? ¿Qué los hacía sentir tan miserables? ¿Por qué había tanto dolor en sus ojos?

Desde entonces. Lluvia se acercaba a los humanos y los escuchaba. Tenían tanto que contar, y nadie quién los pudiera escuchar. Se refugiaban en cada gota de lluvia. Pero al contrario de lo que creía, lo hacían para no sentir sus lágrimas correr por sus mejillas.

- ¿Y si olvidaron como dárselas al viento? ¿eso es posible?

- Los humanos son muy enroscados. Ya no sueltan, prefieren aferrarse a las cosas. Incluso cuando debo llevármelas ¡antes eran más agradecidos conmigo, ahora solo sufren cundo debo hacer mi trabajo! Los humanos… simplemente son algo estúpidos.

- No sé si exactamente sean estúpidos vieja amiga. Tal vez, ahora olvidaron el sentido de la vida.

- ¿Olvidarlo? ¡cómo pueden olvidar algo así? Viven por esa ley, crecen por esa ley, nacen por esa ley. Si olvidaran esa ley ¿Por qué vivirían? Estarían en un absurdo automático donde estarían constantemente perdidos.

- Exacto. A eso me refiero ¿Qué pasaría si en realidad si están perdidos?

- Es imposible. La vida misma les muestra el camino. La vida misma les enseña a crecer.

- ¿Y què pasaría si están tan distraídos, que no tienen tiempo para escuchar a la vida?

Viento quedo inmóvil ¿distraídos? No dijo nada, Viento sintió una urgencia de verlo. Tenía que verlo por si misma ¡tenía que ver qué pasaba con los humanos!

Tomó impulso, y llamando a su elemento fuè a toda prisa al mundo humano, y lo que vio le helo la sangre, los niños jugaban en los parques, pero no eran tantos como antes. Las plazas ya no estaban tan llenas de gente. La gente ya no sonreía, estaban más entretenidos viendo en unas pantallas, y grabando los lugares

¿Qué estaba pasando?

En las casas ya no se unían a platicar, cada uno veía unos aparatos que daban imágenes; la manera en las que se reían a costa de desgracias que aparecían en ellas, le provocaba cierta repulsión. No quería quedarse ahí ¡debía haber más que eso! Siguió viajando entre las casas, notando una de ellas, donde había un humano que cuidaba plantas, cantaba, reía y jugaba. Pintaba colores a todo lo que veía. Se lo podía ver crecer y ser feliz. Viento suspiro. La pesadilla no estaba completa ¡había algo más ahí! Pero no debía cantar victoria tan pronto. Un fuerte estruendo llamo su atención, viendo a una mujer, una señora de unos cuarenta años mirándola con desdén. Miró a la joven que disfrutaba, podía ver el miedo en ella.

¿Qué estaba pasando, por qué hay miedo en sus ojos?

La madre de la joven, enfurecida por ver lo que ella había llamado “desastre” la recriminó, gritándole e insultando en su nombre. Viento. Enfurecida por esa acción, hizo abrir las ventanas en un fuerte vendaval. No podía seguir viendo. No podía seguir soportando esta pesadilla que sus ojos observaban tan indignados.
- ¡Lluvia! ¡Lluvia! – Gritó el Viento con desespero.

- Viento. Haz vuelto ¿Qué te tiene tan agitada?

- No puedo creerlo lluvia. Hubieras visto lo que yo vi. Los humanos, los jóvenes, los niños. Los adultos están…

- Perdidos.

- ¡Exacto! ¿Qué sucedió, cuando pasó todo ésto? La gente ya no… vive.

- Viento… esto lleva varias décadas pasando, el amor y la compasión ya casi se fueron por completo, la bondad y el compañerismo lucha por mantenerse, el soñar lucha todos los días querida amiga. Las familias…

- No… Ésto no puede ser ¡esto no debe seguir así! Debemos llamarlos. Debemos hacer que vuelvan a encontrar sus caminos.
Lo sé, por eso los veo, por eso traigo las lluvias. Por eso hablo con madre tierra.

- ¿Qué ha dicho madre tierra? No creo que le haya gustado nada de esto.

- Ciertamente no fue de su agrado, Viento. Ella nos ordenó volver a la tierra. Está llamando a cada mensajero. Pero no será algo de un día a otro, esperanza es la más insistente, ha empezado a darnos un poco de su trabajo a nosotros.

- ¿Cuánto tiempo tenemos lluvia?

- Aún hay tiempo viento, ahora más que nunca debemos estar con nuestros hermanos. Es momento de despertar a los humanos.

Continuará...

Los elementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora