Capítulo único

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Hay caminos que están destinados a ser recorridos sin compañía, caminos sólidos bajo faroles tintineantes que pueden pintar sombras que nos atormenten cada noche, callejones sin salida que nos hacen regresar y recorrer el camino correcto, a veces asfixiándonos, haciéndonos sentir que no hay ningún lugar a donde ir.

Sin embargo, hay caminos que nadie debería caminar en solitario, siempre con una luz que nos guíe, una mano amiga que nos indique la dirección para avanzar, si es nuestro destino, dependerá de cada paso que se de.

Para Sergio, ese camino estuvo lleno de escalones rotos, salidas que lo regresaban tres pasos atrás, cuando daba dos adelante. Dejó atrás México creyendo que Alemania sería el destino que lo llevaría por el camino correcto, convertirse en piloto de la Fórmula Uno, conducir un monoplaza y blandir con orgullo la bandera de su país, un hogar que extrañaba cada día más.

Fue entre las espesas nubes de Affalterbach que Sergio conoció a Kamui, ambos asistían al mismo kartodromo, a los dos aspirantes a pilotos los unió la nostalgia de sus hogares, direcciones al otro lado del mundo, pero mismo sentimiento de añoranza.

Fue esa conexión la que los unió en todos los sentidos, las risas compartidas tras las prácticas, la efervescente alegría de la victoria y las noches en vela, soñando e imaginando una vida compartida a través de la pista; uniendo sus cuerpos en una devoción juvenil que alimentaba cientos de besos esparcidos por sus cuerpos, jadeos intercambiados entre sus alientos, manos que exploraron cada centímetro del otro hasta consumirse y convertirse en uno.

¿Cómo algo tan bello provocó tanta desgracia? El pequeño ser que comenzaba su existencia dentro de Sergio marcó el inicio del fin, en cuanto la noticia fue compartida por el médico del equipo, sus patrocinadores lo abandonaron, cualquier mínimo apoyo conseguido con sangre y sudor, desapareció, dejándolo desamparado en un país extranjero. Kamui no desistió, permaneció firmemente al lado de Sergio, incluso cuando su familia lo amenazó, Kamui se poso firme junto a su pareja, que a diferencia del mexicano, aún podría continuar con sus aspiraciones, apoyado incondicionalmente por Toyota; sus palabras y acciones calmaron su alma, sus planes juntos cambiaron, después del nacimiento de su pequeño Yuki, Sergio podría regresar al entrenamiento, pues Kamui pronto ingresaría a la Fórmula Dos, permitiéndole ofrecer un mayor apoyo a su pareja.

Se mudaron a un pequeño apartamento cerca de la academia de pilotos, era pequeño y poco espacioso pero era suyo, Kamui se negó incluso a regresar en las vacaciones a Japón hasta que su familia aceptara a Sergio, que intentaba estar en la mayoría de los entrenamientos y carreras, pero pronto en su cuarto mes de gestación, los dolores de espalda y los constantes malestares dejaron a Sergio en casa, apoyando a su pareja a través de la pantalla de televisión.

Así fue como observó parte de su mundo derrumbarse, desdé Senna que ningún accidente dentro de la pista se cobraba la vida de un piloto.

Pero esa tarde en el circuito de Spa, en la curva tres, el múltiple choque provocado por la lluvia dejó a varios pilotos heridos, algunos con conmociones y otros con sus monoplazas hechos pedazos, más allá de ello, nada se comparó con la pérdida de Kamui.

Sergio permaneció impasible en su departamento, negándose a creer la noticia que se reportaba en televisión. Sus lágrimas silenciosas acompañaban una mente llena de preguntas, ¿Por qué permitieron que la carrera continuará? ¿La lluvia era más fuerte de lo pronosticado? ¿Por qué el destino se empeñaba en quitarle todo lo que amaba? Simplemente ¿Por qué?

Solo unas horas después, Jules irrumpió en su departamento al no obtener noticias de Sergio, lo encontró solo, mirando a la nada.

Sabía que no podía permitir que su amigo continuara más tiempo en ese lugar, Sergio y Kamui fueron sus amigos más cercanos dentro de la pista, y sabiendo la devastadora noticia que el mexicano estaba procesando, empaco una pequeña maleta y se llevó a su amigo, no permitiría que la depresión lo hundiera.

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