~Me gustaría que estuvieras acá conmigo, donde mi insomnio anhela tenerte y donde mi corazón grita qué no quiere perderte~
~Mario Benedetti~
🍁 Strawberries And Cigaretes 🍁
No había palabra más acertiva para lo que sus ojos azules observaban.
Ah simple vista el edificio lucia increíblemente pulcro, colores llamativos y un estilo colonial que lo hacían destacar de ciertas viviendas a su alredor. Sin embargo al acercase lo suficiente pudo notar lo que el aborecia tanto. Suciedad, demasiada en realidad; incluso en las mismas llaves que sostenía sus manos.
Asqueroso.
—¡Oh vamos!, ¿Porqué no entras?—exclamó el viejo Kenny—Hice mi mayor esfuerzo en mantener impecable este lugar.
No era muy notoria, que digamos.
—¡Incluso, prepare galletitas!.
Suspiro.
Su teoría no estaba muy alejada de la realidad, podía jurar que incluso las afueras del enorme edificio eran más desentes que su nuevo hogar. Los pocos metros cuadrados que le pertenecían eran un total desastre, mucho licor, cigrillos esparcidos por todo el marmol sin contar las cientos de revistas porno-gráficas.
El Viejo Kenny no eran un hombre muy digno, a sus cuarenta y ocho años lo único que hacía era beber, maldecir y lo más seguro; drogarse. No podía descartar la idea de que algunas galletas podían contener efectos especiales.
Un gran ejemplar si querías vivir en un mundo de perversión y adicciones sin cesar.
Podía asegurar que en sus recuerdos solo había un exacto momento en donde aquel viejo llego a su inmensa fiesta de cinco años, su actitud era algo extraña y no podía hablar muy bien de su extraño aspecto y olor. Después de aquel acontecimiento jamás supo de él.
Hasta hoy.
—¡Es hermoso!—volvió a exclamar—¿No quieres una galletita?.
Levi negó.
—¿Donde esta mi habitación?.
—¡Oh!, entonces si hablas—rio—Al final del pasillo, puerta izquierda.
Asintió.
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La decisión de mudarse aún lugar totalmente diferente jamas fue su opción principal ante tantas que podría haber llegado a tener.
Patrick, su abuelo y la única figura paterna que había llegado a conocer. Un hombre que a simple vista era el estándar de persona perfecta, un enorme contraste con quien ahora mismo compartiría el mismo techo.
Aquel ser que tanto reprudiaba por su persona había tomado la horrible decisión la cual ahora era su propia condena.
Al meno su habitación era el lugar más decente de todo el recinto.
Suponía que a esto se refería con su "Mejor esfuerzo".
—¡Oye mocoso! —lo escucho tras la puerta —¡En la nevera hay algunas cervezas y comida instantánea!, ¡Alimentate!, ¿Si lo sabes hacer, verdad? —lo escucho reír —¡No me esperes despierto, rata!.
