Estaba tan compenetrada en el sonido de la música y nuestros cuerpos chocando que no me percate de la mirada intensa puesta en cada movimiento que mí cuerpo emitía. El chico con el q bailaba, alto, morocho, linda sonrisa, lindas facciones, hoyuelos, me volteó quedando de espaldas a él. Probablemente era el chico más lindo de la discoteca, el más lindo que haya visto en mí vida. Pero al voltearme, mis ojos chocaron con esa mirada, esos ojos azules que no podía sacar de mí cabeza hace ya varios meses. De un instante a otro solo éramos él, la música y yo. Y si bien mí cuerpo estaba pegado a otro, yo solo le bailaba él.
Su mirada intensa lejos de intimidarme o ponerme nerviosa, solo me hacía provocarlo más. Sacaba esa parte de mí. Esa parte de mí que había logrado mantener escondida mucho tiempo. Que me exponía ante las personas incorrectas. Pero él se sentía más que eso. Ya no era un error, era una necesidad. Mientras el chico con el que estaba besaba mí cuello y agarraba mí cintura, yo solo podía mirarlo a él deseando que esa fuera su boca y que sus manos me agarraran con aún más intensidad. Que se atrevieran a tocar sin vergüenza o remordimiento alguno. Solo él y yo.
Su mirada seguía cada uno de mis movimientos sin descaro alguno, sentía el fuego arder en mí interior y las ganas de tenerlo en todo mí cuerpo afloraban a flor de piel. No podía más y ni siquiera era el quién estaba tocandome. Y aunque lo sabía, que era mí perdición,q siempre querría más de él y q nunca alcanzaría. Con el mismo descaro, tocando suavemente la mandíbula del chico que ahora besaba mí cuello, en un susurro le dije: "ahora vuelvo". Sabiendo que eso no era cierto.
Estaba condenada, condenada a esos ojos azules que ya se había metido dentro de todo mí ser.
Sin despegar la mirada ni un segundo desde que lo vi, caminé hacia él, meneando mis caderas suavemente al pasar, con los labios apenas entreabiertos por la lujuria que me invadía y no podía evitar.
Al pasar por su lado, ambos torcimos el cuello en dirección hacia el otro mirándonos fijamente hasta que el ángulo no nos dio más. Un instante, él y yo. Ni la música ya se escuchaba.
Y aunque ya no lo veía y la incertidumbre de si me seguía o no, me invadía, no hizo falta voltearme pq sabía q aunque no lo quisiéramos a ambos nos invadía el mismo sentimiento.
Unos pocos pasos parecieron una eternidad hasta que al fin pude doblar en dirección a la otra parte del boliche cuando una mano sujeto mí muñeca volteando me de un tirón y pegándome a la pared con brusquedad. Esa brusquedad que no hacía más que aumentar el fuego en mí interior.
Y esos ojos azules, como podían pedirme ignorar esos ojos azules?
Aunque ahora mí mirada bajo y se dejó llevar por esos labios rosados que liberaban aire agintadamente y buscaron consuelo en mis labios que estaban aún más que alterados.
Nuestras bocas se movían tan bien una con la otra que solo podía pensar en lo bien que se complementaria nuestros cuerpos. Buscando tenerlo lo más cerca posible entrelase mí pierna con su cadera. Aunque aún así nada parecía ser suficiente. Esto ya no se trataba de nuestros cuerpos, eran nuestras almas uniéndose a la perfección, entendiéndose y reencontrandose buscando no volver a separarse de nuevo.
Cómo pueden pedirme que me alejé? Si mí alma sabe que es el amor de su vida. Su único amor, de sus muchas vidas.
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Imanes
RomanceCómo imanes dónde sea que esté, él me encuentra. Nuestras almas como si fueran una buscan su otra mitad. Sea dónde sea, sin importar quienes somos, si deberíamos o no, nuestras almas no pueden evitarlo, no pueden ignorarlo. El fuego, la pasión, el a...