Más de 4 años de matrimonio y Christopher aún le sorprendía, sus piernas temblaban..se caería en cualquier momento pero su amado le sostuvo junto con los últimos movimientos suaves dentro de él.
Consolado con caricias suaves en su cabello, alejando la sensación de ardor luego de ser sujetado de esa parte, besos cariñosos en sus hombros sobre las marcas de mordidas.
El cuerpo de su esposo cayó a lado suyo.
El festejo de esa noche no pudo haber concluido mejor. Feliz, complacido, satisfecho, cálidamente lleno de amor, se sentía en las nubes, ninguna preocupación existía en ese momento.
Sólo él, Christopher y un futuro próspero. Es por eso que luego de meses sin verse el uno al otro, después de agotador trabajo de parte de ambos, al ver los números crecientes de cuenta y luego de firmar un contrato más Hyunjin quiso festejar.
Una romántica cena cliché, pasta como platillo en una mesa con velas rojas y una botella de vino y luego la parte más interesante del matrimonio, el contacto físico, ansioso, en su cómoda cama con su esposo.
Estaba en su mejor momento, casado con el hombre de sus sueños, un hombre tan trabajador como él, las metas que se había propuesto de pequeño y por las cuales había luchado poco a poco las iba alcanzando, todo era perfecto y marchaba bien.
Marcharía.
Por solo esa noche todo sería así.
Aún en la obscuridad de la madrugada, con el cuerpo mallugado y la piel pegajosa Hyunjin despertó solo para contemplar la tranquila respiración de Christopher. Podía verlo por horas y no cansarse. No podía cansarse porque de todos modos no lo veía diario. Él tiempo juntos era un tesoro.
Eso era un acuerdo que ambos tenían, estaban casados, Christopher se había mudado cosas suyas hace años, cuando eran novios y el enamoramiento estaba en su pico máximo, pero no vivían juntos.
Hyunjin no lo lamentaba, el admiraba a la persona con la que unió su vida, amaba como suyas las metas de Christopher, y le había dado la libertad de ser. Aunque ocasionalmente alguno comentaba amarrar al otro para no dejarlo ir más, tenerlo siempre . Deseos que no eran posibles. Palabras que solo le daban dulzura a su relación.
Se pegó en ese momento más al cuerpo de Cristopher, pasó las llemas de los dedos por todo el pecho del mayor, grabando la suavidad de aquella piel porque al amanecer su esposo nuevamente se iría, el boleto de avión para las 3:00 ya estaba pagado y por mucho amor y ganas de estar juntos más tiempo, aquel papel estaba pagado y ese dinero no se desperdiciaría.
Un mes dos semanas después, con Christopher a más de un mar de distancia en otro país, en medio de la hora de comida unas repentinas náuseas le atacaron ante su platillo favorito.
No
Se quedó helado ante eso, su cuerpo se puso rígido observando aquella comida. Se obligó a comer, a tomar cada trozo junto con grandes sorbos de agua y luego de pagar vomitó todo lo que había ingerido.
Todo su ser temblaba mientras enjuagada su boca repetidas veces.
Él se conocía, era muy sano, con un estómago fuerte, esas náuseas de un día a otro no eran normales y aunque quiso hacerse el tonto culpando al cálido clima, a qué fue a un restaurante diferente, no era un tonto. Tenía una aterradora idea de lo que era, de lo que no tenía que ser y rápidamente saco cita con su doctor.
—Tonto, tonto, ¡eres muy tonto!— se reclamaba a su reflejo en el espejo de la clínica, con los ojos rojos de furia y húmedos por las lágrimas que comenzaban a nacer.
El doctor lo había felicitado en el consultorio como si un embarazo le trajera felicidad en ese momento de su vida.
Sus sueños por fin se estaban consolidando en una realidad, tenia un cachorro que recién había adoptado, un precioso Chihuahua de tres meses, un bebé era todo lo que no quería.
Había oido que los chihuahuas no solían llevarse bien con los niños. Podía con la responsabilidad de un perro pero no con la de un mini ser humano.
Su pequeño perro necesitaba toda su atención ahora porque era eso, pequeño, debía enseñarle, educarlo, como haría eso si tenía que cuidar de el feto de su vientre, no quería descuidar a lo que sí había elegido.
Arrugó el papel de los análisis y los tiro a la basura, tenía una muy mala suerte, pésima suerte. La única que vez que no se había cuidado con Christopher y salía eso, pero es que en ese momento había Sido la mejor idea, quería sentir por completo al mayor, solo piel con piel, habían Sido meses sin ver a su amado, lo extrañaba y su esposo ni siquiera estaba tanto tiempo en casa.
No, él no tendría un bebé, no tiraría a la basura todos sus años de esfuerzo. Sus años de estudio, las noches de desvelo, conocer gente insoportable para tener las conexiones necesarias, abrirse paso en el medio el que trabajaba para que su nombre fuera sonado.
Tampoco podía arruinar a su esposo. Él no podía dejar la vida que tenía solo por un bebé que no planearon, que no deseaban.
En sus pláticas jamás mencionaron nada de los hijos por lo que era evidente que estos no llegarían a su vida.
Simple, eso no existía. Lavó su cara y salió del lugar, no tenía nada que pensar, no tendría un bebé, lo que pasó en su cuerpo sería solo una falsa alarma, un error.
Un secreto que solo él sabría. Su vida era lo que estaba hecho.
Meses después y por fin Christopher regresó de vacaciones, se llevó una sorpresa muy grande y hermosa, adoró a aquel perrito desde que lo vió aunque el perro le ladrara sin parar y haya orinando su pierna.
Los días en los que ambos se adaptaban tuvo que lavar bastante ropa pero la parte buena fue su relación se fortalecía.
La situación con Hyunjin era algo más tensa, sin saber la razón, el menor solo culpaba al estrés, alegaba estar cansado. No lo veía, se escondía. Sin duda la imagen que el mayor tenía era muy diferente, conocía cada rincón del cuerpo de Hyunjin. Podía jurar que la nariz del menor estaba algo inchada, muy bonita, la cara más rellenita.
Hyun huía de su tacto y estaba algo muy irritado, pero incluso debajo de las nuevas capas de ropa en las que el menor se ocultaba había algo diferente…muy diferente y si se acercaba lo suficiente, tanto como se le permitía diría que el aroma de su pareja había cambiado a algo mas dulce, algo que le provocaba querer pegarse a él y encerralo en sus brazos, comérselo a besos, cosas cursis y cosas más carnales.
Pero siempre se detenía cada que el menor le miraba como si lo odiase y le apartaba. Y el cachorro, ese cachorro del que se consideraba padre, era muy protector con Hyunjin, no se le despegaba ningún segundo, estaba alerta siempre. Sin duda había algo más ahí, antes de enojarse tenia que saber que era exactamente lo que le pasaba a su pareja.
Algo, ¿Qué?
Era de noche, Hyunjin no podría ocultarse bajo su mal humor. Ya se habían preparado para dormir, como siempre, el menor le daba la espalda, se envolvía en sus mantas y ponía una almohada grande encima de él.
Cristopher en silencio caminó a la puerta del cuarto poniendo seguro en ella, tenía todo planeado, incluso el Chihuahua fue encargado con unos vecinos de toda la vida. regresó hacia la cama con el mismo cuidado y en un rápido movimiento se posicionó encima de la montaña que era Hyunjin.
Algo que el menor realmente no esperaba, abriendo los ojos y quejándose.
—¡Bajate! ¡Me vas a lastimar¡ ¡bájate!—Gritó rápido subiendo las rodillas para proteger del peso del mayor lo que tanto ocultaba.
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Home alone
FanfictionHyunjin y Bangchan han llevado por años un buen matrimonio basado en la individualidad de ambos. cada uno ha perseguido sus sueños pasando demasiado tiempo separados pero recordando siempre que son un equipo. el mayor es el primero en alcanzar estos...