─¡Ava, espera!
La madre no pudo detener a su hija. Apenas estacionó su auto frente a aquel hospital la niña abrió la puerta, salió del asiento trasero y pegó la carrera hacia la entrada al edificio.
─¡Permiso! ¡Lo siento mucho! ¡Abran paso!
La pequeña niña de tan solo once años, de nombre Ava, iba corriendo apresuradamente por los pasillos de un hospital, chocando de manera torpe con doctores, enfermeros o pacientes que se encontraban también allí, y disculpándose por aquello. Aquella niña de tez morena y corta y ondulada cabellera castaña parecía empeñada en llegar a un lugar del hospital en específico.
Ava fue dejando atrás varios laboratorios y consultorios, hasta llegar al fondo de un pasillo, a una habitación donde habían varios pacientes internados. Finalmente detuvo su atolondrada carrera al lograr divisar a un paciente internado en especial.
─¡Papá! ─exclamó Ava, con la respiración agitada.
Ava corrió nuevamente hacia aquel paciente, su padre, quien se encontraba recostado en una camilla situada en la esquina de la habitación, dando directamente al gran ventanal de allí. Hace dos meses si padre yacía en ese mismo lugar, internado por una enfermedad complicada que atacaba su cuerpo constantemente. La apariencia de su padre era muy débil, su piel morena se mostraba pálida y con unas notables ojeras, también muy bajo de peso, pero su rostro se iluminó al ver su pequeña hija correr hacia él.
─¡Mi niña! ─exclamó su padre, recibiendo a su hija en brazos.
Padre e hija se fundieron en un estrecho y cálido abrazo. La niña se estiraba con tal de alcanzar los brazos de su padre, mientras que él se movió lentamente casi al borde de su camilla y, sin dejar de abrazar a su hija, acariciaba suavemente las ondas de su cabello del color del café. Ava alzó la mirada hacia su padre, dejando al descubierto que sus ojos cafés se encontraban cristalinos.
─Dime que no es cierto, papá ─musitó Ava, sintiendo un nudo en la garganta, y abrazando a su padre con todas las fuerzas que le permitían sus pequeños brazos.
─¿Qué cosa, cariño? ─preguntó el padre, desconcertado.
Ava se sorbió un poco los mocos y trató de hablar sin trabarse, lo cual le salió a medias.
─P-Por la mañana, el doctor habló por teléfono con mi mamá, dijo que estás m-muy grave ─balbuceó Ava, e inevitablemente sus ojos se inundaron de lágrimas─. Por favor, dime que no es verdad. Dime que estás bien, que pronto saldrás de este hospital y que volverás conmigo ─sollozó, aferrándose nuevamente a los brazos de su padre.
─Ava, mi niña... ─Su padre continuó abrazando y acariciando el cabello de su hija, mientras ella sollozaba sin parar─. No llores, pequeña, que rompes mi corazón en mil pedazos ─susurró, sintiendo su voz también quebrarse.
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Sinfonía de Estrellas
FantasyAva era una adolescente amante de la música y las estrellas, y con una increíble habilidad: con tan solo ponerse los audífonos que le había regalado su difunto padre podía teletransportarse a otros universos. En uno de sus viajes a otros mundos Ava...