Alissia Elteazar

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Alissia Elteazar, primera en su nombre, princesa de las costas de Gob, se le proclama reina heredera del Reino de Gob ─Los monarcas de las distintas casas se arrodillan ante mí, demostrando su fidelidad y apoyo. Las palabras del obispo Leonard fueron claras, posó sobre mí una corona plateada, ajustada a mi cabeza, con pequeñas perlas que adornaban las puntas de la diadema. 

El salón donde se sitúa el trono, en el que mi padre yace la mayor parte del tiempo, es un espacio pequeño, comparado a otros salones reales a los cuales he asistido. Desde las saeteras, de las cuales hay 5 en cada costado y una de gran tamaño detrás del trono, al entrar al salón, las saeteras del lado derecho tienen vista hacia el mar de Tessalia, el cual conecta a los reinos principales e igualmente a los reinos dedicados a la pesca como sustento económico, que no es el caso de Gob, este reino se le conoce por el vino y su abundante agricultura. En tiempos de escases, diversos reinos y pequeñas islas acuden a nosotros por alimento. 

Mi madre, una mujer de alta alcurnia, perteneciente a la casa Lion, se casó con mi padre debido a tratos comerciales que ocurrieron entre Terrans Lion y mi progenitor. Mujer de larga cabellera negra, tez de porcelana, ojos color perlados, con una mirada tan letal que podría asesinarte. De personalidad tan fría como la nieve. De mentalidad machista, si fuese por ella no hubiera permitido esta coronación, y en cambio nos hubiese asesinado, a mí y a mis hermanas. 

Nosotras las mujeres no reinamos querida, ¿de dónde inventaron tal estupidez? ─En el momento que los monarcas se encaminaron al salón dónde se serviría un gran festín, grandes barriles de vino traídos de la propia bodega mi padre, todo tipo de carne, mi madre se me acerca, acariciando mi larga y acaramelada cabellera.

Usted no tuvo éxito en darle un heredero varón a mi padre, éstas son las consecuencias ─Le respondí, sin que nuestras miradas chocaran.

Ella sujetó mi cuello con tanta fuerza que pensé que moriría y obligó a que nuestras miradas coexistieran, pensé que me transformaría en piedra, igual que Medusa. Los bardos suelen cantar historias sobre esta mujer, cabellera con serpientes enroscadas y su cuerpo cubierto de escamas. Me soltó, dio media vuelta y se encaminó tan rápido como pudo hacia el salón para compartir con el resto.

Quedé perpleja, comprendo a ciencia cierta que mi madre sea una mujer despiadada y con un corazón insensible. Aquella mujer jamás me ha consolado, ni amado, ni nada que una madre ejerza normalmente. Mi padre me ha comentado que mi madre jamás añoró casarse con él, ésta jamás deseó tener hijas, simplemente entregarle un heredero varón al rey más rico de todos los reinos. 

Me dirigí hacia el salón, repleto de comensales, todos sentados formando un círculo, en medio se encontraba el bufón del rey, todos reían, disfrutaban de la buena música y entretención, igualmente del buen vino.

Felicidades princesa, confío en que reinará de la misma manera que su padre ─Lord Jonlish, rey de una pequeña isla llamada Gold, dónde abunda la pesca y agricultura.

Gracias mi lord, voy a cumplir mi labor de monarca debidamente ─Observé de reojo como mi madre me lanzaba una mirada fulminante.

Me acomodé contiguo a mi padre, quién me sirvió una copa de vino y encargó a los sirvientes a traerme la mejor carne, un jabalí que él mismo había cazado en la mañana de aquel día. Se levantó de su asiento e hizo un brindis por esta gran noticia, aunque creo fielmente que él no deseaba esto, anhelaba un día el nacimiento de su heredero varón acontecer, pero tan solo tres mujeres obtuvieron, siempre culpó a mi madre. Yo tengo conocimiento de que mi progenitor tiene "bastardos", como se les llama a los niños nacidos fuera de un matrimonio.

¡PIRATAS! ─Entró agitado un guardia, todos hicimos silencio y nos miramos confundidos, mi padre se levantó rápidamente de su asiento.

No se espanten, ningún pirata puede atravesar nuestra fortaleza, nuestros guardias y el navío de seguridad están altamente capacitados para este tipo de situaciones ─Dijo para calmar la situación, y salió rápidamente del salón junto al guardia.

Mientras todos estaban susurraban palabras inteligibles, me levanté de mi asiento y fui a observar la situación. Desde una de las troneras del salón, que daba hacia el mar, no divisé ningún barco pirata.

Muy bien, pero que tenemos aquí ─Sentí un cuchillo palpar contra mi garganta y una mano sujetando fuertemente mi cabello, miré hacia lo alto, y vi a un hombre tuerto, con una barba larga y enredada, con el aliento pútrido ─ Disculpe mis modales mi lady, pero usted vendrá con nosotros.

A los lejos entreví a mi madre, con una macabra sonrisa, entregando una bolsa de dinero a un hombre poco aseado, con una barba en forma de trenza, tan larga que llegaba a su pecho, él miró hacia mi dirección y me dio una sonrisa, donde pude divisar un diente de oro, supuse que era el capitán. 

Intenté forcejear un poco con los pies, pero sentía que cada vez el cuchillo entraba más y más en mi cuello, al salir del castillo divisé un gran navío, en mi vida había visto un barco tan grande como aquél, en la proa se encontraba tallada una bella mujer de largos cabellos y en ambas manos portaba cuchillas. El barco podía transportar fácilmente más de 1000 hombres, izaba la bandera con una calavera y color rojo brotando de los ojos, que representaba sangre. Analice a cada tripulante que embarcaba mercancía robada, uno más gordo y feo que otro. 

En uno de los cañones divisé a un chico de larga cabellera rubia, estaba de espaldas, me percaté de su juventud, nada comparado con el resto. 

Me subieron por la pasarela de madera, y al llegar a la cubierta del barco me empujaron, cayendo de rodillas, miré el suelo por unos segundos, cuando una persona delgada se me acercó, levanté lentamente la vista y aquel chico que había observado desde abajo, resultó ser una chica.

Princesa, es un placer conocerla ─estiró su brazo para ayudarme a levantarme. 

Acepté y me levanté como pude, estaba paralizada, solo atiné a observar a la mujer que me ofreció ayuda. Todos rieron a la vez. 

Intenté observarla de pies a cabeza con disimulo, su estatura me sobrepasaba, sus cabellos rubios brillaban a la luz del sol, ojos azulados, vestía con una camisa blanca que le llegaba a la cintura, pantalones de cuero y botines negros.

Princesa, lamento mi mala educación y la de mis hombres, soy Lia, la capitana de este triste navío ─mis ojos se abrieron tan grandes como pudieron dé la impresión. Nunca había visto una mujer tan bella como ella y ¡¿es capitana de este barco lleno de hombres asquerosos?!



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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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