1-Descubrimiento

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En 2005 Sara tenía tan sólo 6 años. Vivía con su madre, hermano y abuelos en Punta Umbría, un pequeño pueblo andaluz. Tenía el pelo corto, negro y como un grillo, ojos marrones y labios finos. Era una chica sencilla como cualquier otra: le gustaba montar en bicicleta, jugar con sus muñecas y también al fútbol. Por aquel entonces pensaba que tenía muchos amigos, sin embargo, en su interior no se sentía completamente aceptada; como si sólo se relacionaran con ella para mofarse. Un día cuando iba caminando por la calle un niño la miró, y mientras la señalaba gritó : - ¡Mira mamá! ¡Qué fea es esa niña! La madre de Sara, que se llamaba Sonia, miró a su pequeña y le dijo: - No le eches cuenta cariño, ¿no ves que lo único que está es enfadado porque no puede tenerte? Sara tomó literales las palabras de su madre y lo dejó pasar, pero aun así aquello, por muy tonto que fuera, le dejaría una marca en su memoria durante toda su vida.

En el verano del 2008 fue cuando su vida empezó a cambiar. Ya que poco a poco su relación social menguaba por día, comenzó a interesarse por el mundo de los ordenadores personales, encontrando refugio, concretamente, en los videojuegos. En aquel tiempo, uno de última generación: pantallas "plana" 2 núcleos, Windows XP, etc. Practicando su su primer juego (el "Max Payne"), intentó adentrase en el mundo de internet para buscar pequeños trucos, inofensivos en ese momento, pero que en un futuro le abrirían la puerta al mundo del "Hack". Mientras jugaba a su juego favorito, su tío Miguel la ayudaba a superar niveles de dificultad que ella no era capaz de realizar y un día, sin venir a cuento, Sara le preguntó: - Tito, como eres informático, ¿me enseñarías a hackear cosas? - Bueno... A ver, para aprender a hackear debes antes saber los tipos de seguridades informáticas; cómo vulnerarlas y demás no es tan fácil.- Le respondió su tío. Ella bajó la mirada y tras unos segundos susurró: -Algún día seré la mejor hacker del mundo. Pasaron los años hasta el 2013 donde, adentrándose en la adolescencia con sus 14 añitos y después de haber aprendido lo suficiente sobre el arte del hacking, sacó provecho de sus conocimientos. Los jóvenes le pagaban para que hackeasen cuentas de redes sociales (Tuenti, Facebook, Instagram ¡e incluso Whatsapp!). Por un precio módico de 10 euros tenían la cuenta de quien ellos quisieran. Todo esto se convirtió en rutina para Sara hasta que un día llegó un compañero de pelo engominado, cejas depiladas, polo de Lacoste y zapatos Gucci que, para vacilarla delante de sus amigos, le puso a Sara 300€ encima de la mesa retándola a hackear la cuenta de Twitter de una persona particularmente especial: el presidente Barack Obama. ¿Cómo reaccionaría ella?

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