PRÓLOGO: EL FINAL POR CONTAR

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No encajar. Buscar una rama en la copa de un árbol donde los caminos son infinitos y las opciones inmersas. Buscar un lugar donde mi color encaje, un sitio donde sea la pieza correcta. Uno sabe con certeza cuando no se siente querido, cuando no es la primera opción, cuando no es la persona especial de nadie y cuando sobra de un círculo. Porque a veces la línea está delimitada y te quedas fuera de ella. No hay más remedio que permanecer mirando el interior, hasta que tras divagar, encontrar una figura que no esté cerrada por completo y te deje entrar. Con eso, encajar. Ser el color que combine con las hojas en otoño, ser la primera opción, sentirse querido... Ser feliz donde te limpien las lágrimas y no las provoquen.

Algunos ya lo han encontrado. Y no puedo evitar la pregunta de si llegó tarde a todas las experiencias. Que una flor no te muestre los pétalos en otoño no signifique en primavera no florezca y se vuelva la más bonita de todas.
Y se arrepentirán. Solo cuando pierdes lo impensable, es cuando vuelves la mirada atrás y te das cuenta de que lo que abrazabas, ya no está. Miras a quien no apreciabas, y quizás sonríes. Quizás no. Si de verdad me querías, sonreirás. Porque la felicidad que tendré no se podrá corresponder con nada. Pensarás: "Estaba siempre ahí a mí lado para levantarme, pero cuando ella se cayó, nadie le dio la mano". Cuando veas que otros brazos me envuelven, otras bromas me acogen, y otras sonrisas me conmueven, pensarás: "Ella es feliz. Ahora sí".

Quiero pensar que se arrepentirán. La verdadera versión nunca contada se quedará enterrada en esa tumba por siempre. Solo lo hice por no romper la tirita, cuando a mí me clavaba una daga en el corazón mantener el secreto.
Encajar. Ser feliz. Dejar de oír ecos que me atormentan. Pero hasta entonces, escribiré todos mis ecos en estos versos, como prueba del principio y fin de esta lucha.

El Eco del VersoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora