UNLOCKED LOVE gojohime - one shot

Unlocked Love

One shot +18

Estaba furiosa.

No.

Más que furiosa, estaba hirviendo de ira. La había molestado durante siempre, ese idiota le jugaba una de las suyas cada día de su vida, pero ésta había sido la peor y la más larga.

–¡Utahime! –golpearon la puerta de la habitación de hotel donde estaba hospedada en lo que se quedaba en Tokio– no fue tan malo, Utahime. Vamos sal de ahí.

–¡Lárgate Gojo! –contestó.

–Me quedaré aquí hasta que salgas y hablemos como adultos –habló sereno.

–¿Eres un infantil y pretendes hablar como un adulto?

No recibió respuesta, pero escucho como se deslizaba por la puerta y vio la sombra en el piso, se había sentado.

¿Lo que le había hecho?

Realmente se había lucido esta vez al parecer de Iori. Ella había llegado a la ciudad hacia dos semanas por motivo del festival de intercambio entre las escuelas de hechiceros de Tokio y Kioto, hacia más de dos años que no se hacía, desde que terminaran con la vida Sukuna para siempre, ya que el mundo se había enterado de los hechiceros y hubo demasiada controversia al respecto, pero finalmente los que estaban en contra terminaron cediendo a que los hechiceros eran necesarios y personas que podían ver las maldiciones terminaron encontrando por su cuenta las escuelas, así que ahora tenían al menos diez alumnos a su cargo cada profesor. Sus antiguos alumnos habían sobrevivido -al menos la mayoría- y habían terminado sus estudios para ser hechiceros profesionales, uno que otro se convirtió en maestro como fue el caso de Aoi Todo en la escuela de Kioto y de Yuuji Itadori en la de Tokio, siendo ahora colegas directos de sus exprofesores.

El problema inició justo el sexto día de haber llegado, pues los primeros cinco días fueron bromas pesadas sí, pero no tan pesadas como lo fue después del sexto día. Ese día había estado demasiado tranquilo y Utahime había salido a beber con Ieiri Shoko para celebrar el haber estado al menos todo un día tranquila. En el lugar, Iori y Shoko bebieron y comieron lo que pudieron, más la morocha que la castaña que miraba divertida a su amiga. Luego un chico se había acercado a la mujer del overol blanco y el lazo en el cabello, coquetearon un rato lejos de Shoko y media hora después él le pasaba su número de celular.

Su nombre. Ariwa Ichitora.

Si es que ese era realmente su nombre, no lo sabía ya. Le había dicho que era hechicero, uno muy bueno a su parecer, que estaba de vacaciones, se quedaría hasta mañana en la ciudad y que luego volvería a la prefectura de Gunma, pero que podían hablar por chat y ver que surgía entre ambos. Eso le gustó, no tendría presiones, podría tomárselo con calma, aunque ya tenía treinta y tres años y era hora de buscar un novio, al menos así lo pensaba. Quizás en uno o dos años estaría casada. Así que aceptó sin más. Quizás su peor error.

No volvió a ver al chico, pero si le mandó mensajes, hablaban todos los días, era divertido y también parecía muy maduro, acorde a su edad de treinta años. Llegó un punto en el que los coqueteos pasaron a fotos subidas de tono sin llegar a ser desnudos, quizás debió sospechar cuando él jamás le mando una foto de su rostro, pero en ese momento no le dio importancia a eso o quizás también debería haber sospechado con el blanco de su bello corporal en una de las fotos -un pequeño desliz de su real autor- pero lo cierto es que además de todo eso, Gojo pasó de hacer chistes sobre ella y bromear a saludarla con cordialidad propia de su cargo, claro que esto, mientras sonreía como si hubiese ganado algo grande.

Hasta que un día, justo hacía media hora. Gojo había metido la pata.

–¿Tu quemadura está bien? –Eso hizo abrir los ojos a Utahime, no le había dicho ni a Shoko que se había quemado con agua caliente mientras hacía ramen ayer por la noche, se lo había dicho a Ariwa porque estaba en ese momento hablando con él.