❝ Mírame con tus dos ojos, no quiero la mitad. Mírame solo a mí. ❞
━━ All eyes on me.
ㅤㅤㅤ𝐀𝐄𝐎𝐌 ┇ Un libro dedicado a distintos shipeos de Lalisa Manobal con distintos miembros de la famosa agrupación coreana bangtan, mejor conocidos mundialmente...
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Su cabello cae como cascada hasta su pecho, es de mechones rojos y de mirada penetrante. El chico a su lado la admira, se ve embalsamado por su aura mística. No es un ángel, no es una chica pura e inocente. Es simplemente ella.
Eso, quizá es lo que más ama el joven. Que simplemente es ella, cabello desorientado; es salvaje pero libre. El muchacho lleva sus dedos para tocar los contornos de su rostro, pasa su pulgar por sus mejillas, esas que tanto adora besar.
La pelirroja se encontraba profundamente dormida, abrazando el torso del chico como un koala abraza a un árbol.
Llevaban una relación de tres años, cinco si contamos los dos primeros en dónde habían sido solo amigos. De esos amigos íntimos que a veces se agarraban de la mano, que cuando no estaban en sus cinco sentidos se besaban y luego culpaban al alcohol.
Los primeros años fueron los más complicados, se habían conocido en la peor circunstancia posible para él. Por aquella época, él había iniciado una relación con una de las amigas de la pelirroja, sin saber que, apenas dos semanas después, todo aquello se desmoronaría.
Cuando alguien te profesa amor eterno tan rápido, es porque la culpa los persigue. Y es que, él se vendría a enterar que aquella joven se había metido con los que él consideraba su mejor amigo.
Lamentable para él.
Pero el universo es bueno, da a quien verdaderamente lo merece y ese día, la en ese entonces pelinegra había salido a tomar un poco. Al igual que que él chico, por un mal de amores.
Ambos habían sido ilusionados y posteriormente torturados por aquellos que les habían jurado amor eterno.
—¿Sabes en qué he estado pensando últimamente? —susurró. Su tono grave y áspero se hizo presente en toda la habitación, sus dedos fueron bajando hasta llegar a la piel expuesta de su hombro, en el, podía observar ese tatuaje que compartían juntos. Un tulipán—. En qué, amar es como darle el arma a una persona y esperar a que esa persona no te dispare de vuelta —concluyó en voz baja, la chica se removió, acercándose más a él. No estaba seguro sí ella lo habría escuchado, esperaba que no, pues son aquellos pensamientos que vociferamos con el fin de nunca volver a ser escuchados—. Y para mí, tu eres aquella persona nunca se atrevería a disparar. No me arrepiento de haber desnudado mi alma y haberte entregado mi corazón como arma.
