¿Cómo he acabado aquí? Tal vez fue hace un año o dos, ya no lo recuerdo, quizá una semana o dos... no deseo ni pensarlo. Pero vivo una vida que no es mía, la penumbra, incertidumbre o temor que sentí al principio son sentimientos que ahora mismo están en segundo plano debido al pesar que me genera esta vida monótona.
Me miro al espejo, este rostro me aterra, la palidez lúgubre, supongo que es lo que se encuentra de moda en esta época, es enfermizo. Oigo unos suaves golpes en la puerta de la habitación en la que desafortunadamente me encuentro.
-Con permiso joven señorita.
Una voz que no reconozco entra, y me mira cabizbaja ¿lograré ver su rostro alguna vez? ni siquiera recuerdo su nombre.
-Debo vestirla para la reunión del señor y su familia.
-hazlo- Exclamo con firmeza, esta voz... aún no me acostumbro.
...
Este vestido es incómodo, el cuello alto me asfixia, aunque el color vibrante combina perfectamente con la brisa primaveral de la tarde, los zapatos hechos a medida no son de mi agrado pero aquí a penas puedo pensar libremente, menos se me permitiría vestirme a mi preferencia.
-Querida, ven aquí, llegas tarde y sabes que a tu padre no le gusta esperar...- La mujer sentada al otro extremo de la mesa, se dirige a mi.
-Lo siento madre.
-Adelaide, toma asiento- Exclama el hombre, ambos parecen tener años de experiencia en sus rostros.
Tomo asiento, hay más personas a mi al rededor, mis hermanos. Mejor dicho la familia de este ser en el que me encuentro atrapada, los miro a cada uno durante varios segundos, un chico mayor a mi, un niño y dos aún más pequeños, pálidos y cabizbajos, imito su accionar. El mayor interactúa con el padre, hablan sobre territorios, nadie se entromete en su conversación, mejor así.
-Hija, ¿Estás al tanto que pronto será el baile de debutantes? cumplirás dieciocho años, aunque he recibido propuestas de matrimonio, admito posponer deliberadamente la idea de tener que casarte, pero es hora de encontrar a un hombre apto para ti.
Me quedo sin palabras, ¿casarme?, madre interrumpe.
-Es hora de que te presentes a la alta sociedad cariño, como debe ser, un buen hombre con una posición decente es quien debe estar a tu lado, tal vez con el estatus de conde que tiene tu padre o incluso marqués.
No. Pienso, creí que padre callaría a su esposa por interrumpirlo pero simplemente se ve orgulloso de su propia posición cuando alguien la menciona. Mi deber es responder con sensatez.
-Están en lo correcto, y sé que debo cumplir con mi responsabilidades, asistiré al baile, ya que para su sorpresa, realmente estoy ansiosa por debutar.
Rostros satisfechos avejentados me miran a la par.
...
-Preparé un baño caliente señorita, la ayud-
-Vete, lo haré yo misma.
Escucho la puerta cerrarse detrás de mi.
Me purgo, este asqueroso sentimiento me inunda una vez más y nubla todas y cada una de mis emociones, pensamientos abrumadores me invaden. Debo salir de este cuerpo, es una pesadilla de la que deseo despertar hace ya, demasiado tiempo, tal vez más del que me permito recordar.
Cuando termino, me miro al espejo de cuerpo completo, lo siento Adelaide Reilish, hija del Duque Reilish, de familia noble, joven desafortunada... Pero te detesto, tanto que te quitaría la vida ya mismo, si no es que no lo hubiera intentado con anterioridad, incluso si ninguno de mis métodos funcionó, deseo que mueras y me liberes de este infierno.
Luego del baño me recuesto, decido de una vez por todas, intentar nuevamente, volveré a mi vida original, no sé qué hice para merecer estar aquí, pero no me quedaré por más tiempo. Daré lo que sea necesario, pero no pasará ese baile de debutantes, porque ya me habré marchado para ese entonces.
...
A la mañana siguiente me dirijo con mi dama de compañía y sirviente, claramente no sin antes obtener el permiso de mi padre, hacia esas calles carentes de bondad donde se encuentran los negocios que los nobles asisten frecuentemente, así demuestran su lugar en la sociedad, esa brecha que los separa de quienes pueden y de los que no; me excusé con una simple visita para comprar vestidos y joyería, como buena niña mimada, pero mis intenciones son diferentes.
Toco la puerta, el lugar se ve oscuro a través de una pequeña ventana de vidrío.
-Señorita, si su padre se entera que lo engañó...
-No lo hará, porque tú no dirás nada- interrumpo.
Pronto una mujer abre, y me mira, tiene ojos enigmáticos. Ella debe ser, la mujer de la que me hablaron, se dice que es una bruja y aún siendo escéptica, esta es mi última opción, ¿Cómo acabé aquí y por qué?, antes de que module cualquier palabra, ella habla primero.
-No puedo ayudarte.
La puerta se cierra delante de nosotras y me quedo boquiabierta.
-!¿Perdona?¡- exclamo ofendida, no puedo creerlo, es lo único que me queda, quiero saber qué hago aquí, una maldita "bruja o medium" lo que sea debe ayudarme; o incluso en este tiempo son igual de estafadoras que en el mundo moderno. Me volveré loca. Respiro profundo.
Calmo mis pensamientos hambrientos de conocer este horrible mundo que me rodea, golpeo la puerta una vez más, con insistencia, esa mujer hace su aparición nuevamente, intentaré ser dura con ella, pero parece precipitar cada uno de mis movimientos, así que me pregunta.
-¿Quién eres?-
¿Quién soy? no lo tengo claro, no conozco mi identidad, no más allá de lo aprendido desde que aparecí en este cuerpo una mañana lluviosa. Apuesto a que si alguien estuviera al tanto de mi situación o leyera mis pensamientos como si fueran una historia de fantasía, también querrían saber quien soy realmente, espero descubrirlo con el tiempo antes de que esta vida me consuma.
ESTÁS LEYENDO
La doble vida de Adelaide
FantasyNo pensé acabar así, ¿Por qué mi penuria fue intercambiada por la vida de alguien más? ¿Quién tuvo compasión de mí? Terminé reencarnando en un lugar desconocido, con miedo, me enfrentaré a esta vida, para regresar a mi cuerpo original. "Por favo...