Una mañana de septiembre, con los últimos rayos veraniegos del sol, amanecía el mundo tal y como lo conocemos: los jóvenes apuraban sus últimos días de vacaciones antes de la rutina de las clases, los amores de verano se prometían un "siempre" que duraría un es, como mucho; los pueblos de las cosatas despedían a sus turistas... Lo normal en un mundo normal en esas épocas. O, por lo menos, en mi mundo normal.
Acababa de cumplir los 15 años. Ese verano fue muy especial para mí, pues fue el último antes de toda esta mierda. Aquel año iba a comenzar mi ultimo año de enseñanza obligatoria, y todos mis amigos teníamos planes de futuro, es decir, los planes que tienen un puñado de críos de 15 años.
Pero aquel día de septiembre cambió todo. Mi mundo, el mundo de todos. Todo cuanto conocíamos se desmoronó.Y aunque había gente que lo pasaba mal por la crisis económic que pasaba el país, nunca imaginamos lo terrible que iba a ser el mundo.