Ainí

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La piedra en mi bolsillo era uno de mis recuerdos además de las imágenes, sonidos, sensaciones y sentimientos que experimenté en aquel lugar. Recuerdo los colores impactantes, el bello sonido del agua caer, el aire puro, el crujido de las piedras al chocar contra mis pies, el canto de los pájaros que colgaban en los árboles y esa música suave que sonaba de fondo, como si alguien en algún lugar lejano estuviera deleitando sus oídos al escuchar tal melodía.
Recuerdo a las personas que se encontraban a mi lado, se las veía serenas, cómodas y calladas, tal como yo me encontraba. Pero claro... ¿quién podría hablar en un momento como ese?¿ Quién podría alejarse de tal maravilloso paraíso?¿Quién podría estar intranquilo en ese lugar mágico creado por la misma naturaleza? Creo que nadie podría negarse a contemplar tanta belleza.
Recuerdo el amor y la libertad que sentí, esa sensación inexplicable en la que uno es, verdaderamente, lo que quiere ser y está a gusto con ello. Esa satisfacción que sentimos cuando estamos en el lugar que queremos, con quien queremos y que no hay nadie ahí que arruine tal cosa.
Pero sobre todo y lo más importante es que recuerdo la promesa que hice antes de irme, que no fue volver a tal lugar que alcanza la perfección, sino convertir mi mundo real y común en un lugar mágico, en un lugar en el que a pesar de las dificultades que se me presenten logre ser libre, feliz y recibir amor de las personas más importantes de mi vida.
Esa es mi meta desde ahora. Convertir mi mundo real en mi Ainí.

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