Una serie de oneshot (capítulos auto-concluyentes) entre los hermanos Álvarez.
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Van variando en cada capítulo, por lo que revisen bien cada uno de éstos.
"Tú me conoce más que nadie, yo te amo más que a mi Glock, esta fama no me interesa, sólo quiero estar contigo..."
Tras su triunfo en su Movistar Arena, y su respectivo carrete a modo de celebración, Cris llevó a su hermano menor a su casa para que pudiese descansar, aunque éste tenía otros planes en mente. _____
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- Incesto entre hermanos. - Infidelidad. - Relaciones sexuales sin protección.
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- "Ando con lo que me compraste...", comentó con tono seductor el joven de 18 años de edad al otro muchacho mayor con el que estaba, quien se acercó a él para abrazarlo y apoyar así su nariz y boca en ese cuello cuyo aroma le parecía irresistible una vez ya cerrada la puerta de la casa, estando por fin a solas tras la celebración por el primer concierto en el Movistar Arena de los agendados para este año, "...y no me refiero al polerón"
Ambos sabían que ese nivel de intimidad no era lo correcto, ya lo habían conversado en más de una oportunidad desde la primera vez que sus manos se entrelazaron y sus labios se acercaban, sintiendo el cálido aliento del otro en sus rostros jóvenes en la pieza que ambos compartían en su ciudad natal un día de verano en que su familia había salido de vacaciones por un fin de semana, quedando el Cris a cargo de la casa.
No estaba bien lo que estaban haciendo, tampoco dimensionaban del todo el tabú y estigma de ese cariño y ahora pasión, impura desde cualquier punto en el que se mirara, en la que ambos chicos se sometían entre sus caricias, agarrones y besos. Todo eso podía ser su perdición no sólo como hermanos, sino también para su familia y amigos más cercanos, ¿qué pasaría si alguien se enteraba de aquello?
Los problemas que eso llevaría con el resto de sus hermanos. Sus papás, ¿qué pensarían de ellos? ¿estarían decepcionados? ¿los echarían de la casa?
Sin embargo, esa tarde de verano, los dos cuerpos sudados por el calor imperante que hacía en aquel verano en La Serena y que se transmitía por la ventana y paredes de la casa - al punto en que ambos andaban sin polera - y la cercanía inusual de hermanos que, desde que tenían memoria, siempre estuvo, sería el inicio oficial de una dinámica bizarra y viciada cuando fue el menor quien, acercando su mano y cuerpo al mayor de los Álvarez, tomó la iniciativa de acercar su rostro lampiño al del otro muchacho, sumiéndose de esta manera en una relación que solamente ellos dos entendían.
Una relación oculta. Una relación que iba más allá de la compresión que podría tener el resto. Una relación con tal grado de intimidad y compromiso que nadie podría siquiera igualarles.
Una relación que iba consolidándose como tal a medida que la ropa de ambos iba desprendiéndose en esa tarde, reconociendo ambos en sus ojos que no había vuelta atrás cuando Cris comenzó a entrar en el interior de su hermano menor, el cual sólo atinó a morder su labio por el placer y dolor que estaba generándole ese miembro erecto que, de a poco, iba recorriendo gran parte de su cavidad anal. Esas embestidas, acompañadas no sólo de gemidos, manoseos, quejas, besos y mordiscos, sino que también de una sensación adrenalínica de no estar haciendo algo correcto y la búsqueda por querer unirse no sólo en cuerpo, sino en uno solo, hizo que ambos terminaran en un corto tiempo, finalizando el menor en su propio estómago y pecho mientras que, tras otras embestidas más, sintió cómo su hermano eyaculaba dentro suyo, depositando ese líquido blanquecino en sus paredes internas al mismo tiempo en que se miraban fijamente a los ojos, reconociendo de esta forma que habían cruzado oficialmente un punto sin retorno.
