34.

426 66 4
                                    

Me muerdo el labio inferior y miro el perfil de Zhang Hao, quien sólo esperaba que diga o haga algo.

—¿Sabes? —habla sin mirarme—. Puedo quedarme en casa de Hikaru o Hyu...

—Cállate —todo el frío se va y sólo quiero golpear algo, siento asco—. Sube al auto, tengo que hablar contigo.

Saco mis llaves y camino al auto, escuchando las suaves pisadas de Zhang Hao detrás mío.

Adentro prendo el aire acondicionado hasta que el aire es tibio y acogedor. Luego arranco y veo como Zhang Hao se acurruca en el asiento del copiloto.

—No te duermas, es un viaje corto —le digo dando la vuelta en la esquina.

Pero cuando miro a mi derecha, veo a Zhang Hao con la cabeza recargada en el vidrio, con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

—¿Es en serio? —pregunto molesto, aunque sé que no me responderá.

Durante esos quince minutos lo único que escucho es su leve respiración y el agua salpicando la banqueta cuando paso por algún bache. Llega a ser más relajante y aunque no me agrade, me siento menos solo.

Tal vez tenía que adoptar un gato.

—No, no, no... —desde lejos puedo ver la cabellera larga y pelinegra de Karina.

No detengo el auto y para cuándo quiero retroceder, ella me ve. Así que sólo avanzó, sintiendo mi piel achinarse cada vez más.

Estaciono el auto, miro a Zhang Hao dormir y luego a Hikaru que está en la puerta de mi casa esperando a que salga.

Tomo la sudadera negra que tengo en los asientos traseros y la pongo sobre los brazos y pecho de Zhang Hao, pero este se remueve un poco y la sudadera cae a sus piernas.

—Como sea —mascullo y salgo del auto sin volver a cubrirlo.

Cierro las puertas con el botón de las llaves y me rasco la nuca mientras camino a la puerta principal.

—¿Qué..? ¿Porqué? —no sé cómo empezar así que sólo comienzan a salir tartamudeos y palabras estúpidas de mi boca.

—Hablé con Matt y Jiwoong el otro día —contengo mis ganas de poner los ojos en blanco—. ¿Crees que podamos hablar?

—Karina... —me tallo la cara con frustración y niego con la cabeza—. No, ya no... No hay nada de que hablar, ¿bien? Todo eso, tú... Lo que fue de mí antes de irme ya no existe. Volví a Seúl porque es mi hogar, aquí están mis amigos y familia.

—Me dijiste que yo era tu familia.

—Eras, bien dicho —lo dije, no lo pensé y ahora quiero golpearme a mí mismo.

En cuanto sus ojos se cristalizan siento el impulso de abrazarla y protegerla, pero sólo pongo mis manos en mi cadera y miro al suelo.

—Lo dije sin pensar, no quise... —miento y se que mis ojos están rojos.

—Sé que...

—Basta, Karina. Ya, por favor —ruego, cubriéndome la cara con las manos—. Deja esto, sólo nos torturas, ¿crees que yo no te amé? ¿Qué no te amo? Karina, lo hago. Pero no puedo...

—No, Hanbin —me corta—. Si me hubieras querido no te hubieras ido. Y si me quisieras no me dirías cosas así... No eres el mismo chico que conocí en mi cumpleaños.

—No, por supuesto que no lo soy, Karina. Sólo tenía dieciocho, ya maduré, ya sé que quiero para mi futuro, ¡tú misma lo sabías desde que te conocí! —le grito, pero no me siento mal por ello—. Aún quiero ese futuro, ¿bien? ¿Podrías respetar el que tú no estés en el? —instantáneamente recibo lo que esperaba.

Pude haber evitado la bofetada, pero ambos la necesitamos. Ella para sacar su dolor y yo porque simplemente sé que soy una mierda.

Mi mejilla arde, pero olvido el dolor físico cuando la veo llorar. Mi pecho duele y sé que no es la única llorando.

Me acerco un poco, pero ella se aleja, negando con la cabeza y limpiándose las lágrimas.

—No te mentiré, Hanbin. Volví y volveré porque quiero estar contigo. Matt había dicho que podíamos... —toma aire entre sollozos—. Sabía, sé que no es verdad. Pero aún quería tenerte. Antes de ser novios fuimos los mejores amigos, inseparables. Nos cuidamos mutuamente. Y-Y... Quería traer eso de vuelta, pero ahora sólo parece que mi simple existencia hace imposible la tuya...

La beso.

No fue un impulso, más bien una necesidad. La extrañaba, la quería. Pero, cuando la beso y sus suaves labios se mueven contra los míos ya no siento lo mismo. Ya no siento lo de antes, solo siento un contacto físico.

Mi pecho se siente vacío y una sensación de paranoia se aferra a mi espalda mientras me separo.

Tomo su rostro entre mis manos y acarició sus mejillas mientras niego y mis mejillas se humedecen.

—Siempre tenía que callarte así —ambos reímos levemente.

—Perdón —se disculpa casi inaudible y me abraza—. Nos vemos luego.

Baja las escaleras de la entrada y trota a la calle.

Corro detrás de ella, pero me detengo antes de salir de mi patio. Incluso si la alcanzará no sabría qué decir, que hacer. Sólo cometería más estupideces y he hecho suficiente desde que volví.

gym ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora