「A veces cerciorarse en los números pueden salvarte o complicarte la vida...He aquí la historia de como un padre de familia y CEO por error, envía el mensaje equivocado al número equivocado.」
-Estilo: AU- Modelaje/Cotidiano/Romance
-Categoría: Longf...
Shary Pov's: Hola si has llegado hasta aquí por medio de AO3, espero que puedas disfrutar de esta bella historia desde WATTAPAD, Alianza YOI e Inkspired. ¡Nos leemos al final!
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►Una semana después / Escuela Privada Primaria de New York.
Cuando se habla de "disculparse", dicen que solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de hacerlo. Un ser vil no perdona y mucho menos, se disculpa porque no está en su naturaleza (Esto, según lo dicho por Laurence Sterne) sin embargo, una cosa es decirlo... Otra ya es aplicarlo, y tal parece que el CEO Giacometti tenía bastantes dificultades para lograr su cometido.
—Mejor lo hago mañana. —Era habitual verlo aplicar su ataque definitivo: "Huir en el acto"
—¡Chris! ¡Vas para una semana y no has avanzado nada!
El ruso con el sombrero, lentes y el vestuario negro menos disimulado del mundo para estar camuflado entre la multitud, como si fuese un espía de los años sesenta, lo regañaba porque siempre que iba a la escuela ocurría lo mismo.
—¡Por amor a todo, apiádate de mí!, ¡Ya quiero dormir acurrucado en mi cuarto con mi Yuuri! —Lo jaloneaba fuertemente—. ¡Y deja de ser tan cobarde!
—¡No! —Se aferraba con todas sus fuerzas al hidrante de incendio—. Sé que debo hacerlo, pero me desmorono con solo pensar que debo verlo a la cara, la poca dignidad que tengo se me va al carajo...
En palabras de Víctor eso debería de ser pan comido, era solo ir, preguntar por el profesor y ya (y más si no quiere morir en manos de ese japonés) pero vaya que ha sido difícil convencerlo, lo otro es que la vergüenza en Christopher...No lo abandonaba.
—¡Eres el hombre más lujurioso y sin pudor que conozco para que salgas con esas!
—¡Pues, te equivocas!, ¡soy un lujurioso decente, no un puerco! ¡Whoaaa!
Perdió fuerza en su agarre ambos cayeron de espaldas al suelo, Víctor obtuvo un chichón en la frente al chocar su cabeza con la de Chris y en medio de su sollozo, aguantó lo mejor que pudo para hablarle en carácter a ese cobarde gigantón.
—¿Quién se supone que eres? —Lo sostuvo por los hombros y le miró con decisión.
—¿Eh? —Aquella pregunta desconcertó al rubio de ojos gateados.
—¡Anda, dime! ¡¿Quién eres?! —Lo exigió tras acomodarse su mechón platinado.
