Ciego

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Santiago la vio por primera vez en la clase de literatura. Su pelo castaño, como olas de caramelo, caía en ondas sobre sus hombros, y sus ojos verdes, como esmeraldas, brillaban con una intensidad que lo dejó sin aliento. Se llamaba Camila, y era la chica más hermosa que había visto en su vida. En ese instante, un flechazo de amor lo fulminó.

Leía poemas, dedicándoselos en silencio, e incluso le escribía cartas de amor, vertiendo en ellas su corazón. Sin embargo, en el fondo, Santiago sabía que Camila no sentía lo mismo. Ella lo veía como un chico más del montón.

Su obsesión creció día a día. La seguía a todas partes, como una sombra enamorada. Le enviaba flores anónimas, llenaba su casillero de mensajes de amor y detalles cuidadosamente seleccionados: sus dulces favoritos, poemas escritos a mano, pequeños dibujos... Camila, acostumbrada a la atención fugaz de los chicos, no le daba mayor importancia. Para ella, eran solo juegos de adolescentes que pronto se esfumarían. Pero Santiago era diferente. Su pasión no se apagaba, se reinventaba cada día con nuevas y creativas muestras de afecto.

Un día, harta de la incógnita, Camila decidió dejar una nota a su admirador secreto. Un mensaje que, sin saberlo, cambiaría el curso de su historia.


Santiago estaba vuelto loco, ella lo quería conocer!

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Santiago estaba vuelto loco, ella lo quería conocer!

En una fiesta y frente a sus amigos, ¿que mas podía pedirle al universo?

Llego el dia mas esperado para Santiago y sentía que el corazón se le saldría por la garganta, no iba solo obviamente, llevaba a su mejor amigo Romichel, quien no estaba tan encantado como Santiago, pero tenia que apoyarlo, era lo ultimo que podía hacer ya que no lo convencio de desistir en su plan de hacer que la chava mas bonita de la escuela notara su presencia.

La música vibraba en las paredes del salón, mezclando ritmos electrónicos con risas y conversaciones animadas. Luces de colores estroboscópicas bañaban la pista de baile, creando un ambiente electrizante, la fiesta era un hervidero de movimiento y color, como un cuadro abstracto en constante cambio. En medio de ese caos, Santiago, con una sonrisa nerviosa en el rostro, observaba a Camila desde el otro lado de la sala, ella reía junto a sus amigas, resplandeciendo bajo las luces, con su vestido rojo que resaltaba su figura y su cabello castaño suelto sobre los hombros. Santiago se quedó embobado, admirando su belleza.

De repente, Romichel, su mejor amigo y compañero, lo golpeó en el hombro.

"¿Qué haces ahí parado? ¡Vamos a divertirnos!", le dijo con una sonrisa pícara.

Santiago asintió, tratando de apartar la mirada de Camila. No quería que ella lo viera así, tan torpe e inseguro.

Se unieron a un grupo que jugaba a la botella. El ambiente era animado, lleno de risas y coqueteos. Santiago se sentía cada vez más incómodo y fuera de lugar, en un giro del destino, la botella giró y se detuvo apuntando directamente a él. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Todos lo miraban expectantes, pero él ni siquiera quería levantar la vista, solo estaba ahí por Camila, no para besuquearse con alguien mas. Santiago trago saliva y levanto la mirada seguro en lo que diría, pero se quedo mudo al ver quien estaba en el otro extremo de la botella.

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⏰ Última actualización: Apr 11 ⏰

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