DADDY PLEASE ┋ Lizkook

d o s

JUNGKOOK

Tome la última fritura de la bolsa y la metí a mi boca, sacudi mis manos y volví al chat.

Reí ante esa pregunta tan ingenua, pues por algo estaba en aquel chat pero no la asustaría, si quería conseguir algo debía ir poco a poco

Lalice06 dice:
Hola, tú también me pedirás fotos desnuda?

Jeonjk dice:
Tranquila no soy como los demas
Solo quería decirte que
Tú nombré es muy bonito.

Lalice06 dice:
Oh, muchas gracias

Jeonjk dice:
Seguro es tan bonito como tú

Lalice06 dice:
Oh dios 😳

Jeonjk dice:
¿Puedo saber que buscas por aquí?

Lalice06 dice:
No lo sé, entre por curiosidad

Jeonjk dice:
No tienes 18 años, verdad?

Lalice06 dice:
Tanto se nota? Tengo 16

Jeonjk dice:
Tranquila, no me molesta.
Te gustaría hablar por Skype?

Lalice06 dice:
Mmm... De acuerdo.

No me molestaba que sea menor, seria más divertido para jugar, normalmente no debía pelear mucho con las de mi edad, simplemente mostraban y ya.

Esa jovencita alimentaba mi intriga, incluso me era existente el hecho de que sea menor, dos veces había intentado jugar con menores pero ambas se asustaron al momento de la Webcam ya que no creían que quien estaba en la pantalla era yo.

Abrí el Skype y comencé la llamada con el nombre de usuario que ella me había enviado.

La pantalla se abrió y lo único que podía ver era un papel con la frase "No puedes verme, soy ilegal" 

—Hola Lalice la ilegal. —la saludé aguantando la risa.

«Por dios... ¿Ese eres tú?»

Su voz era muy suave, me la podía imaginar de mil maneras.
En especial en una cama gimiendo mi nombre

—SÍ, este soy yo. —sonreí. — ¿Puedo conocerte a ti?

«Mmm... Aún no, todavía no tengo confianza, ¿Qué tal si quieres secuestrarme?»

—No creo poder secuestrarte, aunque depende. ¿De dónde eres?

me recosté contra el respaldo de la silla y lleve mis manos a mi cabeza, sabía que podía ver como mi camiseta se levantaba y mis músculos se marcaban.

«Soy de Daegu y... dios, lo siento, no puedo concentrarme si veo tus músculos marcados, en verdad eres muy sexy»

Reí y me acerque a la pantalla.

—Tranquila, no quiero ponerte incómoda, quiero que me tengas confianza. —sonreí—. Soy de Seúl pero estoy en Los Angeles, así que... supongo que me queda lejos para poder secuestrarte.

«Ya lo creo, bueno... supongo que podré mostrarme»

—Confía en mí. —sonreí. El papel comenzó a despegarse y pude verla por fin—. Oh dios... — mordí mi labio.