El cielo, el lugar donde las personas que hicieron el bien en su vida mortal tienen un lugar, sereno y tranquilo, sin conflictos ni peleas, donde todo lo que se ve a los alrededores son nubes, luz, vegetación pura y casas elegantes pero humildes, más allá de estás un enorme palacio con paredes de cristal reluciente, donde bellos ángeles vuelan de un lado a otro con sus bellas alas extendidas.
Ese era el hermoso cielo donde todo el mundo quiere ir al morir, pero así como existe ese hermoso lugar de luz y paz existe su contraparte: el infierno.
Un lugar donde el paisaje es oscuridad y luz de el fuego hirviente donde almas pecadoras caen para sufrir por la eternidad y pagar sus pecados cometidos en vida, donde la tierra es ceniza, donde la luz no es capaz de llegar, donde la vegetación no existe y las casas apenas son unas míseras ruinas o si de suerte cuevas donde no sabes si sobrevivirás, donde en el centro de aquel infierno se encuentra la única estructura elegante es el castillo del que gobierna aquel lugar y en sus adentros los muebles son elegantes pero en sus profundidades están las mazmorras donde jamás saldrás, un lugar donde los demonios no tienen control y pueden hacer lo que quieran con las almas pecadoras que tienen la desgracia de caer.
Y en medio de ambos mundos están el purgatorio donde almas que han tenido un equilibrio en su vida renacen al mundo donde se define todo: La Tierra.Volaba a toda velocidad lo más que sus alas podían bajo esa hermosa noche de luna llena, cuando de repente una flecha de ballesta se encaja en su ala izquierda, un quejido sale de sus labios y cae al suelo terroso de aquel bosque, se levanta con algo de dificultad y observa el daño hecho, la herida no era profunda pero si intentaba volar sería muy tormentoso.
-¿¡Dónde está el ángel!?- escucho gritar una voz ronca.
Volteo la mirada de dónde provenía el gritó con miedo, tomo aquella flecha de ballesta y con dolor se la quitó de su ala, la arrojó hacia unos arbustos y corrió, no sabía hacia donde se dirigía pero cualquier lugar era mejor que ser atrapado por demonios. Pero en un mal paso resbaló y cayó al suelo, ensuciando su túnica blanca, para su mala suerte sus captores escucharon el sonido y corrieron hacia él para saciar sus deseos carnales.
-Mira nada más, que belleza tenemos aquí para corromper- dijo un demonio caminando hacia el ángel con sus compañeros rodeando al ser de luz.
El ángel como pudo se arrastró de reversa hasta que su espalda choco con el tronco de un árbol, observó su alrededor con desesperación, poniendo las rodillas a la altura de el pecho, no había nada con que pelear y su ala estaba lastimada, para peor no podía utilizar sus poderes en el mundo humano, los ángeles lo tenían estrictamente prohibido, lo único que atino a hacer fue rodearse así mismo con sus alas, cierto que era un movimiento infantil que solían hacer los querubines cuando estaban asustados o avergonzados y que un ángel de su nivel hiciera eso era signo de que estaba en verdaderos problemas. Escucho las risas de aquellos demonios y como se iban acercando a él para quitarle su pureza, tembló con terror y vergüenza, no estaba pensado bien la manera de huir por el miedo, solo se encogió en su lugar sin atreverse a mover sus alas y mostrar la cara, pero los pasos se detuvieron abruptamente y un gritó desgarrador lo hizo taparse las orejas y cerrar los ojos con fuerza, luego... Silencio.
Abriendo de nuevo sus ojos y destapando se las orejas se preguntaba, ¿Qué pasó? No quería ver pero la curiosidad estaba ganando terreno así que con su mano alejo un poco una de sus alas para ver el exterior, ahogo un gritó al ver la escena.
Los demonios que lo habían estado persiguiendo estaban ahora en el suelo con los miembros fuera de su lugar, sus caras estaban marcadas de verdadero horror, con los ojos saltados de las cuencas, partidos a la mitad y con un líquido negro que estaba esparcido por los arbustos, los troncos de los árboles y un gran charco en el suelo justo cerca de las puntas de sus alas, apego sus alas a él cuando vio el líquido negro y una sombra tomando forma, sus ojos se abrieron más al verlo tomar forma.
Su cuerpo era musculoso, con piel blanca, algunas marcas de rasguño en los brazos y parte de el torso, cabello negro, peinado en punta (o tal ves no estaba peinado y así era), unos cuernos de cabra color negro en su nacimiento de cabello, el torso estaba desnudo pero unas cadenas que formaban una cruz en su pecho era lo que traía de la cintura para arriba, cinco grilletes lo adornaban, uno en el cuello, dos en la muñecas y otros dos en los tobillos todavía con unos pedazos pequeños de cadena colgando, lo único que le tapaba era un taparrabos negro que estaba muy malgastado y apenas estaba arriba de las rodillas, tenía un cola con punta de flecha y alas de dragón grandes, quizás unos centímetros más grandes que la suyas, lo que podía ver de su cara era unos ojos rasgados de color verde oscuro y cicatrices en estos.
Si no fuera porque aquel será era un demonio y se estaba comiendo un brazo de unos de los otros demonios le hubiera dado la gracias debidamente, pero la imagen lo tenía asqueado y asustado.El demonio volteo a mirarlo y el se volvió a esconder detrás de sus alas, se sentía de nuevo un querubín, escucho como el demonio de acercaba a él más no escucho más, tomando coraje para apartar sus alas observó al frente y vio al demonio a unos centímetros de su cara, quedó en shock al estar demasiado cerca de un demonio. Se miraron por unos segundos, observando los ojos del otro.
–Creí que los ángeles eran más agradecidos y no callados– dijo de la nada el demonio, alejándose de él rostro del ángel, este sacudió la cabeza.
–Me disculpo, gracias por salvarme de ellos– dijo en un susurró pero lo suficientemente fuerte para que lo escuchará, desvío la mirada avergonzado por su comportamiento.
–Si bueno, por demonios como ellos es por lo que estamos perdiendo honor...– Silencio un momento y apunto al ala de el contrario –¿Te lastimaron con una arma tan poco destructiva?
–¡No estaba prestando atención!... Solo, no quería que me atraparan– respondió mientras sus mejillas se adornaban de color rojo –No es un herida grave asi que me curare pronto.
El demonio lo observó un momento, aquel ángel escondió el ala lastimada en su espalda y no lo miro directamente. Ahora te lo pensaba, ¿Por qué ese demonio no lo a usado contra su voluntad, golpea y asesinado a sangre fría?, ¿Estaba jugando con él a caso?
–Sigueme, conozco un lugar donde podrás curarte y mantenerte a salvo– ordenó el demonio empezado a caminar en dirección contraria a él. El ángel lo miro dudoso pero no se movió –¿Acaso quieres tener otra persecución? Por aquí pasan muchos demonios, así que date prisa.
Aún con dudas lo siguió, caminó junto a él observando a su alrededor, cierto que lo había salvado pero no sabía que le haría, no iba a confiarse pero si ese demonio tenía razón solo le quedaba seguirlo y rezar para que no le pasará nada.
Caminaron un buen rato sin que ninguno dijera nada, hasta llegar a un bello paisaje que se parecía un poco al Edén, era un pastizal que se extendía por hasta cierto punto donde había más bosque, un río que paseaba tranquilo en medio de el lugar y un enorme árbol frondoso del que sobresalía algunas flores y frutas, el ángel quedó maravillado por tal belleza en el mundo humano mientras que el demonio camino cerca de él. Cuando se dio cuenta ese demonio estaba intentando quitarle su túnica ahora sucia mientras que él se alejaba lo más que podía utilizando sus brazos y piernas.
–¿¡Qué estás haciendo!?, ¡Sueltame!– forcejeaba intentando quitarse al demonio de encima.
–¡Si te quedarás quieto, sería más fácil!– respondió el demonio logrando desabrochar los botones de oro que estaban a los hombros de el ángel.
Continuaron así hasta que el demonio logro quitarle la túnica al ser de luz, cuando lo hizo se quitó de encima y camino al río, el ángel se cubrió el cuerpo con sus alas mientras los colores le subían a la cara, observó al demonio sorprendido estaba pensando las millones de probabilidades de lo que haría pero en vez de las cosas malas ese demonio se puso rodillas al lago y comenzó a lavar su túnica. Se acercó todavía con sus alas tapando su cuerpo y lo observó con incredulidad.
–Disculpa pero... ¿Qué estás haciendo?– el demonio lo volteo a ver con aburrimiento y luego regreso a su tarea.
–Estoy lavando tu ropa y me llamo Shura– respondió el azabache observando la túnica para verla bien, ya estaba más limpia.
–Si pero... ¿Por qué?
–En vez de hacerme preguntas dime tu nombre– dijo con brusquedad terminado de lavar la túnica y poniéndola en el pasto.
–Yo... Soy Aioria– respondió aunque no sabía si seguir confiando en él.
–Bueno Aioria, si te preguntas porque te salve no fue por ti, esos demonios estaban siendo muy cazadores y estaban dando más mala fama a nosotros los demonios y si te ayude a lavar tu ropa era porque no soporto ver suciedad en un ser hermoso– dijo como si nada.
–Me hubieras dicho y así no me hubiera imaginado lo peor del mundo, parecía que querías hacer otra cosa– dijo de nuevo con vergüenza pero con enojo.
Shura lo miro un momento y luego comenzó a reír, Aioria con más enojo y preguntas le empezó a gritar provocando las carcajadas de el demonio.
Quién diría que ese encuentro sería uno de tantos que quizás acaben más pronto de lo esperado.
Continuará...
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Ángeles y Demonios
Fanfiction"Puede mi infierno ser mucho más fiel que tú cielo, y mis demonios mucho más tiernos que tus ángeles" -formulo aquel demonio de cabello negro observando los bellos ojos de su ángel. "Quiero estar contigo, no sólo ahora, ni un rato, ni siquiera varia...