Prólogo

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"Paciente 0"


Rodrigo clava su pupila a Andrés.

-"Duele sentir como mi valiosa existencia tiene que vivir dentro de este cuerpo"

Se rompió el silencio, Andrés no sabía que contestarle "¿es normal que la gente se ponga así cuando consume alcohol barato?" Pensó. Estas últimas semanas esta bebida en particular había sido para los dos su favorita.

- ¿Por qué dices eso, Rodrigo? Hace unos minutos nos encontrábamos riéndonos sobre nuestro trabajo y estabas emocionado por tu nuevo acenso.

Rodrigo queda en silencio, fondea la botella, hace un gesto, suspira, todo ante la mirada atónita de Andrés.

-Ya no hay más, esta es la última. Dice Rodrigo mientras observa la etiqueta con una leve sonrisa.

-Si que sea la última, ya se nos estaba haciendo costumbre. Se ríe Andrés, Rodrigo voltea con reciprocidad, sus ojos vidriosos piden un abrazo, pero no el de Andrés, sino de alguien que no sé encontraba entre ellos.

-Vamos a meternos a la casa, ya me dio un chingo de frío amigo. Toma el hombro de Rodrigo.

A pasos torpes Rodrigo logra entrar, se cae sobre la entrada, se va arrastrando a su sillón, a Andrés le parecía triste la situación de su mejor amigo, "puede que si me quedo un rato más se le pase" pensó.

-Puedes pasarme mi cargador. Dice Rodrigo arrastrando cada palabra de su boca.

-Claro, no te muevas. "No podía ni hablar, como se va a mover" piensa Andrés.

Entra al cuarto llega a su buro y abre todos los cajones, en el segundo observa que está lleno de cajas, "barbitúricos", ¿Rodrigo también se había rendido? Pensó.

El cargador se encontraba sobre la cama, lo toma y va con su amigo, se sienta junto a él, pende un cigarrillo.

-Mañana trabajas. Escucha Rodrigo

- Tu también wey, necesitamos dormir temprano. Contesta pausadamente y entre el hipo. Se observan con confidencia.

-Puedes quedarte. Continúa.

-Déjame tu cama Bro, me duele la espalda. Replica Andrés

-Está bien, me quedo en el sillón. Rodrigo ya se había puesto cómodo.

-Gracias, Amigo. Sonríe Andrés

-Gracias a ti Andrés. Le contesta en voz baja.

Andrés toma un par de cervezas y se encierra en el cuarto, abre el cajón, agarra las pastillas y empieza a tomar una por una, no encontraba mejor lugar para hacerlo, lo había planeado desde hace mucho, en su casa estaba su familia, no quería que lo vieran, ahora en la casa de su mejor amigo, la oportunidad estaba servida, Andrés sabía que a la mañana siguiente Rodrigo entendería lo que había hecho, total estaban en la misma situación.

Pastilla tras pastillas cada vez con más violencia, su conciencia luchaba contra el cuerpo, va ganando la muerte, el sueño inmediatamente invade su alma adolorida, sabia fingir muy bien, pero siempre fue demasiado sensible para este mundo, no existía abrazo, ni palabras que lo hiciera sentirse mejor, La existencia le había prestado vida de más, se recuesta con la expectativa de no volver a sentirse miserable.

Ya no volvió a sentirse así, ya no volvió a sentir nada.

Parasito S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora