Capítulo 1

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– Papá, soy gay.

Esas tres palabras cortas, pero significativas para el jóven, fueron los provocadores de insultos hacía él.

Las miradas de desaprobación y asco de sus padres eran aterradoras e hirientes. Jungkook tenía miedo. Pero seguía ahí. Parado y con la mirada en frente.

Su padre acuchilló palabras en su corazón y las lágrimas de su madre solo las volvieron más dolorosas. Pero no había vuelta atrás.

Cuando sintió que no podía aguantar otra palabra más, corrió, saliendo de la casa en donde había vivido sus veinte años de existencia.

Fue a los brazos de su mejor amigo, de su vecino, de su consuelo, de su protector,  de su primer y único amor. Jung Hoseok.

– Tranquilo, Jungkookie, lo hiciste bien.

– E-ellos me odian hyung... — su agarré fue más fuerte, sentía que se derrumbaba en los brazos del castaño.

Su hyung levantó su mirada, haciendo que ambos conecten sus ojos y acunó sus mejillas en las palmas de sus manos.

– No lo hacen, no te odian, ¿Quién puede odiarte, Jungkookie? Si eres lo más hermoso que existe en el mundo, la más perfecta creación del universo.

Lo siguiente fue un color rojizo en las mejillas del menor. Por su parte, el mayor rozo sus narices como lo hacían desde que eran niños pequeños, un simple acto que el menor comenzó a amar y desear que solo lo haga con él.

– M-me veo horrible llorando, ¿Verdad hyung?

Rápidamente limpió sus lágrimas, pero fue detenido por su hyung, quién lo miraba con calidez y amor.

– Conmigo, Jungkookie, puedes llorar todo lo que quieras y puedas. — lo abrazo nuevamente, acariciando la cabellera oscura del más pequeño. — Llorar está bien, eso te hace fuerte y te vuelve más humano, así que, por favor, si quieres llorar házlo, yo seré el hombro que te consuele todo lo que necesites.

Y las lágrimas no tardaron en llegar. No solo del menor, también del mayor, que se sentía dolido de ver en ese estado a su mejor amigo, no quería verlo así, pero no podía hacer más que compartir ese dolor con él y acompañarlo.

Ambos lloraron toda la tarde, hasta que sus ojos hinchados dolieron y descansaron, abrazados como lo hacían desde hace diez años.

Jeon Hoseok y Jungkook habían sido muy cercanos desde que el mayor llegó a su vecindario una tarde de primavera hace diez años. Ambos entraron en confianza rápidamente y se volvieron mejores amigos.

En la mañana, Jungkook abrió sus ojos y guardo una risita. Su nariz con la de su hyung rozaban, y eso era muy romántico. Observo cada lugar del rostro de su hyung, deteniéndose en esos labios que anhelaba besar algún día.

Calló esos pensamientos, saliendo cuidadosamente de la cama. Se despidió de la señora Jung, yendo a su casa, pero algo lo detuvo.

Había un auto estacionado frente a su casa. Nunca lo había visto. Un idea cruzó por su mente. Pero nego, no era posible que haya vuelto. Así que entró. 

Sus padres estaban desayunando. Pero había alguien más ahí, dándole la espalda, ¿Acaso podría ser posible?

– Veo que ya volviste. — habló su padre. — ¿Qué haces ahí parado? Ven y saluda a tu hermano. Volvió a casa.

– ¿Tae hyung?

– He vuelto, Jungkook. — y dándose la vuelta, le dió esa sonrisa que tanto lo caracterizaba. Ambos hermanos Jeon se dieron un abrazo.

❛❛ Amor y Venganza ❜❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora