Azul mar

17 3 1
                                    

En la gran ventana del lugar que ambos conocemos, estaba alli, mi reflejo sin el tuyo.

No puedo creer esto, siento que mis manos están en un sueño y que por más que me pellizco no consigo despertar.

―¿Él? ―pregunté a quién trataba de consolarme.

―Jorksen, él, él rubio.

De manera inaudita mire a sus ojos celestes.
―Desearia que fuera mentira. ―con rebeldía me levante, pero el sentimiento le gano a mis pupilas.

―Deseo dejar de desearla. ―me dije sin replica.

El esqueleto que cargo quiere dejar de bailar la sinfonía del amor, pero mis nervios siguen igual de aferrados e igual de cosidos. Hoy más que nunca busco que tus manos vuelvan a llevarme a lugares para hablar horas sobre nuestras grises infancias.

Me despedi con la mirada antes de recitar mis palabas ―Me voy, Thanner.

Aquel amigo se quedo atrás, mi silueta se deciso entre todas las demás y con eso mis ganas de no verla, de toparla entre la ahogadora muchedumbre. Buscaba entre los pasillos su cara, sus pecas, sus ojos negros y su cabello azul teñido. En desespero corri y corri tanto como pude por las instalaciones, se suponía que debía ir con el señor, ¿pero qué escucharía de él?

¿Jorksen?

Quería recuperar las horas, ¿un beso?, ¿una disculpa?, no tenía idea de qué y cómo.

―Quiero verte ―suspire con anhelo, mi cuerpo había llegado al asiento que se me había asignando.

Cada hora se aplazaba más la espera. Quería verla para siempre.

Siempre.

Al terminar, mi cabeza supo donde ir y mi corazón bombeo lo suficiente para llegar.

La lejanía no era un problema, su melena de reina azulada me gritaba a los ojos que estaba delante, que llegera y la saludara, que le hablara de todo. No alcance a suspirar cuando estaba delante de mi, viéndome.

Mi boca había dicho algo de lo que no me acordaba.

―Deseo ―su dedo se interpuso entre mis labios.

Me conocía, la conocía.

Una conexión inaudita, fantasmal y de otro mundo volvió a nacer entre el suave rose de nuestros labios. El cosmos se caía en sus carbonizados ojos, no tenía idea de nada y ella tampoco. Abrazados, así quedamos como pegostes y a decir verdad, moverme no era una opción relevante.

Miedo, miedo de Jorksen.

―Jorksen ―mi mente grito y la garganta susurro.

Ella contesto con un suspiro y apretó más fuerte, sabía como hablar sin tomar aire.

―Kirsa ―recité su nombre.

―Gryler ―ella el mio.

No sé como la luna ascendio, ni quien me había dado permiso de llevarme a el mar a mi habitacion. Sólo no conocía el reflejo de mi cara.

La mandataria me hizo reaccionar con ambas manos sobre mi rostro ―No tengas miedo ―decidí creerle por el coete en el pantalón.

―Disculpame.

―¿De qué?

―Por no ser Jorksen.

―Jorksen es una leyenda dentro de mi.

―Quiero que olvides.

―Quiero que entiendas.

Las estrellas iluminaban lo suficiente para que ella penetrara mis ojos verdes. Realmente no necesitaba una arma para quitarme todo, solo sus manos para dejarme una revesitidura de sudor y besos. Su silueta era tan perfecta, mis manos se sentían pecadoras por tocar el borde de cada uno de sus músculos.

Con flaquides tome su mano mientras comenzaba a tirar de ella.

Había sonidos, choques, todo a la vez y con poca la decencia de no ser la primera vez.

Apesar de alejarnos, siempre te buscaba y tu siempre me esperabas para como agua retomar los ciruelos de ríos sobre mis áreas favoritas. Aprovechaba para masajear tus dulces bombones, tú seguías pidiendo más con la luz amarilla de la lámpara sobre tus ojos.

Complacía con estreches nuestras banalidades, pero que importa cuando sigo dependiente a tu película favorita, a tus zapatos preferidos y a los suaves besos en el cuello.

Entre insonoros gemidos por la alta noche ambos terminamos con un abrazo sobre la cama.

Nunca antes me había preocupado.

Jorksen había dejado de existir para ambos.

En sus brazos deseaba dormir.

Ella desapareció funcionandose con la marea a la mañana siguiente.

El frío de la otra parte de la cama se sentía tan palpable, a mi mente solo regresaba el recuerdo del beso a medio día.

A la hora nona en nuestro lugar favorito, en donde ya no esta tu reflejo y donde siempre trato de encontrarlo.

Solo te encuentro fuera del ventalan, solo te encuentro cuando dejo de mirar al mismo.

Cuando veo al vental más grande, el mar, es donde yo te recupero y en donde despierto a tú lado en la mañana.

El Mar VentanosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora