Prólogo

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Lloyd es un hombre insignificante, su existencia en este mundo es tan inútil como un cero a la izquierda. Toda la vida se ha preparado para sobrevivir, en otros términos, para vivir una vida aburrida sentado en una oficina, con un jefe que le gritaba cada vez que cometia un error. En cuanto a sus relaciones, son inexistentes, sus padres le echaron de casa al ver que el dinero que llevaba era poco.

A pesar de todo, el hombre logró casarse con una bella mujer e incluso tuvieron un hijo. La vida le sonreía a Lloyd, solo para que después le llegará la realidad

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Ahí estaba el, recibiendo las gotas de agua que provenían del cielo, con el ruedo de las sirenas de la ambulancia. El simplemente se quedó allí, incapaz de pronunciar alguna palabra mientras observaba fijamente los cuerpos sin vida de su esposa e hijo

Su aspecto, demacrado después de aquella experiencia, solo fue a peor, su cabello estaba siempre desordenado, su barba era tan pobre que, no sería sorprendente que algún día se dañara por el poco cuidado. Físicamente al borde de la desnutrición, el no comer producto de la depresión le estaba pasando factura

A pesar de todo esto el siguió trabajando, haciendo lo que podía para evitar no pensar en los sucesos pero evidentemente, era inevitable. Los hilos de sus pensamientos los manejaba aquel recuerdo, ver a su esposa llena de sangre, con heridas en la cara mientras en sus brazos, en un intento de salvar a su hijo, lo abrazaba con debilidad.

Todo esto siempre estaba en su mente y un día no soportó, subió lo más rápido que pudo al piso final del edificio, abrió a patadas la puerta y ahí mismo, ante el vacío, decidió lanzarse.

No se supo mucho de Lloyd después del suceso, solo que, estaba muerto, pero han pasado años, y un día, en medio de la nada, tal vez en un cementerio, Lloyd abrió los ojos

Una vida sin morir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora