I take his hand, we sink.

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Una alarma se encendió, el retintín apremiante surgió del fondo de su cabeza mientras su boca se amoldaba a la de Jimin, un escalofrío bajó por su nuca a su columna vertebral, una pequeña corriente eléctrica que se expandió por el resto de su cuerpo. Lo atribuyó al íntimo contacto que estaba teniendo con el omega.

Desconectó sus pensamientos y se abandonó a Jimin, a sus suaves labios y a su esencia a chocolate que le envolvía al punto de que su olfato no era capaz de reconocer otro aroma que no fuera el que emanaba de la piel del menor, aquel que desde que lo percibió le hizo dudar, que de a poco fue destruyendo todo en lo que creía, y ahora que tenía tan cerca la fuente misma de tan tentativa fragancia, solo era cuestión de atraerlo y permitir que su frente descansara en su hombro, para él poder atacar su nuca, y marcarlo, reclamarlo antes de que fuese demasiado tarde. Antes de que aquel alfa se lo arrebatara.

Con la mente en blanco siguió su instinto —Jimin no estaba en mejor condición que él y permitió que con sus manos le guiara a su pecho—, rozó sus labios en aquella zona caliente y rojiza, abrió la boca y un nuevo escalofrío le atacó.

El rostro de Soonyoung apareció cuando cerró los ojos. Una imagen nítida que adquirió fuerza tras cada segundo que permaneció estático.

—Soonyoung —se le escapó de los labios el nombre de su pareja y con ello la bruma que ceñía su juicio.

No podía hacerlo, si marcaba a Jimin dañaría al omega que juró proteger con su vida. Con aquel pensamiento su lobo logró controlarse, permitiendo que el sentido de la realidad le golpeara como un puño.

Percatándose que sujetaba a Jimin con fuerza por los brazos, y se mantenía aferrado a él, respiró profundo antes de liberarlo, pero el omega no se alejó, continuó en aquella postura, negándose a mirarle a los ojos, a enfrentarlo.

Jimin temía que le dijera que había sido un error, un impulso del que nunca debió dejarse llevar. No quería escuchar su rechazo, aún cuando no fue él quien dio el primer paso. El resultado seguiría sin cambiar.

No estaba ignorando la existencia de Soonyoung, de hecho, era por él que deseaba desaparecer de la faz de la tierra, de esa forma también lo harían aquellos sentimientos que en primer lugar nunca debieron nacer, sin importar que la criatura que se formaba en él fuese de Jungkook. Tendría a su hijo, pero eso no significaba que por ello debía amarlo. El amor había surgido por su propio capricho.

—Lo siento —expulsó apretando en sus puños la camisa del alfa.

—Esa debería ser mi línea —respondió Jungkook tras expulsar el aire agobiado—, fui yo quien te obligó.

—Nunca lo hice por obligación, estaba esperando que algún día sucediera, por eso me disculpo —admitió tomando su parte de responsabilidad—, Soonyoung y tú han sido tan buenos conmigo, que merecen el mismo trato de mi parte y que cumpla con mi deber, sin inmiscuirme en su relación. Lo sé y aún así no puedo frenar a mi cabeza, que crea una y otra vez escenarios donde yo soy tu pareja, donde mi padre te eligió a ti como mi esposo y al final tenemos algo parecido a lo que ya posees con Soonyoung. Es por eso que me siento mal, y el estrés es una forma de manifestar la culpabilidad que me acosa cada que me tratan bien. No merecen a alguien como yo, lo mejor será que me vaya de su casa, sé que todo irá bien, te daré un bebé fuerte y sano.

Jungkook lo empujó con fuerza hasta conseguir que se enderezara y sus miradas se encontraran.

—No te irás —replicó sin lugar para que se colaran dudas.

Era difícil asegurar si había ignorado todo su discurso anterior y solo escuchó lo último, o quizá para lo primero no tenía una respuesta.

—Necesito hacerlo —dijo en un tono que le exigía que lo entendiera, nunca antes le había hablado así, pero después de cruzar la línea, no tenían más opción que mantener una distancia considerable.

Una donde fuera imposible por las mañanas toparse en el desayuno, o en las tardes en el jardín, donde no vivieran bajo el mismo techo. Ni sus ventanas apuntaran a la misma dirección.

Jungkook apretó los labios, pensando en las alternativas que tenían, mas ninguna le convencía. Lo único que sabía con certeza, es que era vital que se mantuviera a su lado.

Como aún lo sujetaba por los brazos, deslizó sus manos hasta alcanzar las del omega. Lo tomó en un gesto que delataba que no deseaba lastimarlo.

—Quédate, por favor —pidió sin más explicación.

Sin aclarar lo que había sucedido, sin decir si había sido un error y en realidad, sin disculparse de verdad.

No le gustó la forma en que su corazón se derritió por aquel toque, no le agradó nada que su lado racional se conformara con aquellas palabras que no alcanzaban a ser una respuesta.

—¿Para qué? Estaremos mejor si me alejo de ti y de Soonyoung —aunque estaba diciendo lo contrario a lo que deseaba, esperó que mencionando al esposo de Jungkook, ambos despertaran de aquel encanto.

Negando con la cabeza, le dio a entender que no aceptaba esa excusa.

Jimin suspiró y entrelazó sus dedos con los del alfa.

Las mariposas de su estómago revolotearon de un lado a otro sin conseguir escapar, y al pensarlo creyó que era irónico, porque su situación era similar.

✧✦✧

Al regresar a casa se percataron que Soonyoung no se encontraba por ninguna parte, Jungkook le llamó y la madre del omega fue quien atendió en su lugar, no duró más de diez segundos en la línea, la mujer le explicó que estaban en el hospital.

No se atrevió a dejar solo a Jimin, por lo que lo llevó con él.

Soonyoung estaba en una camilla, se veía pálido y sus labios estaban resecos. Al verlo, la omega que sostenía la mano de su hijo, se puso de pie para permitir que hablaran.

—No me veas así —dijo Soonyoung en medio de una sonrisa triste—, no quería preocuparte, por eso llamé a mi madre.

Estuvo varios minutos inconsciente, al recuperar el conocimiento lo primero que hizo fue tomar su celular. No encontrar ninguna llamada de Jungkook le hirió, aunque mitigó el dolor pensando que quizá su unión había sufrido alguna especie de interferencia, tal vez algo había ocurrido para que no se percatara de que lo necesitaba.

Al final, su chófer lo llevó al hospital y en el camino contactó a su madre.

El motivo de su debilidad, le habría gustado que ambos lo escucharan, pero tras recibir el consejo del médico, quizá fue lo mejor enfrentar aquella situación solo.

Aquel pensamiento le había dado la fuerza para ahora poder mirarle a los ojos. De otra forma no podría. Porque después de todo, su unión había demostrado no ser lo suficientemente fuerte.

—¿Todo está bien con Jimin? —cuestionó, recordando que esa mañana habían salido para una consulta de emergencia.

Jungkook se acercó hasta el omega y quiso tomar su mano, pero algo le detuvo.

Jimin estaba en la sala de espera.

—¿Qué pasó? —le preguntó sin la intención de responder a lo anterior.

Ahora consciente que aquella alarma en su cabeza era Soonyoung intentando transmitirle su malestar.

El omega en un espacio de la camilla dio unas cortas palmaditas indicándole que se sentara.

Se iba a negar, pero verle tan demacrado hizo que la culpabilidad por descuidarlo se retorciera en su pecho, un nudo se formó en su garganta e hizo lo que pedía, esta vez, no se contuvo y tomó su mano.

El calor familiar, reconfortante, se expandió con rapidez por todo su cuerpo.

Soonyoung le sonrió, aquel gesto alcanzado sus ojos, una sonrisa que a pesar de su estado, era hermosa, quizá la más maravillosa que le vio jamás.

—Jungkook, en este momento, un bebé tuyo se está formando en mi vientre... Es un milagro.

éramos indestructibles  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora