Capitulo único.

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La música sonaba estruendosa en sus propios oídos. Trató de calmarse tomando un trago de su vaso. La gente a su alrededor parecía estar pasando un buen rato, riendo y bailando, mientras él no dejaba de darle vueltas al mensaje que había llegado hace un par de minutos a su teléfono. Si era sincero consigo mismo, los dedos le picaban por contestar. No podía perder esa batalla, pese a su deseo inminente de responder. Debía recordar por qué habían terminado en primer lugar.

Su relación con Shoyo había comenzado hace un par de meses. Se habían conocido en el cumpleaños de una amiga en común, Yachi. Su conexión había sido un flechazo directo al corazón (y si tenía que ser franco, también había sido un flechazo directo a sus pantalones). Cualquiera que los hubiera visto en ese karaoke, hubiera pensado que se llevaban mal. Sin embargo fue todo lo contrario. Kageyama entendió al segundo de interactuar con él que su compañía sería un constante juego de dominación, una pregunta frecuente de quién gana más, de quien sometía al otro primero. Al principio ni siquiera involucró algo sexual, simplemente involucró competencias ridículas para probar quién hacía mejor determinada tarea. Todo en esa primera noche.

Lo que vino luego fue comenzar a amar cada parte del pelirrojo. Su personalidad explosiva pero amigable, que contrastaba a sobremanera con la suya. Adoraba con locura su risa estruendosa, su energía infinita, sus ojos grandes y expresivos, que se llenaban de un brillo exquisito cada vez que lo tocaba, cada vez que le coqueteaba.

Lo que creía que sería una noche pasajera se transformó en una relación de 8 meses, que logró disfrutar hasta la última gota. Las cosas iban serias, demasiado para su gusto. Ahora todo había terminado, porque su cabeza estaba dispuesta a conseguir metas en donde una relación estable no se encontraba en el panorama. Él había terminado la relación, muy a su pesar, porque Hinata realmente le gustaba. Cada vez que iba a su departamento, cada vez que pasaban tiempo juntos, cada vez que tenian sexo y se acurrucaban uno sobre el otro, su pecho se llenaba de una calidez abrumadora. Le encantaba esa sensación.

Debía enfocarse en lo importante, sin embargo. Su prioridad era tener un buen ascenso en el trabajo, terminar de pagar su departamento y comenzar a ahorrar para viajar durante sus vacaciones.

Por todo lo anterior, el mensaje sin contestar en su teléfono le causaba tanta curiosidad. Shoyo lucía tan devastado cuando le pidió terminar, que no esperaba que le volviera a hablar nunca más. Y lo entendía completamente, admitía que había sido un patán.

Hinata Shoyo: "¿Estás ocupado? ¿No quieres venir a mi casa?"

Miró el mensaje a través de la notificación por enésima vez, bebiendo el último poco de cerveza que quedaba en su vaso. Mordió su labio desde dentro, tratando de pensar con claridad. Pensar, eso lo iba a ayudar a descifrar lo que tenía que hacer. Debía pensar en el mensaje de Hinata. En Hinata. En su sonrisa tonta y en sus ojos cafés hermosos. En el hueso de su cadera que era tan exquisito tanto de mirar como de morder.

Si, ya no estaba pensando con claridad.

— ¡Te sale humo de la cabeza! —Escuchó apenas entre la música. Kei lo miraba con esa sonrisa ladina que tanto le enervaba los nervios. Tadashi, tomado de su mano, rió dulcemente del pésimo chiste de su pareja.

Los observó a ambos, que tan triunfantemente andaban juntos de arriba a abajo, todo el tiempo. A Kei lo conoció en la universidad y se llevaban horrible, pero por cosas de la vida terminaron siendo grandes amigos. Suponía que Tadashi había ayudado mucho a eso, porque le tenía mucha más paciencia que el rubio. Su historia era bastante cursi. Eran amigos desde la escuela primaria, toda una vida juntos. Se habían visto las rodillas peladas por las caídas y los mocos colgando. Luego les llegó la pubertad y la historia se transformó en otra. Pasaron de querer ser el padrino de bodas al novio. El primero en caer en las redes de cupido fue el chico pecoso, que con su personalidad más amable y dulce, no tuvo muchos problemas en admitir su amor por Kei. Ya con 17 años eran una pareja formal de novios, sus familias ya estaban enteradas de lo suyo y dentro de todo, estaban bien con ello. Fueron su primera vez en todo, desde el primer beso tierno hasta el primer polvo torpe y malo. Pensar en su historia siempre le había causado un poco de repelús, más que nada por la disposición que ambos tenían de seguir juntos por el resto de sus vidas. Como si lo que hubieran pasado ya no fuera poco.

Bad idea (Kagehina/Shobio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora