| Ø1 | ¿¡Una Carta!?

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Por curiosidad bajo mi libro observando aquella carta que había sido colocada en el escritorio del único extranjero de la clase, aunque no sea del todo un extranjero y mucho menos es el único en la clase, en realidad el solo se destaca por su apariencia y la forma en dejarse notar frente a todos. Lo aburrido de las cartas es que tardan tiempo en llegar, y ni hablar del tiempo que debes esperar para la contestación, ante la mirada perdida sobre las páginas teñidas con tinta celeste como el color de los pupilentes seleccionados esa mañana por la joven peli castaña, decide bajar solo un poco si libro mientras observa como el joven de ojos opacados por el tono rojizo de sus cuencas debido a una pelea de dos horas anteriores a la clase, frunce el ceño buscando a alguien que pueda darle información sobre la naturaleza de la carta, para la sorpresa de muchos, solo se encontraban sus cuatro amigos, él y la chica que conocía solo por su apellido, nadie dentro o fuera del aula la nombrada por su primer nombre solo su apellido Fox.

— Linda —la castaña alza su rostro recargando su barbilla sobre su libro observando confundida al joven rubio delante suyo.

— Linda ¿¡Yo!? será mejor que vayas a cambiar tus lentes de contacto —indica forzando una sonrisa que borra al momento de tener una imagen mental de como se veía al sonreír de esa forma.

— Si te sueltas el cabello, dejarás crecer tu fleco y luego lo cortas junto a todo en corte mariposa, dejas los lentes que se bien que miras excelente sin ellos, linda se queda corto, guapa sería lo justo

— Estás enfermo... Miguel, tu amigo se golpeó la cabeza ¿o porque está diciendo tantas babosadas?

— Ni idea Foxy, carnal, vente, deja a Foxy tranqui

— Recibí una carta, sabes que los únicos que lo hacen están muriendo

— Yyyy... tú dijiste que querías morir, no le veo nada malo

— Esto significa que tengo para hoy en la noche para arreglar mis pendientes ser otro o me van a matar

— Miguel no le des más drogas a los nuevos —pide la compañera negando con diversión— debes preguntar antes de asumir las cosas, no fue ningún hombre con capucha y deja de decirle linda a todas o no te van a ayudar en nada —aconseja cerrando su libro de dos mil paginas de pasta gruesa con una sola mano.

— Pero no le di ni una droga

— Yo estaba volviendo al salón de dónde yo haya ido que a nadie le importa, cuando volvía miré lo que parecía ser una compañera salir del salón, le hablé pero me dejó en visto...

— ¿¡Una mujer!?

— Y tú diciendo que te van a matar —deja caer su mano sobre la espalda del rubio, este solo lo mira mal mientras regresa su mirada al papel entre sus manos.

— Yo me voy, si el maestro pregunta por mi,  podrían decirle que me fuí por un problema familiar

— Oye, si tienes un problema con tu familia yo te veo muy serena

— Jaja, su familia es como un psicópata no tiene emociones

— Antipático, no tengo ganas de explicar yo mejor me voy... —dicho y hecho, la joven toma su mochila, rueda los ojos ante las muecas de Miguel mientras ella le explicaba de forma amable, pero claro, a nadie le interesa tener conocimiento sobre la vida de Foxy, como la llaman— como pude creer que estos idiotas en verdad me harían un favor, vaya inútil que soy, siempre tengo a caer con la misma piedra —murmura mientras camina por el pasillo directo a la salida de las instalaciones educativas.

  

    

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Cartas a mi acosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora