Manhattan, rebosante de calles y edificios, habitada por más de 1.6 millones de personas, es una ciudad donde sentirse sólo parece imposible.
Ironicamente ahí está Christin, una niña de 11 años a la que una rara enfermedad la mantiene encerrada en su habitación. Christin no es capaz de controlar su miedo al estar rodeada de personas, sufre de ansiedad cuando se ve cerca de cualquiera que no sean sus padres.
Y en eso se ha basado su vida los últimos meses, mientras el resto de niños van a la escuela ella se siente mejor estudiando en casa y en los ratos que todos salen al parque, prefiere cuidar mariposas. Así va pasando el tiempo, donde lo más parecido que tiene a una vida normal son las tardes que pasa con Keyla, la única amiga que aún conserva y de la que no siente pánico cuando entra en su habitación.
—¡Hola Chris! ¿Qué estudiamos hoy?
—¡Hola Key! ¿Que tal todo afuera? ¿Le entregaste mi carta a la señorita Vayolett?
—Si, también me dio una para ti, me ha dicho que tiene muchas ganas de que vuelvas a clases.—dice la niña mientras saca un sobre que trae en el bolsillo trasero del pantalón
—¡Ojalá! Apenas me atrevo a mirar por la ventana, el doctor dice que no es fácil enfrentar el miedo.
Y así pasa la vida, entre citas con el psicólogo y comunicandose mediante cartas con el exterior. Ya van casi dos años en los que un espacio tan pequeño como su cuarto se ha convertido en todo un universo para Christin, y aún prefiere las mariposas, leer, estudiar música y dibujo antes de imaginarse afuera. Pero el día de hoy es raro, Christin ha volteado la mirada varias veces atravezando la barrera que supone el cristal de su ventana.
—¡Key! ¿Es nuevo el chico de la patineta?—dice Chris mientras se olvida del miedo por instantes y no se siente insegura de estar junto a la ventana.
—¿Quién, John Parker? ¡Oh, si! Su familia de ha mudado desde Los Ángeles, es muy listo y está en nuestra clase.
Y así es como ver a John Parker se convierte en un nuevo pasatiempo para Christin. Lleba mucho mirándolo pasar las tardes frente a su ventana y aunque nunca lo ha visto de serca, ya reconoce sus emosiones. Si está feliz o entusiasmado, intentará tomar el impulso suficiente con la patineta para subir el escalón de la acera, aunque nunca ha logrado el salto perfecto, pero si va con las manos cruzadas y lleva audífonos es que está preocupado o triste.
Ya Chris tiene 15 años y ahora aprende a tocar violín mientras aún mira por la ventana al chico que va sobre ruedas.
—¡Key es muy lindo!
—Pues si, lo es. Pero encerrada en estas cuatro paredes nunca vas a conseguir ni siquiera que te vea. Deberías intentar salir un día.
—¿Estás loca? Me falta el aire de solo pensar en eso, además ni siquiera sabe que existo. ¿Cómo crees que reaccionaría cuando vea a una loca entrar en pánico por el simple hecho de pisar la calle?
—Chris mírate, eres rubia, hermosa, inteligente, hasta tocas el violín. ¿Y me dices que vas a renunciar toda la vida al único chico que te ha gustado por no tener el valor de salir?
—Pues si, no hay opciones.
—Si las hay, mañana mismo me asercaré a John Parker y le diré que la chica más guapa del mundo está enamorada de el desde los 12 pero tiene un maldito miedo incontrolable a salir de casa y por eso apenas sabe que vive en el edificio del frente.
—Key no, no lo harás, sabes que no puedes hacerme esto.
—Cierto no lo haré, si lo hiciera tiraría a la basura tu cuento de adas golpeándolo con la cruda realidad, pero en serio piénsatelo, deberías intentarlo.
La vida de Christin sigue sin atravesar la puerta de su habitación, misma donde sujeta a esta se encuentra una lista con los deseos que ha estado acumulando durante cinco largos años. Ya casi cumple 16 y aunque su vida no cambie mucho, para tristeza de ambas su amiga Keyla no puede decir lo mismo.
—Chris, se que hoy es tu cumpleaños y deberíamos pasarlo feliz y reír todo el día pero hay algo que debo contarte. Mis padres consiguieron un contrato de trabajo en Londres y nos vamos a mudar allá, yo no quiero irme, no quiero dejarte porque se lo duro que es esto para ti pero no tengo opción, no hay nada que pueda hacer.
Así es como el cumpleaños número 16 se convierte en el día más triste para Christin desde que vive encerrada en su habitación, la unica amiga que ha tenido en los últimos cinco años se mudará a Londres y ahora estaría realmente sola por primera vez.
—Chris no tienes por que sentirte tan mal, hablaremos todos los días, te llamaré y vendré a visitarte en cuanto pueda, lo prometo. Ya en el instituto quedaron en que otro estudiante vendrá a visitarte una vez por semana para ayudarte con los estudios.
No son palabras de consuelo para Christin pero queriendo compenzar su partida, Key quizo dejarle una sorpresa a Chris para que la recuerde cada día.
—Key no, eso no, sí te tienes que ir prefiero estar sola antes de que venga alguien más, sabes que no puedo hacerlo.
Chris lleva dos semanas sin que nadie la visite, solo habla con Key una vez al día y eso no decanta el retraso que ha tenido en su enfermedad, sus padres insisten en traer al doctor pero ella lo rechaza, hace días que ni se atreve a mirar por la ventana a ese chico que aún pasa en patineta por la acera del frente.
Es la hora en que todos regresan de la escuela y mientras Chris cuida de su nuevo capullo de mariposa alguien toca a la puerta de su casa.
—¡Hola! ¿Es usted el padre de Christin?
—Si, soy yo ¿Puedo ayudarte en algo?
El joven extiende su mano para saludar al padre de la chica que había estado deseando conocerlo desde los 12 años.
—Me llamo John Parker y soy el nuevo alumno que ayudará a Chris con los estudios, estoy deseando conocerla.
—¡Oh! Mucho gusto, adelante. Solo que no te sientas mal si se niega en recivirte, como ya sabrás no suele aceptar mucha compañía.
—Tranquilo, vamos a intentarlo.
El chico espera acompañado del padre en el pasillo frente a la habitación.
Chris abre la puerta y ahí está, frente a su cuarto, sosteniendo una patineta, el unico chico que ha tenido el valor de mirar por la ventana, pero ahora que lo tiene en frente no es capaz de reaccionar.Su mente corre a mil millas por minuto y dice incoerencias. No puede ser, dejalo entrar, tengo miedo, maldita Key, lo hizo a propósito, mira sus ojos, y su pelo, ¿Y yo? En pijamas, ¿En serio? Es el peor día de mi vida, o el mejor no lo se. Miles de pensamientos pasando en solo milésimas de segundos.
—¡Hola Chris! Soy John, el nuevo chico que te ayudará a estudiar, es un gusto conocerte y ojalá no te asuste verme aquí.
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Tú eres mi deseo
RomanceLa Agorofobia hace que Christin viva una adolecencia tras las paredes de su habitación, pero enamorarse de un chico la llevará a cometer locuras tan grandes como enfrentarse al miedo de salir y cumplir sus deseos.