CAPÍTULO 17: All The Stars Fall

646 53 8
                                    

~All The Stars Fall - Todas Las Estrellas Caen~

Hoy hacemos terapia en un parque en Cape Town, paseo a Smoky mientras que la doctora compra un ramo de flores, casi anoche y el aire esta frio, muy frio. Traigo una gabardina, una sudadera, un suéter y dos camisetas. Llevo las orejeras que Dash me compró la navidad pasada, son afelpadas y blancas.

Aparto la mirada hacia un hombre que va comprando una cajita de galletas, siento el vibrar de mi móvil y lo retiro. Aparece un texto de Dash más una foto suya donde está sonriendo, es sábado, acaba de despertar de la siesta y sale con Polka.

Dash y yo hacemos videollamadas casi todos los días, lo veo mejor, está más contento y más tranquilo, y yo estoy aquí haciéndome líos, complicándome la vida. A él pareciera que no le afecta nada, él sí mejora, yo no.

Pero la doctora Morgan dice que esto es normal y he tenido mil inseguridades al respecto, como "¿Y si ya no me quiere?, ¿si encontró a alguien más?, ¿y si soy dependiente de él?, ¿era mi culpa que estuviera tan decaído?".

No soy esa persona a la que sonríes e irremediablemente te agrada. Soy quien se queda afuera esperando a que la multitud desaparezca para poder caminar, la que se sienta adelante porque atrás es ignorada, la que no habla menos que le hablen.

Él no es así, él se lleva bien con la gente, él sonríe, se ríe, cuenta bromas, le agrada a mucha gente, es querido y tiene una buena vida y una buena reputación.

Ojalá pudiera estar ahí, con él, encerrada en su apartamento escuchando sus malos chistes y contando cada manchita sobre su piel.

Dash: ¿Cómo estas, preciosa?

Herie: Te echo de menos :(

Veo que no responde y aprieto el puño sintiendo una punzada en mi pecho.

Herie: Bien, ¿y tú?

—Listo, ya tengo todo, ahora si podemos seguir —menciona Louisa quitándome el móvil —. Nada de textos durante la terapia.

Exhalo asintiendo, ella me devuelve el móvil y lo guardo bajándole el volumen. Retomamos nuestra caminata con Smoky olfateando todo y de algún modo llegamos a una banca para descansar, ya hemos comprado dos cafés y dos pasteles.

Libero a mi dálmata quien no se aleja, olfatea el piso y se recuesta a mi lado haciendo un gemido. Acaricio su cabeza antes de retirar el paquetito de croquetas de mi mochila, la veo emocionarse, se lo tiendo en mi mano mientras yo bebo de mi café.

—¿Y cómo vas con todo esto del centro?

—Bueno me ha chocado un poco, conocí a Ivonne, a la nena, y no...se, ¿alguna vez le ha pasado esta cosa rara de que una persona es como la otra? como si reencarnara, pero es casi improbable, Ivonne se fue este año en enero y la nena tiene cinco años.

—Creo haber leído un libro sobre reencarnación, decía que cuando tu alma muere, reencarnas, no necesariamente tu cuerpo, esa es la gran diferencia, alma y cuerpo, material y espiritual.

—Tal vez, es muy fantasioso para creer en eso, podría haberme vuelto loca.

—No lo creo —ladea la cabeza haciendo una mueca —. Veras, tú tenías una buena amistad con Ivonne, y a cualquiera le chocan estas noticias, por muy preparados que creamos estar, es complicado.

—Siempre creí que no lloraría, que sería fácil, ella y yo no éramos mejores amigas, pero nos conocíamos y confié en ella más que en mi propia mejor amiga —me quedo viendo a la nada, pensativa.

ShimmerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora