Introducción

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Jane Austen estaba cansada de la rutina, de la monotonía de su vida.

Ella sabía que no hacía con su vida lo que le hacía feliz, pero la presión a la que estaba sometida era mayor que cualquier ilusión que pudiese tener

Dylan Roberts también estaba cansado, pero de sus sentimientos, de su manera de sentir.

Quizás por eso los unió el destino, ya que percibió que ellos eran dos cuerpos incompletos, que se necesitaban mutuamente para completarse.

Quizás fue eso, pero el destino es muy caprichoso y no se lo pondría tan fácil.

   *********

—Buenos días, papá— entré a su despacho para que me diese esa noticia tan importante.

—Se que tienes trabajo, así que no te haré perder el tiempo— me dedicó una sonrisa y señaló la silla que estaba delante de su mesa de trabajo— se que últimamente estas aburrida del trabajo que di, así que he pensado en otra cosa que quizás podría gustarte más.

Lo que papá no sabía era que yo no estaba aburrida del trabajo que me habían asignado en la empresa, si no que estaba cansada de ese lugar.

Aunque realmente, si lo sabía, solo que no me escucha.

Hizo una pausa y esperó a que yo dijera algo, cosa que no hice.

—Bien bueno, la cuestión es que hemos contratado un nuevo chico, es dos años mayor que tú, y he pensado que podrías ser su secretaria y así te relacionas con gente de tu edad— me dedicó una mirada nerviosa, esperando mi respuesta. Como no la obtuvo, siguió hablando— quizás quien sabe y surge algo entre vosotros.

Estaba harta de que mi padre intentase de esa forma tan intensa que conociese a alguien. Mi padre se casó con mamá a los 20, ya que se conocían desde muy jóvenes y estuvieron juntos por muchos años, y según él, yo ya debería estar por lo menos, apunto de casarme.

Pero eso no era mi prioridad en estos momentos, de hecho era lo último que buscaba ahora mismo.

Miré por el gran ventanal que daba a la playa, papá tenía unas importantes empresas en el puerto, así que la verdad que de vistas no me podía quejar.

—Papá, sabes de sobra que no busco conocer a nadie— respondí algo más seria de lo que me gustaría.

Me miró con una expresión cansada, supongo que estaba igual de harto que yo de hablar siempre de lo mismo, pero era él quien sacaba el tema.

Salí de su oficina sin decir nada y me dirigí a la mía, que no tenía nada que ver con la de mi padre; la oficina de mi padre era enorme, tenía gran mesa de trabajo donde tiene una foto enmarcada conmigo, en el centro de la oficina, tenía una mesa larga donde tenía sus reuniones, y enfrente de la mesa de reuniones un sofá verde esmeralda—muy cómodo por cierto—donde se sienta en sus descansos, además de estar súper bien decorada con cuadros, estanterías con muchos libros y plantas.

La mía era la mitad de la suya, tenía mi mesa de trabajo llena de papeles desordenados, tenia una gran estantería pegada a la pared derecha y un pequeño sillón en un rincón. Pero lo que más me gustaba eran las vistas, que tenía ventanales que ocupaban prácticamente toda la pared izquierda con vistas a la playa.

Cuando me aburría— casi todo el día— me gustaba ver a la gente en la playa, pasando el día sin muchas preocupaciones, mientras yo tenía que estar trabajando en la oficina, ya que tenía que ayudar a mi padre aunque estuviésemos en pleno julio y lo único que quería era tener vacaciones.

Me senté en el sillón y pensé en lo que me había dicho mi padre, y en verdad prefería ser la secretaria de una sola persona que tener que estar todo el día ocupándome de lo que necesita cada trabajador del sector A, en el que yo trabajo.

Básicamente mi trabajo era ir a la oficinas de cada uno, que son unas 15, y tengo que imprimirles lo que necesiten, hacerles trabajos no muy complicados, llevarles un café etc.

Y no estoy aquí por gusto, estoy aquí porque mi padre, desde que era pequeña me dijo que cuando cumpliese los diez y nueve empezaría a trabajar en la empresa.

Yo pensé que no sería verdad, y que sólo lo decía como una ilusión de que su única hija trabajase en su empresa, pero no, a los diez y nueve sin preguntarme ni si quiera si era lo que quería, me llevó a la empresa.

Ahora ya llevo un año y medio trabajando, y aunque no me guste me he acabado acostumbrando, por eso pienso que puede estar bien cambiar el trabajo.

Hoy casi no tenia trabajo, así que llamé a mi amiga Sarah y estuve hablando con ella el resto de la mañana.

Espere hasta las 2 de la tarde para irme a casa con papá, y cuando llegamos a casa me dijo que al día siguiente se incorporaría el chico nuevo.

Y no sé por qué, pero estuve nerviosa lo que quedaba de día.

PERDIDOS ENTRE LAS OLAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora