Fiesta de máscaras.—
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— No lo volveré a repetir.
Alzó la mirada para observar el reflejo de su padre en el espejo, su semblante estaba serio al igual que su tono frío y distante.
— Baja al salón real en este instante.
Juró que su alma se había ido por unos segundos cuando el sonido de la gran puerta de su habitación siendo azotada se escuchó por todo el salón. Cerró su ojos tratando de tranquilizar las ganas de escapar fuera del palacio y encontrar un lugar cálido en donde quedarse durante toda la noche.
No podré tolerarlo.
Se miró al espejo por milésima vez. Odiaba el hecho de tener que bajar para ir a la gran fiesta de máscaras que su padre, el Rey Radius, había organizado.
Radius, Rey de Solaria.
Uno de los tantos planetas que conformaban la dimensión mágica. Solaria era reconocido por sus tendencias de la moda y por equilibrar el mundo con su espléndido sol. Actualmente, existían dos soles bajo control: El sol que se presentaba en todos los planetas y el sol nacido de la sabiduría del Rey al obtener su título como un Guardián completo.
Espera el destino y lejano objetivo para la chica que se levantaba para obedecer las órdenes de Su padre. Estaba sometida día a día en aprender de ella misma y de la magia que portaba, todo para algún día gobernar también Solaria.
La mascara blanca con encajes que portaba hacia resaltar sus color de ojos miel, su cabello rubio estaba recogido elegante para la ocasión junto con el vestido blanco que sus sirvientas hicieron para ella. Mientras las grandes puertas del salón real se abrían ante ella, muchos ojos de las personas que estaban esa noche se fijaron. A duras penas caminó hacia un costado pero su padre la atrapó a tiempo tomando de su muñeca y llevándola frente a un elegante señor que también portaba una máscara.
Era la primera vez que se hacía una fiesta con tal temática para el cumpleaños del Rey, pero para ella, lo sentía como si fuera una cita a ciegas que su padre organizó en su nombre.
— Soleil, te presento al Conde Lee Dong Mi.
— Es un placer conocerla, Princesa Soleil.
El hombre dio una de sus mejores sonrisas a la dama mostrándose encantador mientras su padre le ofrecía la mano de su hija con total gusto.
— Lo mismo digo, Conde Lee. — Se forzó a decir, logrando una pequeña sonrisa.
El Rey sonrió al ver como su hija se prestaba para ello, mirando a ambos para poder irse. — Los dejaré solos, tengo que darle la bienvenida a los invitados. Por favor Conde Lee, cuide de mi hija.
Asintió el Conde Lee sin dudar.
Al momento de su padre dar la vuelta, ella se dispuso a soltar lentamente el agarre del Conde a su mano notándose incómoda por el contacto que tenían. No estaba dispuesta a tomar la iniciativa, normalmente los hombres se acercaban a ella para coquetearle y seducirla, algunos por el simple interés de su estatus o otros para pasar la noche con ella. Por lo cual, ya estaba tan acostumbrada al acoso que en cierta parte le daba temor.
Sus ojos vagaron por todo el salón buscando alguna manera de librarse de la situación.
— Y dígame Princesa. ¿Ha pensado usted en unir lazos con alguien y tener hijos en un futuro?
Aquí vamos de nuevo.
Lo sabía. Sabía que su padre le había comentado a este hombre sobre un supuesto matrimonio deseado a futuro, un matrimonio que aún no quería alcanzar.
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Entre luces y sombras. 𝙠𝙩𝙝
Romance══════⊹⊱≼≽⊰⊹══════ » El sol es el dardo de la luz, porque cada día vence las tinieblas de la noche. Las antiguas culturas se han impresionado siempre por el hecho de que el sol muere cada día y revive cada noche. Yo, Sae Byeok Soleil, primera m...