Capítulo 3.

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Escudera Jeongyeon.

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Miraba la expresión seria que le ofrecía su padre sentado en su escritorio para luego cerrar sus ojos de manera fuerte al escuchar y sentir el abrumador sonido que produjo al chocar su puño con la mesa.

En aquella fiesta, el Rey tenía planeado presentarle varios intereses amorosos a su joven hija, queriendo que algún día se case con alguien que él crea que está a su altura, alguien que tuviera poder en toda la dimensión mágica. Sin embargo, Soleil se había escapado durante casi toda la noche de sus manos, debido a esto, ordenó a los guardias de Solaria a encontrarla lo más pronto posible para no desperdiciar ni un solo segundo más. Pero, no apareció hasta terminar la celebración. Soleil sabía que se merecía un fuerte regaño y justo lo estaba recibiendo, allí, en medio de la oficina de su padre de pie.

— ¿Te parece justo arruinar la noche, Soleil?

Volvió a golpear la mesa, a ese punto, Soleil ya no estaba tan impresionada.

— Lo peor es que tu propia madre no dice nada al respecto, pero es un buen momento para que recibas un castigo.

Soleil arrugó su ceño, aquello ya le parecía demasiado por desaparecer tan siquiera una hora de la fiesta. Así que no se iba a quedar callada.

— Padre... ¿No crees que lo estás tomando muy a pecho?

— ¿Te parece demasiado? — Rió por las palabras de su hija echándose hacia atrás en el asiento. — Habían mínimo cuatro príncipes esperando por tu regreso, les había prometido que tendrías una charla agradable con ellos... Pero mi hija tuvo el descaro de perderse toda la noche.

Se mordió las mejillas por dentro al recordar porque se había ausentado, después de que casi fueron atrapados, la misión era irse nuevamente al salón pero duraron más tiempo juntos de lo que había planeado, inesperadamente, siguieron tocandose el uno al otro pero no llegaron a más.

Alejó los pensamientos cuando el rostro serio de su padre apareció nuevamente en su campo de visión. Soleil no quería casarse, había tenido una desilusión en la fiesta con su amor platónico, aunque con el príncipe Yugyeom nunca había tenido planes de casarse.

A pesar de llevar meses... largos meses saliendo.

— No quiero conocer a nadie por el momento.

Su padre alzó ambas cajas mostrando una sonrisa irónica ante lo dicho por Soleil. — Lastima por ti, tendrás que hacerlo si no puedes aún controlar tu magia... entonces dame esa alegría de que vas seguir con la descendencia Real.

No habló. Aunque por dentro quería gritarle, Soleil odiaba esto, odiaba el hecho de que era una obligación solo por el bien de Solaria y de prácticamente los planetas enteros. Y es que ella podía vivir miles de años si no hay ningún peligro. Sin embargo, para el Rey Radius que una mujer gobierne Solaria no era un buen futuro, y más para su hija, quien la consideraba una incompetente a su edad.

Alzó la mirada cuando lo volvió a escuchar hablar

— También quería decirte que desde ahora los guardias no tendrán que estar contigo a la hora de salir o visitar un planeta.

Esas palabras crearon una chispa en su cuerpo, su sonrisa se dio a relucir por primera vez desde que había entrado a la oficina. ¿No habría guardias cuidando cada paso que daba? ¿Ese era su castigo?

Los guardias reales han estado con Soleil desde que había nacido, para ellos, la joven no les daba algun problema mayor. La cuidaban y atesoraban como si fuera su propia hija, y Soleil se había acostumbrado a ellos aunque a veces quisiera andar sin rumbo alguno sin que alguien la proteja. No había ninguna maldad en la dimensión mágica, y no conocía a nadie que tuviera un resentimiento con ella.

Entre luces y sombras. 𝙠𝙩𝙝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora