один.

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Siempre supo que aquello estaba predilecto, siempre. Desde que tenía uso de razón lo sabía a mucha conciencia porque aún cuando había crecido en una cuna de oro y tenía los caprichos que quisiera, siempre era recordado el futuro no tan incierto que tendría. A decir verdad jamás le preocupó aquello, sabía que su padre no era un monstruo para comprometer a su lindo hijo omega con cualquier estúpido alfa, sabía que el alfa que lo desposara tendría que ser alguien con meticulosamente elegido y no un alfa cualquiera.

No le importó que a los quince años su padre una mañana le dijo que estaba comprometido, para nada. Se había encogido de hombros mientras seguía comiendo aquel desayuno que le habían hecho especialmente para él, no indagó mucho sobre el tema pero su padre se encargó de mantenlo con detalles pues parecía que Antonio estaba mas emocionado de él mismo.

—Son rusos. Te casaras con el heredero a la mafia rusa. Max Verstappen.

Había asentido escuchando atento a todo lo que le decían de aquello, sabía que la mafia Rusa era muy grande e importante por el otro lado del mundo pero se recordó que no tanto como la mafia de su padre, jamás serían igual pero estaba conforme al saber que seguiría teniendo aquel estilo de vida.

No podía ser juzgado con eso, Sergio solo conocía ese mundo en el que había nacido y en el que se vivía rodeado. Estaba acostumbrado a aquel dinero fácil con solo extender la mano para que su padre se lo diera, pero eso no lo convertía en flojo ni tonto. Le habían dado una libertad enorme para estudiar todo aquello que quisiera con las institutrices que su padre contrataba para él, era el único que pedía tener conocimientos pues sus hermanos mayores estaban demasiados enfrascados en aquel negocio familiar.

Tenía un año para poder saber más de la nueva "familia" a la que formaría. No se sorprendió tanto al saber los dominios de la mafia rusa que tenía, casi la mitad de Europa y se podría comparar casi con el territorio de su padre, casi.

La boda llegó demasiado rápido entre un frío diciembre ruso fue que la mayoría de la familia viajó hacia aquellas tierras para presenciar la boda de Sergio con Max. Sergio no estaba nervioso y parecía que todo estaba en piloto automático, aún cuando su familia se mostraba emocionado era que el omega no pasaba ninguna emoción por ese evento tan importante que se dictaminaba.

Los rusos siempre eran inquietantes, un poco fríos a comparación de la calidez que desbordaban los latinos y se podía ver la división de ellos en la iglesia en donde se llevaba acabo la ceremonia. Por un lado todos miraban con rostro neural a Sergio entrar del brazo de su padre mientras que el lado de su familia era llantos por ver aquello.

Y fue cuando lo vio. Era un alfa alto, rubio y con la mandíbula demasiado marcada, tenía los ojos azules y la misma cara de poker que la mayoría de su lado tenía. Parecía sin expresiones, incluso su padre se notaba más feliz al ver a Sergio llegar al altar.

—Mi mayor tesoro. —murmuró Antonio tomando la mano de Sergio para dársela a Max quien la sostuvo con fuerza.

El alfa se quedó mirando sus dos manos juntas, dimensionado el tamaño de ambas. Aún cuando la de Sergio era masculina se notaba más pequeña a comparación de la suya, más delicada.

Se prometieron fidelidad, amor y cuidado entre ellos por el resto de la eternidad y un bonito anillo adorno el dedo de Sergio a pesar de conocerse justamente ese día.

Sergio mentiría que se sintió encantado por aquellos ojos tan azules, tan fríos.

your blood on mine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora