Capítulo Único

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Muchos dirían que mirar una pared serían los momentos más aburridos de su vida, algunos, simplemente estarían viendo por su ventana la calma y la dicha, personas caminando y charlando, pasando su día a como de lugar y disfrutando de su tiempo, otros simplemente lo tomarían como algo sin sentido, a menos que se encuentre un cuadro en el cual posar su mirada. Pero Rosie, Rosie no encontraba nada más que interesante que mirar una pared, no necesitaba un cuadro o una ventana, ella solamente se sentaba, tomaba su café y en silencio le hablaba, creyendo que así, seria escuchada.

Y Rosie necesitaba ser escuchada, más de tres taza de café todos los días no ayudaba a que su mente quedará quieta, en cambio, solo sonreía y seguía saboreando sus restos de café, pensando que así, sus días de terapia con aquella pared ayudarían en algo. Muchas veces se perdió horas del día libre mirándolo, pérdida en sus pensamientos y carente de ideas, solo sonreía con un nudo en su garganta, y en los días de trabajo creía engañar a las visitas con su mirada tranquila, rechazando todo tipo de aperitivo y bebida. Algunos se preguntaban cual había sido la razón de la reciente imagen demacrada de la dueña de aquel lugar, que en silencio y murmullos hablaban sin pena lejos suyo en un rincón, tomando su café y luciendo sus caras vestimentas sin vergüenza a ser juzgados.

Rosie se sintió presionada, por una vez en su vida, sintió los ojos lejos de ella, ojos que está vez, no la miraban con admiración y respeto, esos huecos ojos que solo miraban una oscuridad inmensa solo miraban la pena, la vergüenza y la inmundicia que rodeaba a la Overlord.

Se sintió juzgada, sujeta de un juez sin pena que la ataba a el palo más grande y la azotaba en silencio, sin poder ver la luz. Se sintió rota, como una tela en un piso a la que todos pisaban. Y mientras vivía juzgada en su mundo de pena, se perdió en las olas calmadas de su mente, en la que ahora, distintas imágenes se hallaban carcomiendo su mente otra vez, pérdida en donde es realmente feliz.

No recordaba con exactitud, quizás hasta olvidó las palabras, perdió la voz que tanto añoraba escuchar, ahora ya no le quedaba nada, ni siquiera podía recordar como exactitud como era su sonrisa en esos días, o las flores que recibía de el, o el suave vino que tomaban juntos, todo de él le parecía encantador. Ahora, solo quedaban sus fríos recuerdos de los cuales desea revivir. Rosie trataba de olvidar, sabía el daño que le hacía no poder hacer nada, y es que, desde que aquel joven Overlord se fue Rosie se perdió en las mareas de su mente, enganchando cada cosa o acción que lo recuerde, tomando café en la mañana, o en algunas ocasiones comiendo su poco aperitivo en el día, hasta incluso ir al restaurante en donde siempre iban a cenar. Donde todo enganchaba.

Y a veces, Rosie se recordaba aquellas palabras que siempre iban dirigidas a ella, palabras de las que siempre sonreía inconscientemente, incluso en público o estando sola, le daba un sentimiento de nostalgia y recuerdo de la cual aún no puede salir completamente.

Y Rosie recuerda su última salida, todo parecía medianamente bien, en donde el Overlord posaba una rostro distinta a las demás, no poseía aquella sonrisa que tanto recordaba, está parecía ser ligeramente más forzada, luego de allí no quiso sacar conclusiones, pensando que seria lo más feliz de ambos. Rosie notó su mirada en aquel jardín, Alastor extendía su brazo hasta posar una hermosa rosa en su blanco cabello, mezclándose los colores. Y Rosie no estuvo más que feliz, pérdida en aquella rosa, presa de los secretos del Overlord.

Nunca supo cuando fue que perdió aquel brillo que solía mostrar, ya no habían cálidas noches en las cuales posar su mano, ya no miraría de la misma manera aquel hotel en el que solía pasar para entregar un paquete a uno de sus clientes, ahora, solo aceleraba el paso y se perdía en su camino para que aquellos recuerdos, con tanto dolor, no aparecieran. Más de una vez se vió sumergida en ese camino, y más de una vez mantenía secos sus ojos para no derramar ni una lágrima, de las cuales, inconscientemente, no la dejaban ver.

Se prometió no volver allí jamás, aunque sea por un breve momento, Rosie se vió afectada por esto, trataba de recuperarse a su manera, aunque sea lento y a su paso. Planeaba dejar atrás aquel demonio radio que alguna vez amo.

Recuerda una de sus bellas palabras, una única palabra que la hacía sentir verdaderamente amada, donde el Overlord la miraba con aquella sonrisa sincera y amable, tomaba su mano y en el pulcro silencio decía: "Sonríe, Rosie, te vez encantadora cuando sonríes" y en silencio, la Overlord recostaba su cabeza en su hombro, perdiéndose en sus palabras, y el vino. Algunas veces, aquellos toques de manos pasaban a su mejilla, y la luna siendo testigo, presenciaba como aquellos amantes que en secreto se ocultaban de los demás, se unían en un rose de sus castos labios, como dos plumas al tocarse, no había ningún otro significado que no sea un casto beso dulce, del cuál, Rosie aún recordaba probar.

Le recordará en el lugar donde cenaban, donde miraba su rostro apacible y podría probar aquellas delicias de comida a su lado, donde miraba sus ojos y el miraba los suyos, perdiéndose en ellos, sin temor a nada. Ahora, ya la mentira que tanto esperaba que no fuera real, se convertía en lo que es hoy, una posibilidad de que ya no fuera lo que es. Su cabello revuelto desacomodado y su maquillaje ya no era lo que era, ahora no era más que una tonta ironía, la ironía que la acompañó desde que el se fue. Ironía que el tomó y la poso lentamente en su cabello, como un reflejo en sus ojos, Rosie tenía aquella ironía.

Pero no le importó. En toda su vida, no le importó ser engañada por esa ironía, sabía que aquello sucedería, y en su calma, se dejó engañar. Quiso seguir ocultandolo, pero aquella simple ironía se escapaba de su mente y se abría a la gente sin importar la causa.

Pero ahora, entre toda su oscuridad, se vió forzada a pensar, y en tan solo unos meses aquel mar sin ritmo tomaba un camino por el cual nadar. No había botes, no había salvavidas, no había nada más que ella, el mar y el cielo. Y entre toda esa calma, extendía su brazo hacia el cielo mientras su mojado vestido seguía las acciones de ella, boca arriba, Rosie pudo ver más que solo unas grises nubes.

Ahora el estaba con alguien más, alguien a quien si pudiera amar toda su vida, mientras que ella se tenía a su mente, tenía su sonrisa y sus hermosas rosas en su jardín, se tenía a ella. Por lo que ahora, solo seria una historia que contar, una cena y un vino, sus miradas y sus palabras. En donde allí, ninguno dijo ni una palabra, siendo solo un viejo amigo.

Justo ahora, seria ella y su cena, seria su vino, y seria su propio amor. Por ello, ahora Rosie tomaba su café, no hablaba de nada y se quedaba allí, contemplando la subsistencia de su pared.

Old Friend [RadioRose]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora