Un Último Recuerdo

8.

Eitan miraba al cielo, la leve pregunta que siempre ronda la mente de la mayoría pasó por la suya.

"¿Estoy haciéndolo bien?" preguntó en voz alta y no esperó recibir respuesta.

"Sí", le respondió la voz más profunda de Ester a su lado. "Muchos podrán decir que esto es egoísta de tu parte, pero al final de cuentas, nadie más que tú va a sufrir si aceptas hacer algo que te va a doler y que sinceramente te jodió la vida. Porque me imagino que mentiste cuando dijiste que ser cajero era tu sueño", siguió el chico intentando sacarle una sonrisa.

El ojiverde quería ir con él y reír por sus palabras, pero solo suspiró. "Sí, definitivamente ser cajero es un sueño de vida bastante triste", dijo, logrando reír un poco mientras apoyaba su hombro en el del contrario. "¿Qué hago con mi vida?"

Las palabras murieron en sus labios cuando miró detrás de Ester y vio otra vez una sombra con ojos. Por primera vez se armó de valor.

"¿Por qué tu sombra tiene ojos?" le preguntó, tratando de tragarse el rotundo miedo que sentía.

"Jajaja, buena broma. Mi sombra no tiene ojos, quizás estrellas, pero ojos, no", Ester rió como si fuera la charla más normal. "Además, si tuviera ojos, yo lo sabría", se volteó y su rostro perdió color en un impulso que Eitan no creyó humano. Se puso de pie y lo tomó a él en brazos, alejándolos del lugar y por primera vez,

Eitan entendió algo cuando aún siendo cargado por el mayor, volteó a ver atrás. Esa sombra no era de Ester.

"¿Qué es eso?" preguntó el peli castaño con miedo.

"Un errante."

"Cambio de preguntas, ¿qué demonios es un errante?" grité desesperado al ver esa maldita cosa perseguirnos. "¿Se está saliendo del suelo?"

El grito de Eitan debió haber despertado a media ciudad, pero el miedo de ver una maldita sombra salir del suelo hasta tomar una forma humana con ojos amarillos por todos lados, debió ser lo peor que él pudo haber visto en su vida.

Olvídalo, lo peor fue verlo mover los ojos. Dios mío, va a vomitar.

¿Cómo llegamos a esto?

Unos meses antes.