Jimin tomó su mochila, se sentía un poco mal pero obviamente su madre no lo dejó faltar, no quería ir a la escuela, estaba harto, además ya no hacían nada más que charlar gracias a que casi salían de vacaciones. Así que solo se quedó en su carro a una cuadra de su casa, una hora hasta que su mamá se fuera de la casa, pero para su mala suerte, se había quedado dormido.
Por su parte, Jungkook después de despertar a cada uno de sus hijos decidió que no iría a la oficina, estaba demasiado cansado y sus hombros se sentían pesados, su esposa estaba recargada en la isla de la cocina.
-¿Qué pasá preciosa?.- Pregunto tomándola de la cintura.
-Creo que le hablé mal a Jimin, quería disculparme pero no contesta mis llamadas.- Murmuro. Nunca le había gustado pelear con sus hijos.- No quiero que este enojado conmigo.- Jungkook sonrió dejando varios besos en el cuello de su esposa.
-Veronica créeme que ya se le pasará, ademas tu y el pelean tanto porque tienen el mismo carácter, bueno, Minnie tiene siempre el carácter que tú tienes cuando estás enojada pero ya lo resolverán.
-No me quiero ir...- Susurró la mujer, se acercó a su esposo besándolo lentamente, adoraba cuando el se comportaba así, adoraba todo de él.- Pero tengo que.
Tomó su bolso, salió de su hogar mirando a sus vecinos saludo con una sonrisa y antes de subirse al auto dejó un casto beso en los labios de su esposo.
-¡Señor Jeon!.- Escuchó ese agudo grito y supo quien era.- Hice pastelitos,¿no quiere algunos?.
-No, gracias. - Rechazo con una sonrisa.
Y es que casa maldita persona en ese vecindario babeaba por el, era como si cada chica estuviera esperando a que Verónica saliera de su casa para lanzarse a él pero con cualquier insinuación el solo rechazaba amablemente, haciendo que sintieran mucha más envidia por la mujer.
Para todos Jungkook era el hombre perfecto.
Entro a la casa tomando su billetera y llaves, tenía que ir a buscar algunas cosas para hacerse el desayuno, al empezar a caminar algunos lo detenían para charlar pero el se quedó helado mirando la camioneta de su hijo menor estacionada en una esquina.
-¿Qué mierda?.- Murmuro.
Jimin estaba durmiendo en su asiento, toco la ventana con mucha fuerza hasta que el menor se despertó asustado, sus ojos se abrieron con sorpresa viendo a su padre parado ahí, y aunque no quisiera tuvo que empezar a bajar el vidrio.
-¿Se puede saber qué haces dormido en tu auto y no en la escuela?.
-Es que....
-¿Sabes que?, silencio, me subiré a este auto y me llevarás a la tienda, después de eso me llevarás a casa y nadie le dirá nada a tu madre.- El rubio sonrió asintiendo rápidamente.
-Gracias papi.
Después de hacer más mandados de lo que pensaba, por fin podía ir a su casa, tenía todo el día para dormir y ver televisión, amaba cuando su padre lo cubría cuando hacía lo que hacía lo que él quería, siempre había sido así, su mamá se enojaba con el pero el hacía lo que quisiera y su papá siempre estaba ahí para defenderlo, bajaron del auto para poder entrar a su hogar.
-¿Quieres desayunar, bonito?.- El menor asintió.- ¿Que quieres desayunar?.
-No se papi, lo que tú quieras está bien.
-¿Panqueques?.
-Si, iré a ponerme el pijama, ya vuelvo.
Jimin subió a su habitación la había arreglado antes de irse así que estaba intacta a difrencia de su hermano el amaba tener su cuarto limpio, le causa calma verlo así, tomó su short y se lo puso junto a un suéter rosa que le quedaba enorme, era lo que usaba para dormir. Fue hasta su mesita, quitándose todo el maquillaje frente al espejo, sus labios aún tenían ese tono rojo gracias a la tinta que usaba.