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Hades ultimaba los detalles de su imagen, ya mismo saldría de casa para dirigirse al apartamento de Debra. No tenía nada planeado, lo único que quería era estar con ella, tratar de hablar todo con calma aprovechando la receptividad de la castaña a su cercanía durante la reunión que tuvieron esa misma mañana.

Los últimos días, desde la noche de la cena, la noche que soñó con ella, él creyó que no querría tenerlo cerca, que quizás necesitaría un tiempo para tranquilizarse después de hacerle llegar al límite con el tema de ese cuadro, el cuadro que pintó en honor a su bebé, pero después de hoy... Hades necesitaba estar a su lado y probar de nuevo a hablar con ella.

Ajustó los botones de su muñeca, y justo cuando estuvo a punto de colocar su chaqueta, la puerta de su habitación sonó.

-Adelante. -Alisaba la parte trasera de su chaqueta sin prestar atención a la puerta.

Y se abrió.

-Amo...

-¿Sí? -Contestó viendo de reojo a la chica del servicio parada en el umbral.

-Perdone la intromisión, -sus ojos se mantenían en el suelo -pero llegó una mujer.

-¿Una mujer?

En esta ocasión Hades alzó la cabeza por completo mirando de frente a esa chica a la espera de que continuara dándole más información.

-Sí, mi Amo. -Afirmó con la cabeza. -Pregunta por usted y asegura haber quedado con usted hoy.

El pelinegro frunció el ceño sintiéndose totalmente confundido. ¿Una mujer que aseguraba haber quedado hoy con él? Sólo había una mujer con la que había quedado esta noche y no era otra más que Debra.

Respiró hondo y sintió una ligera molestia ante la posibilidad de que una entrometida osara haberse colado en su propiedad con mentiras y lograra fastidiar sus planes. Pero no, él no estaba dispuesto a que nada ni nadie arruinara la única oportunidad que se le había presentado desde que su pequeña regresó.

Con el cuello de la chaqueta sujeta con la mano, caminó con paso decidido y mucho cabreo hacia la puerta.

-Aparta.

Pasó junto a la chica del servicio de malas formas. Se encaminó por el pasillo de la segunda planta hasta alcanzar la escalera, bajó cada escalón con pisadas fuertes mientras arrastraba la chaqueta por el suelo sin importarle nada. Su mirada comenzaba a oscurecerse por no encontrar en su cabeza a alguna mujer a la que se le hubiese ocurrido aparecerse en ese lugar sin avisar, así de la nada.

Bajó el último escalón para continuar su camino hacia la sala principal donde supuso que esa inoportuna mujer podría encontrarse tras ser recibida en su casa por el servicio. Giró la esquina antes de cruzar el umbral y...

-¿Uh?

Su paso paró en el acto al reconocer de inmediato la preciosa curva en la figura de esa fémina en mitad de la sala.

Y entonces ella se giró al oír el nítido balbuceo providente de Hades.

-Buenas noches. -Saludó con una leve sonrisa tímida en sus labios al tiempo que presionaba su abrigo aún entre sus manos contra su abdomen.

Ritual II: La historia comienza... ¿de nuevo? © // (En Revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora