I: El jardín oculto

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Hay cientos de miles de trabajos en el mundo, tantos que sería imposible contarlos todos, porque siguen creándose más, y hay tantos que puedes trabajar de lo que sea, Taehyung lo sabía muy bien, ha probado tantos trabajos que su currículum es estelar, de hecho es tan extenso que la gente no cree qué tantos empleos ha tenido.

El pelinegro ha trabajado desde los trece años, obviamente que a sus veintisiete años ha pasado por cientos. Ha sido repartidor de comida, de peridico, de leche, del correo y de supermercados, ha paseado perros, ha sido niñero, lavó, vigiló y aparcó autos, ha sido mesero, portero, conserje, asistente de eléctricos y de albañiles; también trabajó en los clásicos, en el McDonald's, Starbucks, Panda Express y Burguer King. Incluso fue modelo en una escuela de artes en Daegu y si tiene tiempo libre hacía malabares en la calle 8 por algo de dinero.

Taehyung ha trabajado en casi todas las cosas legales que no requieran una profesión, pero hay un trabajo que desde los veintitrés no ha abandonado, el único trabajo al que jamás renunciaría y ese trabajo es...

Trabajar en el camión de basura.

Sí, Kim Taehyung es ese joven que se sube y baja del camión apestoso, que genera tráfico por tu calle todos los miércoles y sábados, para recoger las bolsas gigantes de basura que dejas fuera de tu casa, incluso es ese chico que corre porque un perro lo persigue con la basura que se pensaba comer y también es el mismo que se alegra de encontrar cosas que puede reparar y darles un buen uso.

Quizá sea uno de los trabajos más infravalorados que existan en el planeta y también puede que sea uno del que algunos se avergonzarían, pero él no, él jamás.

Aquel trabajo era al que le tenía un cariño inmenso, después de todo ahí estaba su segunda familia y quienes lo acogieron en el tiempo donde los empleos escaseaban.

Y hoy es miércoles, por lo que el bello pelinegro debía ir a recoger basura en su amado camión, así que ya había llegado al recinto con algo de tiempo extra, eran las cuatro y media de la mañana, alcanzaba a desayunar algo junto a los chicos.

—Buenos días, SeokJin —saludó con ánimo mientras se dirigía a los camerinos—. Buenos días también para nuestro don Lee Jungjae.

Ambos hombres que tomaban desayuno en la pequeña mesa redonda le sonrieron e hicieron una venia con la mano, mientras él fue a los camerinos a vestirse con el overol café con reflectores y a ponerse los viejos bototos gastados que aún le servían para la batalla.

Una vez vestido revisó que sus guantes de cuero estuvieran en sus bolsillos y salió para desayunar con los chicos, como siempre encontró un pan tostado con mermelada de frambuesa y su taza de acero inoxidable, medio abollada, con café hecho en la cafetera que encontraron el mes pasado. El mejor desayuno de todos.

Se sentó en la mecedora que declaró suya hace un tiempo y se dispuso a desayunar, Jungjae trataba de reparar una radio antigua mientras desayunaban y medio veían las noticias, porque la televisión era tan vieja que funcionaba con antenas.

The trash truck ©TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora