Fatalidad

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Le parecía impensable poder seducir a alguien de su mismo género. Óscar era muy masculino, velludo, le era fácil sacar músculo y le gustaban las mujeres como al que más. Pero así era, un hombre de mayor edad que él se había obsesionado con su persona. Tenía atributos que le resultaban atractivos a Pedro, como su voz, su humildad y su estatura. El vello facial le atraía de otra manera más egoísta, dado que él carecía del mismo. Solemos buscar a alguien parecido a nosotros, pero Pedro definitivamente se fijó en la persona más alejada de su propia personalidad. Óscar era mucho más comedido, tranquilo, introvertido y totalmente carente de maldad. En cambio, Pedro se consideraba todo un pervertido que buscaba sexo en los lugares más extraños que se pudieran imaginar y con las parejas sexuales más divergentes que se le ocurrieran. Su obsesión con Oscar le llevó a hacerse amigo suyo y a intentar por todos los medios llevárselo a la cama. Le obsesionaba poder agarrar esas turgentes nalgas y empujar contra ellas sintiendo la piel rebotar, hasta que los sonidos del choque de pieles le llevaran al orgasmo. Oscar no pensaba que eso fuese posible, por lo que creyó en todo momento, que la amistad que ambos se profesaban no podía pasar más allá de eso. Si es cierto que Pedro aprovechaba cada instante para acercarse, pero es porque era muy afectuoso y demandante de cariño, algo que a Oscar no le molestaba en absoluto. Sus selfies eran legendarias y tanto uno como otro cultivaban ese amor y respeto mutuo que los hombres que son almas gemelas sólo pueden sentir. Nada más allá de un amor platónico de admiración y respeto mutuo. O eso pensaba Oscar. Todo se torció una noche que ambos fueron a celebrar tras un acto oficial del estreno de uno de los filmes de Oscar. Se alegró mucho de la presencia de su amigo y ambos salieron de copas tras la fiesta oficial. Oscar es casado y jamás engaña a su esposa si ella no está presente, pero dada la calidad de relación abierta que ambos mantienen, su esposa le permite apaciguar sus instintos sexuales siempre que use la debida protección. Así pues, encontró una muchacha hermosa y perfecta con la que pasar la noche y ambos amigos se encontraban con sus respectivas chicas, cuando Pedro y su acompañante empezaron a discutir acaloradamente. La joven que se suponía sería la pareja sexual de Pedro, salió del local bien enfadada y poco amistosamente. Como siempre hace, Pedro le quita hierro al asunto riendo y soltando una de sus bromas, pero Oscar le acompaña en el “sentimiento” de pérdida y le da las buenas noches también a su acompañante. Fingiendo que eso no es lo que quiere, Pedro le explica que puede seguir la noche y tener mejor final para él, pero Oscar se solidariza con su amigo y la chica desaparece. Ambos se meten en un taxi para regresar al hotel y Pedro no se corta a la hora de asegurarse de que la erección que la chica ha dejado en los pantalones de Oscar es real. Vaya si lo es, porque lo roza apenas con el brazo fingiendo que abre la puerta del coche y el gemido de su amigo es audible en medio del silencio de la noche. Oscar se adentra al interior del coche muerto de vergüenza, pero Pedro sonríe para sí mismo sabiendo que esa noche es la noche. Una vez dentro del vehículo, Pedro sigue acercándose a su amigo, fingiendo que quiere ver la ciudad y tocando de forma “inocente” la polla dolorosamente dura del protagonista de “Historias de un matrimonio” que se limita a mal disimular sus gemidos ahora ahogados por sus bonitas manos. Pedro le mira directamente a los ojos y le suelta un “vamos a arreglar esto” mientras saca el miembro de Oscar del pantalón y se lo lleva a la boca. Entre la incredulidad de lo que está sucediendo y la calidez de la boca de su amigo, Oscar no tiene tiempo de aflojar el agarre y se deja llevar por los tirones en sus muslos que Pedro masajea con sus manos y por la fuerza que imprime a la mamada. Pronto está a punto de correrse en la oscuridad del cubículo en movimiento, pero Pedro se retira y Oscar ve al conductor mirándolo fijamente como un viejo borracho y salido. Aturdido por lo sucedido, sale sin pagar, dejando todo a Pedro, que se acerca a él desde atrás y le toma por la cintura para abrazarlo y calmar su contrariedad. Oscar se empieza a lamentar, pero Pedro le calla con un beso empujando su lengua dentro de la boca del dulce hombre que tanto ha deseado follarse desde hace meses. Se apoyan en una pared cercana y Oscar abre la boca dócilmente dejando que Pedro le explore esa y otras zonas mientras se asegura que no hay nadie en los alrededores del hotel a esas intempestivas horas. Gracias a dios nadie pasa por allí y les ve bajo la farola liándose como dos adolescentes. Oscar intenta parar las manos que parecen multiplicadas por 4 de Pedro, pero éste no le da tregua y pronto se encuentra con las piernas medio levantas sobre la cadera del más alto. Los gemidos de ambos hombres hacen que el vaho salga de sus labios y siguen besándose como si no hubiera un mañana en el que puedan arrepentirse de sus actos. Las manos de Pedro de cuelan por sus pantalones sin saber cómo y sus dedos se pierden entre sus nalgas buscando su lugar íntimo, haciendo que los suspiros se aceleren al compás de los roces del alto. Oscar se siente mareado por el alcohol y la excitación y se abre para los dedos juguetones de su amigo, pero Pedro los saca y los mete en la boca del bajito sin avisar, haciendo que casi se atragante y Oscar pone muy duro a su amigo cuando empieza a chupar golosamente, ensalivando bien todos los dedos que Pedro le quiera introducir en la boca. Luego el alto los vuelve a rozar entre sus nalgas y esta vez sí mete un par, dejando a Oscar sin aliento. Sólo una vez en su vida tuvo una experiencia homosexual en su juventud, cosa que olvidó como sin darle importancia, pero la excitación que le hacía sentir el estar totalmente sometido a otro hombre, no tenía comparación con el hecho de poseer a cualquier mujer. Eso le indicó a Oscar que posiblemente no era del todo ni heterosexual, ni monógamo.  Entre los brazos de Pedro se sentía tan cachondo y estimulado, que no se pudo parar a pensar que lo que estaba haciendo era incorrecto. Los dedos demandantes se introducían sin tregua por su ano, rozando de vez en cuando ese punto que hacía que tuviera una especie de contracción en la polla, dispuesta a soltar el contenido de sus testículos. Pero aguantarlo era también placentero y al parecer Pedro sentía esas sacudidas, porque el maldito sostenía y ralentizaba las caricias cuando sentía los espasmos de Oscar. Entre dedos metidos por el culo, besos llenos de saliva y roces en ambos órganos sexuales, los dos hombres deciden separarse lentamente, para subir a la habitación, no sin que antes Pedro obligue a Oscar a chupar los dedos nuevamente saboreando su propio interior, cosa que los calienta a ambos sobremanera. Se colocan la ropa precariamente y se introducen en el edificio silencioso y dormido. El ascensor tarda demasiado para las ansias de Pedro, que comienza a sobar las nalgas jugosas del más bajito. Oscar ríe por lo bajo y aleja las manos de su amigo. Pronto se abren las puertas del ascensor, dejando salir a un hombre de unos 60 años que los mira sorprendido, ya que Pedro ataca el cuello de Oscar con besos húmedos que hacen al más joven gemir. Mal disimulando sus erecciones, se meten al ascensor riendo ante la mirada del viejo. Oscar se arma de valor y se arrodilla para mamar a Pedro en el pequeño cubículo. Quién le iba a decir al Mandaloriano que tendría al Duque Leto Atreides sometido ante su polla. La boca de Oscar se abre y lame primero la punta húmeda, para luego saborear toda la longitud que puede abarcar con su garganta. Pedro la siente cálida y suave y se imagina que su culo tiene que sentirse mil veces mejor. No puede esperar a poseerlo, así que al abrirse el ascensor, salen deprisa y sin siquiera guardarse el falo, Pedro abre la puerta con la tarjeta entrando seguido de un Oscar cada vez más deseoso de ser follado. Sin más preámbulos, Oscar se apoya en la pared y se inclina bajándose el pantalón y la ropa interior, invitando a Pedro a follarlo salvajemente. Este escupe entre las nalgas bien formadas del hombre de pelo rizado y lo extiende por toda la raja para luego alinearse con el agujero y empezar a penetrar lentamente a su amado amigo. Oscar se relaja para que entre bien y no le haga daño, pero está más que acostumbrado a meterse cosas con forma fálica pensando en que un hombre sexy y masculino lo folla, como Pedro. Así que Pedro entra en un bucle carnal de deseo y satisfacción, en el que penetra a su amigo sin descanso ni consideración, ya que ambos son hombres y tienen que ser salvajes a la hora del sexo. A Oscar no le molesta que lo traten de forma ruda y de hecho le excita mucho más que un hombre demasiado blando y sin fuerza a la hora de follarlo. Le encanta que Pedro le tome del pelo y tire del mismo empujándolo contra la pared y forzándolo a abrir más las piernas, doblegando su cuerpo y partiendo su culo justo de la forma que tanto le gusta. Pedro lleva a Oscar a a la cama tirando de sus relajados miembros superiores, y mientras le da besos con lengua lo empuja contra la cama y éste cae boca arriba, siendo sus piernas izadas para ser masturbado mientras su ano necesitado se abre y cierra buscando un pene que apretar. Cuando Pedro se da cuenta, le come el hoyo abierto y necesitado y Oscar gime cuando le introduce la lengua a punto de explotar cuando siente algo en su interior después de ese período de vacío. Pedro nota las bolas contraídas de su amigo, por lo que frena cualquier estimulación y por mucho que Oscar gima y se restriegue en busca de estímulo, se lo niega cruelmente para luego darle más y más. Lo pone en cuatro y roza su polla con la raja del bajito, que ruega porque lo folle, gritando ya que lo folle de una vez. Pedro de ríe y la mete sin preámbulos en el momento menos pensado, tanto que el dolor de lo inesperado, hace que a Oscar se le baje la polla inmediatamente. Aún así Pedro vuelve a follarlo mientras le da nalgadas en sus redondas posaderas, y pronto Oscar está a punto de llegar al orgasmo una ve más. Pedro no lo castiga y lo deja llegar, pero sigue follándolo sin parar hasta su propio orgasmo, que recorre las piernas y nalgas el más joven como si fuera un río de leche caliente y espesa. Oscar se entretiene restregándoselo por la raja y metiendo los dedos en su esfinter rosado y semiabierto, ante la mirada de un Pedro escandalizado por la falta de decoro de su amigo.  El encanta ver su lefa llenando las nalgas redondas y duras de Oscar y le da unas buenas nalgadas que hacen al hombre gemir y gritar el nombre de su amigo. Ambos se quedan dormidos tras el ajetreo y se pegan tanto el uno al cuerpo del otro que parecen uno solo. El pequeño Oscar está deseando volver a ser follado por cualquier hombre, despertada su homosexualidad por Pedro. No se va a quedar con una sola experiencia, pudiendo estar con muchos otros a pesar de ser casado, porque le encanta saberse petado por una buena polla cuyo dueño sepa moverse hasta hacerlo poner los ojos en blanco y que su boca salive de anticipación. Esta no será su última vez. Lo sabe.

 Lo sabe

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⏰ Última actualización: Apr 23 ⏰

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