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Yellow se despertó con la frente empapada en sudor, con la respiración agitada y una extraña amargura recorriendo desde sus labios hasta su delgado pecho.

Se incorporó en el sofá donde descansaba, particularmente confuso de haber despertado de forma tan sorpresiva y espontánea. Tenía los músculos algo tensos, mientras sus sentidos se iban acostumbrando poco a poco al ambiente que lo rodeaba. Primero visualizó la pequeña cabeza de Green al lado del sofá, sentado en el suelo mientras miraba fijamente la pantalla del televisor, que en aquel momento estaba prendida y a un volumen que, para Yellow, fue abrumador.

Exhaló cansado mientras se dirigía una mano a la sien y se la masajeaba—. Green —llamó con voz apagada, algo aturdido por el sonido—. Bájale volumen...

—Está en diez —susurró en respuesta, mirándolo con confusión—. ¿Estás bien?

El menor se mostró extrañado por la apariencia desordenada del rubio, observando en silencio como se llevaba una mano a su frente y lentamente se la iba masajeando. Sus pequeñas manos apretaron suavemente sus rodillas sin saber cómo actuar ante aquella situación. No supo si decirle algo o tratar de ayudarlo, prefirió entonces consumirse en silencio.

—Sí, sí —contestó Yellow en un intento de mantener calmado al menor —. Tuve un mal sueño, es todo. —Le dedicó una febril sonrisa forzada.

Green examinó su rostro unos momentos, repasando sus orbes verdes por las facciones que el mayor mantenía, no muy convencido de la expresión que Yellow le brindaba. Torció un suave gesto y volvió a mirar hacia adelante, no sin antes asentir en respuesta.

Apenas el rubio sintió que el menor despegaba la vista de él, se desplomó en el sillón, cansado, llevándose las manos al rostro y comenzando a frotarse lentamente sus ojos. Se sentía mal, sus ánimos habían bajado de forma considerable los últimos días. Y aquello no era algo que simplemente lo afectaba de forma personal; incluso el menor se había dado cuenta de su actitud decaída, y por si fuera poco, hasta en el trabajo se habían mostrado extrañados por su conducta.

Y todo eso por culpa del joven cerúleo. Había intentado ignorar la breve "conversación" que tuvieron, simplemente olvidar que lo había visto hace apenas semanas; pero aquel vívido momento surgía cada noche, antes de dormir, acompañado de engorrosos recuerdos pasados que fastidiaban su sueño, sin dejarlo descansar tranquilo y obligándolo a despertar al día siguiente con el corazón latiendo a mil.

Yellow en esos momentos solo deseaba descansar con la mente en blanco, recostarse y no pensar en nada. Pero sabía que era imposible. Estaba afrontando algo que, en su momento, no había querido aceptar, y ahora todo le resultaba muy dificultoso. Con ese pensamiento en mente hundió sus uñas en sus mejillas, molesto.

—Pa —llamó Green tras unos momentos—. Había alguien que estaba tocando la puerta —agregó sin voltear a ver a Yellow.

—Ah... supongo que se fue —respondió un breve tiempo después, luego de regular su respiración pesada.

—Supongo...

El menor fue interrumpido por un suave llamado a la puerta, siendo tres golpes en una melodía constante que resonaron en toda la sala de estar. Yellow se incorporó con un suspiro y se dirigió hacia la puerta, todavía con el cansancio evidente en sus movimientos. Los golpes constantes y suaves parecían resonar en su mente como un eco, amplificando su ya presente sensación de desasosiego. Green, desde el suelo, lo siguió con la mirada, un tanto preocupado, aunque no expresó ninguna inquietud verbal.

Al abrir la puerta, Yellow sintió que su corazón se hundía en su pecho. Observó, sin comprender cómo, a Blue frente a él, con una expresión que destilaba una mezcla de ansiedad y determinación. Llevaba las manos en los bolsillos y, por un momento, pareció no saber qué decir. Finalmente, sus ojos cobaltos se encontraron con los de Yellow mientras sus labios trataban de articular palabra, su voz parecía haber desaparecido.

start over | 𝗮𝗹𝗮𝗻 𝗯𝗲𝗰𝗸𝗲𝗿 | fanfic de mier-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora