☕Capítulo 1☕

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Narradora.

   En el Pizzaplex, los Glamrocks se encontraban dando un concierto espectacular. ¿Qué se podría esperar de una banda tan talentosa? Monty estaba concentrado en su bajo y dando saltitos de vez en cuando en el escenario; Freddy cantaba con avidez, utilizando la potente voz que todos ya sabían que tenía; Chica y Bonnie, ambos con sus guitarras eléctricas, hacían un dueto fantástico, aunque el de ojos rojos en alguna que otra ocasión se aproximaba hacia el pelirrojo y dejaba de tocar su instrumento; Flower se encargaba de la pandereta, bailando de forma envidiable; Roxy tocando su keytar aprovechaba para ser la líder del ritmo, que nadie le podía seguir; Mangle tocaba la batería, haciéndole competencia directa a Foxy, quien estaba con su triángulo, parado sin hacer nada más; y por último, pero no menos importante, GBK, el vocalista de apoyo, o sea, estaba cantando con Freddy.

   Monty, de forma un tanto disimulada, intentaba hacer que Freddy se tropezara, pero no lo consiguió. El ojirojo, cada que tenía la oportunidad, se le acercaba al pelirrojo, quería besarlo, pero Monty lo esquivaba sin querer, concentrado en tocar su bajo y en tratar de arrojar a Freddy al suelo. El concierto estaba cada vez más cerca de acabar y Bonnie lo sabía; se le estaban acabando las oportunidades para besar al de cabello rojo. Cuando ya estaba a segundos de terminar la canción, se avalanzó hacia él y le plantó un beso en los labios, olvidando al público que los miraban atónitos.

   Los Glamrocks también estaban confundidos, incluído Monty, pero este último cedió y correspondió el beso, no le importaba que todos (incluídos ustedes, queridos lectores :3) los estuviesen observando. El bajo del pelirrojo y la guitarra eléctrica del de ojos rojos terminaron en el suelo, mientras sus dueños se besaban frente al público que sólo les sacaban fotos, hasta los niños. E incluso a algunos se les olvidó quitar el flash.

//Mucho antes...//

   En la ciudad la vida era algo monótona, los ciudadanos casi siempre hacían la misma rutina de todos los días, se podría decir que a ojos de todos era un día completamente normal. En una cafetería ni tan grande, ni tan pequeña, de por ahí estaba Monty, sentado en la misma mesa de siempre. En su casa no tenía tiempo de desayunar, así que iba a esa cafetería a tomar un café para despertarse; tenía los horarios muy ajustados. Pensaba en lo duras y exigentes que habían sido estas últimas semanas de trabajo y también leía un catálogo de perfumes que el viento le arrojó en la cara mientras iba de camino a la cafetería.

   Monty era algo especial, ya que tenía rasgos de caimán, tanto en apariencia como en la personalidad. Su ropa un tanto abrigada y para colmo no combinaba. Agarró el primer sueter que encontró, salió algo apurado por alguna razón. Se veía parecido a Santa Claus, sólo que sin el exceso de color rojo y sin la pelusa en los abrigos. Las botas tenían una hebilla como las de un vaquero, pero que contaban con algunas agujetas atravezadas. Estaban en épocas de finales de otoño y principios de invierno. Por esa razón, hacía frío y las personas debían ir abrigadas.

   De reojo veía con sus ojos rojos a quienes, para él, eran sospechosos y más si es que tenían hijos. Por suerte, no veía a nadie tan irresponsable como para perder de vista a sus hijos y eso lo hizo volver a mirar el catálogo de perfumes. El recuerdo de sus padres y lo que pasaría con su hermana lo mantenía en un constante tormento y preocupación. El incontrolable pensamiento de que su hermanita estaba en el hospital no lo dejaba tranquilo, aunque agradecía que ella aún siguiera bajo el cuidado de sus padres. Además, como Molly, su hermana, era pequeña cuando él se fue y perdió contacto con ellos hacía más probable el hecho de que ella ni siquiera recordara su existencia. Él sonrió al pensar en esa posibilidad, sería más fácil así, ya que crecería pensando que es hija única.

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