El mundo de Enzo comienza a la noche y termina a la mañana, cuando las nubes verdes como el pasto aparecen.
Hijo de un señor apasionado por los experimentos y la Alquimia e hijo de una madre que se queja de su esposo.
Enzo sale a la noche; se pierde entre los árboles de algodón y madera seca.
Sonríe cuando las hojas caen del cielo. No sabe a dónde va; pero deja que sus pies lo guíen.
Observa el cielo y el Ojo está en su punto alto, ¿curioso, no? ¿Será que me mira?
Se cruza con un gato negro. Acaricia al felino con una sonrisa y se aleja.
El sendero lleno de hojas termina cuando se para frente una puerta de madera.
Respira profundo.
Tal vez no lo quiero ver y le grite. Tal vez se lo merece, se lo merece; fue un irresponsable años atrás y terminó huyendo con alguien más.
Toca la puerta, y a los segundos la abre ella. Es como la recordaba.
Él trata de decir algo pero el portazo que recibe es una señal que no es bienvenido allí. Insiste de nuevo, pero solo el silencio está presente.
Sin rendirse, espía por la ventana de la cocina, lo deduce por unas ollas que ve en la mesada.
Nota un jarrón con flores blancas y una yema en el centro.
Resignado, piensa en irse pero, logra escuchar la voz de, por el tono, una niña. Mira nuevamente. Una niña de diez años, aproximadamente, aparece.
La ve sentarse en la mesa.
Es una copia de su madre, pero con el cabello de Enzo y los ojos de él.
Abre los ojos en shock al notar unos cuernos sobresalir de su cabeza.
Y las palabras de su abuela vienen a su mente: "Sí de fallar a alguien; lo tendrán que pensar mil veces, o las consecuencias de sus actos se manifestaran."
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Recuerda las palabras
RandomY cuando la vio, las palabras de su abuela tuvieron peso en él.