00 - Prólogo

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FORAJIDO


“Sentencia de muerte”
   


El repugnante olor metálico de la sangre contaminaba el aire, siendo el hedor de dicho líquido tal que se volvía más intenso a pesar de la distancia.

  

Aquel líquido se encontraba derramado sobre la arena que lo absorbía de forma inmediata. No obstante, el olor perseveraba de tal manera que si alguien llegaba a mancharse, definitivamente sería una mancha difícil de quitar. La escena que se contemplaba a simple vista podía llegar a pasmar a cualquier civil debido a la brutalidad con la que se era llevado a cabo aquel acto de tortura, siendo de tal magnitud que la arena quedaría teñida de rojo por un tiempo.

   

Los gritos del prisionero finalmente habían cesado. Todavía su cuerpo se encontraba amarrado en la silla en la intemperie, a duras penas temblaba debido a la baja temperatura. Ninguno de los presentes sabia con exactitud hace cuanto se detuvieron los gritos, quizás fue hace unos segundos, minutos o incluso horas; sin embargo, era imposible saberlo. Realmente nadie le tomo importancia, después de todo, era algo tan normal como tomar café cada mañana antes de cada misión; así que ni los gritos más desgarradores podían afectar el humor de un grupo de soldados que yacían a la lejanía, en su mayoría oficiales de alto rango. Sus potentes risas sofocaban los inaudibles quejidos y súplicas del sollozante prisionero, ellos no hacían más que hablar entre ellos mientras que, cada cierto tiempo, desviaban la mirada para disfrutar del morboso espectáculo, cortesía del reconocido Sargento de la organización.

   

Su improvisado cuartel rudimentario definitivamente no entraba entre los mejores que alguna vez hubiesen armado; sin embargo, la mayoría de los soldados que allí residían allí habían sido entrenados para soportar condiciones peores. Así que las ratas que rondaban no eran ningún problema. Especialmente cuando a muchos les resultaba divertido dispararles cada vez que veían alguna, haciéndolas estallar en pedacitos que ensuciaban la arena impura.

   

Un nuevo sonido logro llamar la atención del grupo de soldados, desviando su mirada curiosos ante aquel doloroso crujido que había vuelto a escucharse después de un largo rato, junto con un suplicante grito que se distorsionaba, sonando más como un gruñido animal. Por un momento se pensó que la garganta del hombre se había desgarrado posteriormente del grito, pero no fue así, todavía podían escuchar sutilmente los ruegos del desdichado fariseo. Alguna vez aquel hombre había sido un soldado bajo el mando del mismo Sargento que ahora lo atormentaba para sacarle una confesión; no obstante, ya no pertenecía a ninguna de sus tropas, puesto que ahora solo era un sucio traidor que merecía su castigo. Incluso si se debía ignorar que hace menos de dos días, todos ellos comieron en la misma mesa y compartieron historias.

  

Finalmente uno de los hombre se levantó de su sitio para acercarse hacia la escena de tortura. No tenía apuro alguno por detener la sesión cuando su compañero parecía tan entretenido, después de todo era casi un hijo para él, así que ¿cómo podía negarle aquel momento de satisfacción malsana? Incluso los profesionales podían llegar a desequilibrarse si no lograban calmar su estrés, y según el Capitán Gave “Rompe huesos” Karp, no había mejor manera de hacerlo que una buena sesión de tortura en el que tu único limite es “no matar a tu víctima” es ciertamente una ganga.

Forajido  ;  Call of Duty × Male!ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora