01 - Capítulo Uno

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“Sombras”


   

Desert Storm Mercs o mejor conocidos por sus siglas en inglés (DSM), era una organización privada que fue creada con el propósito de concretar trabajos especiales y en su mayoría ilegales. Sus peculiares reclutas eran llamados forajidos, soldados desertores que habían decidido dejar su honor de lado. Ellos como cualquier otro soldado, tenían la curiosa ambición de dar su vida en cualquier campo de batalla y morir siendo parte de un ejército que jamás los reconocería. Un suicidio inminente, pues parecía ser la única manera para aceptar el final que habían previsto cuando se unieron al ejército. No les importaba morir, porque después de todo, solo eran perros leales que servían al mejor postor.

  

Los servicios de DSM habían tenido fama desde su fundación, así que no era extraño que cualquiera pudiera contratarlos si contaba con el dinero suficiente. Era cierto que los servicios no eran indispensables, pero la ventaja que podía darte un especialista era abismal y ni siquiera las organizaciones gubernamentales privadas dejaban escapar esa oportunidad.

   

El proceso de contratación era simple, solo debías tener el dinero suficiente y dependiendo de tu presupuesto, podrías elegir entre los especialistas que te mostrara el contratista. Las hojas de vida resultaban escalofriantes ante los detalles, el solo pensar como había sido conseguida esa información resultaba alarmante. Desde enfermedades graves, trastornos mentales, información médica e incluso la alergia mas mínima se encontraba registrada dentro de aquellas carpetas bajo sus respectivos seudónimos.

    

La organización contaba con una gran variedad de especialistas con distintos rasgos y habilidades, pero existía una alarmante escasez de francotiradores y médicos de combate al ser los más cotizados. Sin embargo, solo los buenos especialistas duraban mucho tiempo, ya que si no cumplían los estándares, estaba previsto que no volvieran a la organización con vida. Un error en el campo de batalla podía ocasionar que el enemigo conociera tu ubicación, así que los médicos de combate no solían durar demasiado al tener que estar siempre en movimiento; no solo debían cargar y atender heridos, sino también desenvolverse con un arma –ya fuese arma pulso cortante o un arma de fuego–, habilidades que pocos podían manejar correctamente debido a la presión. Y para la desgracia del Sargento (_____) Santos, alguna vez tuvo la brillante idea de estudiar para ser Médico Militar, desertando solo dos años después de haber concluido su carrera y vivir en carne propia la realidad de un médico de combate en el campo de batalla.

    

Intentar mentalizarse para hacer el trabajo que aborrecía solo lograba que su jerarquía persistiera, aunque lo que lo aquejaba no era precisamente la misión que le habían asignado, sino que la resaca le estaba pasando factura tras una noche de copas con sus compañeros de pelotón. Obligaba a su cuerpo a moverse, al mismo tiempo que intentaba ignorar el malestar. La falta de sueño le habían pasado factura, así que su cuerpo se encontraba pesado y por un momento pensó que llegaría tarde al helipuerto; sin embargo, todo su apuro había sido en vano, ya que cuando llego al sitio indicado, se encontró con la sorpresa de que el general no pensaba llegar hasta dentro de 15 minutos.

   

Sobó sus sienes con calma fingida, mientras esperaba que los analgésicos hicieran efecto. No se encontraba en las mejores condiciones para viajar, aunque la realidad era que se lo había buscado tras mezclar vodka, tequila y café cuando era de conocimiento público que el vodka no debía mezclarse con nada que no fuese jugo de naranja.

   

—¿Estuvo buena la fiesta? —Santos reconoció el acento español tan característico de Ojo de Halcón, así que no se molesto en mirarlo ni mucho menos saludar a su superior en rango. Su tono burlón era obvio.

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⏰ Última actualización: Sep 09 ⏰

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