capítulo 1

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El repiqueteo de mis zapatos en el suelo de mármol hace un gran eco por el vacío pasillo.
Mis zapatos con un diminuto tacón y unos pasos longevos que me acompañan, detrás de mí, como siempre, desde siempre.

La idea de salir del infierno de este castillo me llena de ansiedad, una ansiedad muda que se esconde muy adentro, tan adentro que mas nadie la nota, solo yo.
Siempre fue un sueño, no mas que eso, un sueño que me permitía de pequeña, escapar de aquí y hacer la vida que deseaba, tener amigos, que me quisieran.

Es muy triste saber lo poco que duraron esos estériles sueños, bueno, hasta ahora.

Se que lo que me aguarda no es mucho mejor, pero es una posibilidad, tanto las cosas salgan bien como si no, no volveré a este horrible lugar. Jamás.

Mantengo mi postura regia, recta, casi orgullosa y mi cara inexpresiva, es lo que se espera de mi, una actitud y "dignidad" que camufle la impureza de mi sangre.

Camino hasta el final del pasillo y al salir del castillo veo a mi "familia" esperándome para despedirme. Bien, que sea rápido, estoy ansiosa por no volver a ver sus caras nunca jamás.

Al salir, el frío aire azota mis mejillas, y al mirar el cielo, noto que se ha oscurecido, normal, siempre se espera hasta que el dios sol entre en su casa al horizonte para viajar, para augurar un buen viaje y una llegada a salvo al destino esperado.

Mis ojos regresan a las personas que esperan cerca del gran carruaje, que será mi transporte.
Veo a mi padre, tan alto e inflexible, como un viejo eucalipto, veo los años en su expresión, que deben ser varios cientos y aún así, no logro sentir nada mas que una fría cordialidad y un caliente resentimiento que corta mi piel con sus oxidadas garras.

Pero aún asi, mi expresión no muestra mas que la suya, recibo un rígido asentimiento de su parte, que devuelvo de la misma forma.

Veo a la esposa de mi padre y esta se limita a alzar la barbilla cuando mi mirada se encuentra con la suya, bien, no es como que esperara mas nada de ella. Jamás lo hice.

Veo a la hija de la esposa de mi padre, mi hermana, que me da una sonrisa aceitosa, casi tan desagradable como su existencia misma y yo hago una leve mueca en su dirección, no merece mas que eso, bueno, quizá merezca la muerte y todo el odio que le profeso, pero, lamentablemente, no está en mis manos darle el castigo que se merece.

Finalmente mis ojos se encuentran con los de mi hermano y este asiente en mi dirección, solemne como siempre y yo inclino levemente la cabeza en su dirección, una señal de respeto, la única persona en este horrible castillo que merece una onza de respeto y la tiene, al menos de mi parte.

Escucho un resoplido, que asumo viene de la hija de la esposa de mi padre, no lo sé con exactitud, no vuelvo la mirada.

— Padre, madre, hermano, hermana, me despido de ustedes –.

Educadamente me despido, y sin mirar atrás me subo al carruaje, seguida de Magda, mi niñera, la humana que estuvo toda su vida a mi lado, que creció conmigo y que, mientras yo estoy empezando la primavera de mi vida, es casi el final para sus marchitas estaciones.

Veo su viejo rostro, un poco apenada por lo corta de su vida y el hecho de saber que mas pronto que tarde, veré su final también.

El carruaje, conducido por el cochero del castillo se pone en movimiento, tirado por seis de los mejores corceles. Tanta hipocresía arruga mi nariz.

— Rayssa —. Reprende suavemente la cascada voz de Magda, que está sentada frente a mi.

Al parecer el gesto no solo había sido mental.

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⏰ Última actualización: Apr 25 ⏰

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Sweet poison of lies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora