Capítulo Cinco

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La buena expectativa rugía en su pecho, por el momento no prevalecía su voluntad para esperar las malas noticias, no por al menos esa mañana

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La buena expectativa rugía en su pecho, por el momento no prevalecía su voluntad para esperar las malas noticias, no por al menos esa mañana. Aposto al despertar que hoy sería un gran día. Sunghoon pasó como una flecha la bocacalle, con una camisa roja y encima una impoluta gabardina. La meta era clara. Llegar a tiempo a la cita, escuchar la propuesta, y confiar en su juicio. Averiguaría si se trataba de un trato serio y formal. La campaña de verano aún era vigente, aunque le hizo la promesa a su familia y amigos que dejaría un tiempo en paz a las agencias, y se adentraría en unas vacaciones.  

Hace una semana nadie pudo impedirle que fuera a esa audición y esperar con una irrevocable esperanza durante cinco horas su turno. Consiguiente a ello, hoy citaron su presencia. Era un edificio moderno, Sunghoon se localizó y se acercó a la recepción, sabiendo muy bien que estaba preparado para todo. Posteriormente, de un par de minutos, obtuvo respuestas:

—Discúlpeme, pero me comunican que su presencia fue citada a las siete de la mañana, y no para las cuatro de la tarde. Hace horas su cita fue revocada.

Él no estaba preparado para nada de lo que dijo la recepcionista.

—Entiendo..., gracias. —Hizo una breve inclinación, tomó las sobras de su energía y salió del edificio.

Como cualquier joven maduro que era, Sunghoon fue a ventilar su desgraciada mañana en su cuenta privada de Twitter. Tuiteó cada suceso solo por librarse un poco de su conflicto. Lo encontraba un tanto parecido a una cita con el psicólogo y con el cuerpo desplayado, liberando todas sus cargas en el diván.

—Yo recibí por ti la llamada, incluso pregunté dos veces la hora de citación. ¡Y escuché que el chico de la llamada dijo a las cuatro de la tarde para el miércoles! La culpa fue del imbé... del remitente. ¡Del remitente! —Sunghoon despega el móvil de su oreja por la fuerza del grito de Yeji—. O del cargo que él tenga, de los empleados. ¿No hay manera de solucionarlo?

—No te preocupes por ello, Yeji-ah. No dudo que me hiciste llegar bien el mensaje, esto me pasa por olvidar mi celular en casa al salir—suspiró—. Recordé que estamos miércoles..., nada sale bien los miércoles.

—No empieces.

—Ya.

—No Sunghoonie. No empieces con tus supersticiones.

—Nómbrame cinco miércoles que me haya ido bien en un evento importante como este —Sunghoon contó mentalmente hasta tres. Su hermana se mantuvo callada—. El silencio otorga.

—Como sea, ¿qué piensas hacer?

—Ahora mismo pensaba ir por un latte. —Supervisa que el semáforo cambió a verde y vuelve a emprender camino— Corrección, estoy dirigiéndome a conseguirme un latte.

—¿La cafetería es bonita?

—Lo averiguaré es nueva. Es un Coffe cat, me salió un anuncio en internet y me juntaré con unos amigos después.

Cuando sabes que es oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora