Capítulo 2

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El crepúsculo tiñó el cielo con tonos cálidos cuando Naruto llegó a la majestuosa residencia de su madre para recoger a sus hijos, Boruto y Himawari. La imponente mansión, un monumento a la tradición y la elegancia, se alzaba orgullosa contra el horizonte, su silueta recortada en el lienzo del atardecer.

Naruto estacionó su vehículo cerca de la entrada principal, y un sirviente se acercó para recibirlo. El hombre, con una sonrisa educada, le ofreció estacionar el auto de forma adecuada. Naruto agradeció el gesto con un leve asentimiento y se dirigió al interior de la casa.

Dentro, fue recibido por el ama de llaves, una mujer de edad avanzada, pero con energía envidiable. Le saludó con una reverencia respetuosa y una cálida sonrisa.

-Señor, su madre lo espera en la sala de juegos de sus hijos -le informó con un tono profesional.

Naruto le agradeció con una sonrisa cansada pero sincera y se encaminó hacia la sala. Mientras avanzaba, el familiar aroma a flores frescas lo envolvió, llevándolo de vuelta a su infancia.

De repente su madre, Kushina, vino a su encuentro con los brazos abiertos y una expresión de genuina alegría.

-Mi vida, ¿cómo te fue? -preguntó Kushina, su tono lleno de entusiasmo mientras abrazaba a su hijo con fuerza.

Naruto le devolvió el gesto cariñoso, apreciando el calor del abrazo materno. Se separaron, y él sostuvo su mirada, consciente de la satisfacción de su madre al tenerlo en casa.

-No quiero hablar de eso ahora -dijo con tono cansado-. Voy a ver a los niños.

Kushina frunció el ceño, su rostro se endureció y sus ojos brillaron con una mezcla de preocupación y desaprobación.

-¿Acaso no pudiste llegar a un acuerdo con esa tarada? -preguntó Kushina, refiriéndose a Hinata.

Naruto suspiró, tratando de mantener la calma.

-Mamá, deja de llamar a Hinata de formas despectivas -respondió, su tono más firme-. A pesar de todo, Hinata es la madre de tus nietos, te guste o no.

-No lo haré. Lo único bueno que hizo fue darme a Himawari y Boruto -replicó Kushina, mostrando su descontento.

Naruto suspiró de nuevo. Lo único que deseaba era abrazar a sus hijos y disfrutar de su presencia.

-Ya es suficiente. Voy por los niños -dijo Naruto, zanjando la conversación.

Kushina, molesta por el desinterés de su hijo hacia sus quejas sobre Hinata, se interpuso en su camino.

-Cariño, escúchame, es hora de que pienses en tus hijos. No pueden seguir viviendo en ese lugar rodeados de peligros -insistió Kushina.

-Mamá, ya hablé con Hinata sobre eso -respondió Naruto molesto.

-¿Y no vas a hacer nada más? -preguntó Kushina, siguiéndolo.

-Hice lo necesario, no me siento bien habiéndolo hecho.

Kushina siguió insistiendo en opciones legales para que Naruto obtuviera la custodia completa de los niños, pero él no quería seguir esa línea. Aunque había amenazado a Hinata como su madre sugería, no deseaba llevarlo a cabo. El viaje hasta la mansión le había dado tiempo para reflexionar y aclarar sus pensamientos.

-Tu padre es amigo del mejor abogado estoy segura de que...

-¡Basta, madre! -interrumpió Naruto, caminando hacia la habitación de los gemelos.

Una vez allí, encontró a sus hijos jugando con entusiasmo. Himawari al verlo corrió hacia él, lanzándose a sus brazos y riéndose alegremente. Boruto también se acercó, casi derribándolo al colgarse de su pierna.

Lazos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora