𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗢𝗳 𝗤𝘂𝗶𝗱𝗱𝗶𝘁𝗰𝗵: ❛ Sam es la Guardiana del equipo de Hufflepuff, es hija de muggles por lo que en un Hogwarts algo purista no tiene muchos amigos, uno de ellos es Juan
Un chico muy positivo y gracioso que esta enamorado de la busca...
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La noche del lunes no pude dormir, mi corazón latía muy rápido de los nervios. ¿Y si no sabía qué decirle?
Me estaba comiendo la cabeza tratando de imaginar una conversación con Abril. Claro que habíamos hablado, pero hablar sobre una poción y la tarea no era lo mismo que tener una conversación real.
No entendía por qué me sentía tan ansiosa.
Abril no era más que una presumida (y hermosa) Ravenclaw. Sin embargo, cada vez que pensaba en hablarle, sentía como si miles de mariposas revolotearan en mi estómago.
Esa mañana hacía más frío de lo normal y tuve que buscar mi túnica por toda la habitación. Rachel me gritó por pisar a su gato y Melissa me golpeó en la cabeza con un libro por no regar su estupida planta, la cual ya estaba más que seca en su escritorio.
Deberían estar acostumbradas a mi desastre, llevábamos 5 años compartiendo habitación, pero no, seguían quejándose porque no regaba sus plantas y pisaba a sus ratas peludas.
Finalmente, encontré mi túnica y me dirigí hacia la sala común. Allí me encontré a Juan esperándome junto a los grandes barriles, sonriéndome como siempre lo hacía.
—Hola, Juan —dije, tratando de aparentar calma.
Me acerqué a él, intentando no mostrar mi nerviosismo, y golpeé el barril de su derecha varias veces hasta completar el supuesto "codigo" secreto.
Ambos salimos de la sala común y Juan comenzó a hablar de su increíble plan.
— Tienes que decirle que soy muy amable e inteligente, fuerte y que puedo protegerla de cualquier cosa — dijo Juan, con una sonrisa que intentaba ser seductora.
No pude evitar reír al escuchar cómo se describía.
—Alto, flash, no vayas tan rápido. Una cosa a la vez. Primero tengo que invitarla a estudiar y encontrar un tema de conversación, y luego hablarle de ti —dije, tratando de mantener la calma.
—Perdón, es que no puedo permitir que digas mentiras sobre mí y me humilles —respondió Juan.
—Tú te humillas solo, Juanito —repuse, provocando que Juan se ahogara con su bebida y manchara toda su túnica con jugo de calabaza mientras reía.
Esos momentos eran los que me recordaban por qué éramos tan cercanos.
Hizo un hechizo de limpieza mientras trataba de no derramar nada más, y yo solo seguía riendo de su estupidez.
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Ya era hora de ir a pociones, así que caminé sola hasta el salón. a esa hora, Juan tenía detención por romper la varita de la profesora Hooch durante un entrenamiento del equipo, según lo que entendía, lo habían suspendido.
