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El ruido de la lluvia era lo único que los hermanos Frost escuchaban en el coche mientras recorrían la solitaria carretera en medio de la tormenta. De vez en cuando, la luz de los relámpagos iluminaba el paisaje, haciendo que los árboles y las montañas a su alrededor parecieran hermosamente espectrales. A la pequeña pelirroja, Perla, le encantaba la lluvia, el olor de la hierba después de la tormenta y todo lo relacionado con la naturaleza.

El cartel de bienvenida a Forks se acercaba, y Perla se sentía agradecida por el largo viaje desde California hacia lo que sería su nuevo hogar. Era la segunda vez que se veían obligados a mudarse, siempre por culpa de un destino trágico: primero sus padres y luego su abuela.

—¿Cómo dormiste, florecita? —preguntó Kaz una vez que vio a su hermana pequeña abrir los ojos y observar atentamente el bosque que los rodeaba.

—Bien, sin pesadillas —contestó en un susurro.

Desafortunadamente, la pequeña de la familia fue la que descubrió el cuerpo sin vida de la matriarca de la familia. Su abuela yacía muerta en la cocina, aparentemente había entrado un ladrón esa noche, Perla estaba en casa de una amiga mientras Kaz trabajaba su turno nocturno, dejando a la abuela sola en casa.

Perla no fue expuesta a los detalles, la visión del cuerpo ensangrentado de su abuela y la casa hecha un desastre fueron suficientes para que la chica tuviera que acudir a terapia diariamente.

Pero a pesar del trauma que había experimentado, Perla mostraba una fuerza que sorprendía. Siempre sonriendo, siempre buscando la belleza en la oscuridad. Kaz admiraba la valentía de su hermana menor, era su luz en medio de la tormenta que habían enfrentado juntos.

—Empecemos de nuevo, Perla. Construiremos un nuevo hogar, una nueva vida —dijo Kaz, con determinación en su voz.

—Sí—respondió Perla, con una sonrisa reconfortante.

La lluvia seguía cayendo mientras se acercaban a Forks, pero ahora, los hermanos Frost tenían la certeza de que podían enfrentar cualquier tormenta juntos. El pasado estaba detrás de ellos, y el futuro les esperaba con nuevas oportunidades y esperanzas.

Y así, con la lluvia como testigo, los hermanos Frost continuaron su viaje hacia un nuevo comienzo, dejando atrás los recuerdos dolorosos y abrazando lo que vendría. Juntos, como una familia, siempre unidos, siempre fuertes.

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El jeep fue aparcado frente a una casa de dos plantas blanca, por suerte la lluvia paro, dejando solo el suelo mojado como consecuencia. Perla bajo del coche a la vez que Kaz abría el maletero, sacando lentamente las maletas. La pelirroja con las llaves en la mano fue la encargada de abrir la puerta, despejando el camino para el mayor.

Una vez terminaron de meter las maletas en la casa, pudieron observar atentamente el interior de esta. Las paredes blancas y sin ningún cuadro para alegrar la vista, en la sala de estar solo un sofá nuevo que compraron y una TV, mientras que la cocina era un pequeño comedor al mismo tiempo.

—Pido la habitación con la ventana al bosque— grito la chica, corriendo con su mochila en mano, sin dejar tiempo para que Kaz procesara lo dicho.

—Oye— grito de vuelta, alegre de ver la sonrisa en la cara de su hermanita—. No se corre en las escaleras, no quiero ir al hospital el primer día que llegamos a Foks.

—Lo siento— grito en respuesta Perla, entrando en la habitación y abriendo la ventana para ver el bosque que se extendía al otro lado. Kaz sonrió y comenzó a organizar el resto de las cosas en la casa, sintiéndose feliz de haber llegado a su nuevo hogar.

—Esto es precioso— susurro para sí misma, un poco más y medio cuerpo lo tenía sacado por la ventana, intentando disfrutar lo máximo de la naturaleza.

—Mete tu cuerpo dentro de la casa florecita, no creo que quieras saltar cuando tienes un modo más fácil de salir de la casa con vida— hablo con gracia su hermano, asustándola en el proceso—. Si terminas de ordenar tu habitación puede que considere tu petición de ver mean girls...

—Sí, ahora mismo lo hago— grito corriendo a por el resto de sus maletas.

—No corras por las escaleras, te vas a...— un golpe resonó por la casa junto con un grito— caer.

—Creo que debemos ir al hospital— susurro observando su muñeca en un ángulo que no es normal.

—Oh por todos los dioses, Perla, ¿estás bien? Ven, déjame ver. Vamos al hospital ahora mismo —Kaz se apresuró a ayudar a su hermana a levantarse, preocupado por la lesión.

Perla asintió con dolor y se dejó llevar por su hermano hacia el jeep. Aunque el accidente había arruinado un poco el primer día en su nueva casa, ambos sabían que lo importante era que Perla estuviera bien.

—Lo siento—dijo Perla, sintiéndose culpable—. Prometo escucharte la próxima vez.

—No te preocupes, lo importante es que estás bien. Y ambos sabemos que eso rara vez pasa —respondió Kaz, abrazando a su hermana.

El jeep fue estacionado frente a una casa blanca de dos pisos. Afortunadamente, la lluvia había parado, dejando solo el suelo mojado como resultado. Perla salió del coche al mismo tiempo que Kaz abría el maletero para sacar las maletas lentamente. Con las llaves en la mano, la pelirroja abrió la puerta, abriendo paso al mayor.

Una vez que terminaron de llevar las maletas a la casa, pudieron observar detenidamente el interior. Las paredes eran blancas y sin ningún cuadro decorativo. En la sala de estar solo había un sofá nuevo y una televisión, mientras que la cocina también servía como comedor.

—¡Quiero la habitación con vista al bosque! —gritó Perla, corriendo con su mochila, sin dar tiempo a Kaz a procesar sus palabras.

—¡Hey! —respondió Kaz, contento de ver la sonrisa en el rostro de su hermana—. No corras en las escaleras, no quiero terminar en el hospital el primer día en Foks.

—Lo siento —respondió Perla, entrando a la habitación y abriendo la ventana para ver el bosque al otro lado. Kaz sonrió y comenzó a organizar el resto de las cosas, feliz de haber llegado a su nuevo hogar.

—Esto es hermoso —murmuró para sí misma, asomándose por la ventana para disfrutar de la naturaleza.

—Mete tu cuerpo dentro de la casa, no creo que quieras saltar teniendo una forma más fácil de salir vivo —bromeó Kaz, asustando a su hermana en el proceso.

—Muy gracioso.

—Si terminas de ordenar tu habitación, puede que considere tu petición de ver mean girls...—no termino de hablar cuando Perla ya se encontraba corriendo por sus maletas.

—No corras en las escaleras, te puedes... —un golpe resonó en la casa seguido de un grito—. ¡Caer!

—Creo que necesitamos ir al hospital —susurró Perla mirando su muñeca en un ángulo extraño.

—Oh, por Dios, Perla, ¿estás bien? Ven, déjame ver. Vamos al hospital ahora mismo —Kaz se apresuró a ayudar a su hermana a levantarse, preocupado por la lesión.

Perla asintió con dolor y se dejó guiar por su hermano hacia el jeep. A pesar de que el accidente había arruinado un poco su primer día en la nueva casa, ambos sabían que lo más importante era que Perla estuviera bien.

—Lo siento —se disculpó Perla, sintiéndose culpable—. Prometo escucharte la próxima vez.

—No te preocupes, lo importante es que estás bien. Y sabemos que eso rara vez sucede —respondió Kaz, abrazando a su hermana.

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1201 palabras

hey | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora