Recuerdo estar pasándola bien con mi familia... también recuerdo los gritos que vinieron a continuación y como un chico del vecindario corrió por esté gritando "apaguen las luces, cierren puertas y ventanas. No mejor entren a su sótano con provisiones. 'Ellos' vienen y nos van a matar".
Nadie cuestionó nada...
Ni como es que él sabía tanta información sobre "Ellos", ni como es que desaprecio después.
Nadie entendía lo que decía; aún así papá nos metió al sótano junto a mamá. Mi hermano y yo solo nos mirábamos con los ojos bañados en confusión.—Quédense aquí, cubran la pequeña ventana con algo que no permita que la luz salga.
Yo lo mire aterrada sin entender la situación, el solo acariciaba el cabello de mamá con apaciguamiento, tratando de mostrarnos calma o de mostrarse calmado.
Ahora que lo pienso en ese día, papá no lo pensó dos veces y nos metió al sótano. Como si él supiera algo. Aunque tiempo después nos explicó que solo tuvo un muy mal presentimiento y no quería descartar nada. Algo que sí me preguntas nunca entendí, ya que yo no sabría en qué creer.
—Papá. —Dije cuando escuché un nuevo grito de horror, papá me miró algo ansioso, aún así me dio un largo beso en la frente.
—No tardo, voy a ir por provisiones del almacén. Ustedes hagan lo que dije.
—Óscar. —mi mamá susurró dejando fluir sus lágrimas.
Yo también quería llorar el ambiente era tenso y el miedo se reflejaba en nuestros ansiosos rostros.
—Vamos ayúdame. —Le dije a mi hermano, mientras lo jalaba de su manos.
Uriel mi hermano, me siguió buscando entre los tiliches que teníamos ahí.
—¿Esto ayudará?—la voz temblorosa de mi madre nos detuvo de nuestras acciones.
Sus ojos estaban aún acuosos, quería consolar, pero no estábamos en momentos para pensar en eso. No cuando cualquier cosa te podía llevar a la muerte.
La miramos, y bajamos la mirada en el pedazo de madera que tenía en la mano. Asentí mientras tomaba el martillo y clavos del clóset de herramientas de papá. Mamá me dio la madera y comencé a martillar mientras mi hermano la sostenía y mamá buscaba alguna prenda para ponerla por en cima.
Cuando terminamos escuchamos gritos más cerca, nos miramos entre nosotros para después abrazarnos todos. Manteniendo la mirada clavada en la puerta que daba a las escaleras para salir del sótano.—¡Ahhhhhhhh!.
Escuchamos un grito que seguramente le desgarró la garganta a la chica o señora. Por qué era más que obvio que aquel escalofriante grito era de una mujer.
—¡¿Qué es eso?! —Gritó ahora un hombre con horror.
Mi mamá, nos apretó más hacia ella, mientras ponía su dedo en sus labios y un silencioso "shhh" salía de ellos.
Toda esa noche fue un horro, los gritos no cesaron, papá no volvió, todos nos tragamos las lágrimas, la preocupación mientras nos consolaba los brazos del otro. Tampoco volvimos a hablar. Mi hermano se la pasó toda l noche con sus manos en los oídos hasta que calló dormido (de algún modo) en medio de las dos.
Por mi parte me la pasé toda la noche escuchar los más silenciosos murmullos de rezo que jamás creí que escucharía por parte de mi madre. Mientras que mi cabeza me imaginaba que esto era una pesadilla de la cual despertaría y todo quedaría en un muy feo sueño.Pero no fue así...
No dormí toda la noche y para cuando se llegó la mañana seguíamos en la misma posición temblando de aún de miedo.
Con desespero y algo de locura en mi, alce mi mirada a la puerta frente a mi. Me levanté de una buena vez y con coraje (que no se de donde saqué), caminé hasta ella. Pero antes de avanzar mamá me detuvo del pijama.—No lo hagas. —me suplico.
Más en estos momentos me sentí más como un robot, pero con sentimientos nuevos que no sabía controlar o cómo reaccionar.
Además que quería comprobar que papá estuviera bien.
Así que con fuerza quité su mano de mi ropa y caminé hasta aquella puerta y las oscuras escaleras me recibieron.Miré una vez más a mamá, sus lágrimas volvieron a fluir y se aferraba a mi hermano mientras en susurros me suplicaba no salir.
—Estaré bien. —fue lo único que salió antes de subir aquellas escaleras y detenerme en la siguiente puerta que daba a la cocina.
Tome la perrilla y la gire.
La luz de la mañana me dio de lleno haciendo que cierre los ojos por un momento, cuando los abro nuevamente:
Ya no estoy parada, si no acostada en el tejado de una vieja casa abandonada rodeada de botellas de licor.—Maldita sea.— maldigo mientras me incorporo.
Otra vez ese maldito sueño del inicio, aún que pudo a ver sido algo peor.
Cuando me paró por completo miro la calle.
Hay algunas personas rodeando en círculo a un nuevo cuerpo hecho mierda.Eso me hace recordar de nuevo la pesadilla de anoche y el recuerdo que aún está vivido en mi memoria de ese primer día.
Él como apenas y abrir la puerta que daba a la calle cientos de cuerpos tirados en la calle bañados de sangre y con una sustancia negra, bañaron las calles.Ese día las personas lloraron a sus muertos, se respiró el aire de dolor y terror. Mientras que la lluvia se limpiaba la sangre de aquellas personas que murieron.
La mínima oscuridad causó un gran terror.Estaba agradecida de que nadie que amaba había muerto, pero celebre demasiado temprano.
Nunca debí sentirme aliviana solo por ver a Pao salir del almacén con bolsas llenas de comida. Tampoco sonreír como una estúpida mientras afuera todos lloraban.
No sabía que en algún momento yo sería una de ellos, tampoco que desearía tanto morir aún después de que todos lucharon tanto por mantenerme inútilmente viva.
Por qué si fue inútil, pero no quería morir tampoco en vano.
¿Por qué?
Por qué yo soy la única inmune a estas cosas.O al menos...
Eso creía, hasta que conocí a los "0.0."

ESTÁS LEYENDO
No los dejes entrar.
RandomSolo debes de tener en cuenta tres cosas. Mantén tu carta siempre de tu lado. Nunca salgas a la calle cuando la luz del sol ya no este. Por lo que más quieras no abras las puertas o mires afuera. Ellos te pueden ver, y si te ven puedes morir.